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Galeón San José: hallazgos revelan historias de las personas que iban a bordo

La investigación en curso que realiza el Instituto Colombiano de Antropología e Historia ha revelado no solo la función e historia de algunos objetos que estaban dentro del navío, sino también ha traído a la luz las historias de algunos de los pasajeros y testimonios de quienes vieron la embarcación durante sus últimos días.

Andrea Jaramillo Caro

02 de junio de 2025 - 09:15 a. m.
En esta pintura, se ve representada la versión original del hundimiento, con el San José envuelto en llamas debido a una explosión.
Foto: Samuel Scott, David Cordingly y otros.
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Cuando el galeón San José se hundió, el 8 de junio de 1708, se llevó consigo los objetos que ahora yacen en el lecho marino y también las vidas e historias de quienes iban a bordo. Solo once de las más de 600 personas que navegaron en el galeón sobrevivieron. Desde su construcción, en 1698, fue la nave capitana de la Flota de Tierra Firme y, antes de ser destruido, el galeón había emprendido un viaje, que sería el último, junto a su nave gemela, el galeón San Joaquín.

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Su última travesía comenzó el 28 de mayo de 1708, cuando la nave zarpó desde Portobelo, en Panamá, y finalizó el 8 de junio durante la Batalla de Barú, cuando fue atacado por los ingleses cerca de las costas cartageneras. El sitio donde yacen los restos del navío fue denominado área arqueológica protegida. Parte de la investigación que se lleva a cabo incluye las historias de quienes se embarcaron en ese último viaje, así como la reconstrucción de lo que fue ese lapso del 28 de mayo al 8 de junio.

Cargado con “maderos para mástiles con medidas exactas, tablones de pino, ocho anclas, dos linternas de toldilla muy curiosas y bien doradas, colgadas en la parte externa de la popa, 64 cañones de bronce y 18 linternas”, según un artículo publicado por este diario en 2022, el galeón zarpó bajo la capitanía del general José Fernández de Castillán.

De acuerdo con Antonio Jaramillo, historiador en el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, esta investigación sobre los detalles de la vida a bordo del galeón comenzó en 2024 con una recopilación documental en archivos tanto en Colombia como en Perú, España e Inglaterra. “Gracias a la lectura de cientos o miles de folios de documentos de archivo de estos lugares, hemos logrado tener un panorama histórico un poco más amplio”, aseguró.

Con el acceso a estos archivos, tienen el propósito de entender y reconstruir los días y momentos previos a la batalla, aquellos durante el enfrentamiento y las consecuencias. “La idea es entender cuál fue era terreno clave, cuál era la observación y visibilidad que tenían en ese momento cada bando, cuáles eran esas protecciones, tanto naturales o artificiales, que tenían al momento de la batalla, los obstáculos, las vías de aproximación, cómo llegaron a ese punto de enfrentamiento, y también analizar un contexto mucho más amplio. Queremos entender cuál era la misión de cada uno, tanto de la flota española como de la inglesa”, afirmó la arqueóloga Juliana Quintero.

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Documentos del Archivo General de la Nación en Perú, el Archivo General de Indias en Sevilla y de los National Archives en Londres son algunas fuentes que hacen parte de la investigación. Uno de los documentos que más ha llamado la atención de Jaramillo es el diario de a bordo del comodoro inglés Charles Wager, el cual encontraron en el Museo Nacional Marítimo. “Él estaba a cargo del escuadrón que atacó al galeón San José y a toda la flota en 1708, es un documento riquísimo. Por un lado, muestra las primeras impresiones de este capitán inglés; tiene una muy buena descripción de cómo fue la batalla, y muestra no solo los pormenores bélicos, sino también todo un entramado legal que se montó después, porque a estos capitanes ingleses los juzgaron, les hicieron una corte marcial en Jamaica, por haber dejado hundir el galeón San José y por haber dejado huir otras de las naves de la flota que alcanzaron a llegar a Cartagena”, dijo.

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Ese no fue el único testimonio que encontraron de un tripulante a bordo de las embarcaciones involucradas en la batalla. Pedro García de Asarta, capitán de mar y guerra del galeón San Joaquín, llevó un diario de a bordo en el que registró descripciones sobre maniobras, el ambiente marítimo de la época y el recorrido entre Portobelo y Cartagena. Jaramillo comenta que este documento ha sido crucial para la reconstrucción de la última travesía del galeón San José.

“Gracias a la lectura de cientos o miles de folios de documentos de archivo de estos lugares, hemos logrado tener un panorama histórico un poco más amplio”

Antonio Jaramillo, historiador

Parte del contexto y los elementos a tener cuenta en esta reconstrucción es que la cantidad de pasajeros, que rondaban los 650, hacían que estas naves fueran pesadas y lentas, además de que la vida a bordo también se veía afectada. “Tenemos el registro más o menos sistemático de los pasajeros que venían de la península Ibérica hacia Cartagena en 1706. Es muy interesante ver como los más ricos y más prestantes venían desde las grandes ciudades de Andalucía, entre ellos, por ejemplo, estaba el que iba a ser el virrey del Perú: el marqués de Castell d’Orrius. Sin embargo, estos pasajeros principales y más ricos venían con una gran cantidad de trabajadores manuales, que eran sus trabajadores domésticos. Todas estas personas venían del norte de la península Ibérica; es decir, eran gallegos, vascos, de León, de todas esas provincias del norte español. Sabemos que todos esos pasajeros se repartieron en diferentes partes de Sudamérica, casi todos iban al Perú, pero también hubo muchos que llegaron al Nuevo Reino de Granada, a Charcas, lo que hoy es Bolivia, incluso aquí, a lo que hoy es Ecuador”, aseguró el historiador.

Entre pasajeros, tripulantes y soldados sumaron 650 personas a bordo, pero un detalle que sorprendió a los investigadores fue la edad de algunos de ellos, que rondaban los 50 años y, algunos, los 12 y 14 años. A estos jóvenes a bordo se les conocía como grumetes, pues fueron aprendices de estos soldados y marineros. Aunque en 2024 las investigaciones sobre el galeón San José estuvieron enfocadas hacia los objetos que se encuentran en el sitio del naufragio, Quintero contó que les interesa entender cómo estos objetos se integran a la historia y el contexto social de las personas a bordo, pues “es un universo material gigantesco donde vemos no solo mercancía, sino también qué había dentro del barco y empezamos a asociarlo con esa vida social. El barco es un pequeño universo en sí mismo. Había metates dentro de la embarcación, que eran como tablas de piedra que se utilizaban para moler alimentos. Había cocinas y personas que cocinaban. Eso es lo que estamos investigando desde la materialidad que hay en el fondo del mar”.

Basándose en los archivos que han encontrado, también descubrieron los ingredientes y alimentos que embarcaron en el navío para el viaje. El galeón fue abastecido en Cádiz con la comida necesaria para el viaje desde la península Ibérica y de regreso. “Hemos podido encontrar todas las listas de los alimentos. Había galleta (que era un pan que se cocinaba dos veces), también se conocía como bizcocho. Había grandes cantidades de vino, aceite y vinagre; todo eso para, por un lado, conservar ciertos alimentos, pero también para ablandar esta galleta. Había bacalao salado para la conservación, había tocino, que en ese momento se refería a todo el cerdo seco y salado para el consumo y para que no se echara a perder después de tantos meses de navegación. Por supuesto, agua fresca, había algunos granos como habas y garbanzos, y también arroz”, afirmó Jaramillo.

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Estas listas de alimentos se complementan con los hallazgos arqueológicos como los grandes calderos para cocinar y múltiples botellas de bebidas alcohólicas diferentes al vino, que son propias del Caribe, como el brandy o botellas de este trago que pudieron haber sido rellenadas con ron.

“La idea es entender cuál fue era terreno clave, cuál era la observación y visibilidad que tenían en ese momento cada bando, cuáles eran esas protecciones, tanto naturales o artificiales, que tenían al momento de la batalla, los obstáculos, las vías de aproximación, cómo llegaron a ese punto de enfrentamiento, y también analizar un contexto mucho más amplio”.

Juliana Quintero, arqueóloga

Más allá de la información que han descubierto a través de los archivos, los investigadores esperan reconstruir los acontecimientos sucedidos del 8 al 10 de junio de 1708, y la retirada de las naves: “Sabemos que los españoles se refugiaron en Cartagena y que los ingleses, después de algunos días de merodear la zona, se fueron a Jamaica. Esta reconstrucción nos va a ayudar a entender no solo el contexto histórico bélico de la época, sino también el área arqueológica como una zona de batalla, como los restos de un enfrentamiento bélico”, dijo Jaramillo.

Una de las preguntas que más interesa al historiador es la procedencia de las tazas chinas que se encontraron en el naufragio y otros objetos del barco, para reconstruir la ruta por la que llegaron hasta el San José. Unida a esta arista de la investigación está la curiosidad de Quintero por conocer cómo se dio la dispersión de estos elementos al momento del hundimiento y entender cómo fue ese proceso.

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Para Jaramillo, esta investigación representa una forma de desmitificar la época en la que navegó el galeón, pues, en sus palabras, al pensar en este momento de la historia, tiende a haber un velo de oscuridad en el que “la única función económica social y política que teníamos era hacer un apéndice de una metrópoli europea. Sin embargo, estudios históricos como este demuestran lo contrario: que esta fue una época muy interesante de interconexión global. Por supuesto, grandes puertos como Cartagena tenían una comunicación constante con España, con la península Ibérica, pero no era lo único con lo que estaban conectados. Gracias a reconstrucciones como esta, propia de la historia marítima, podemos ver que Cartagena estaba conectada con otros puertos del Caribe, con Jamaica, con las islas, con las Antillas Menores, las Antillas Mayores, con toda la parte del suroccidente caribeño que engloba las costas de Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, incluso con esta ruta transpacífica por la cual llegaron las porcelanas chinas, se conectaba con el Perú, México, China, Filipinas; se abría todo el espacio Pacífico para nuestro territorio”.

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La arqueóloga cree que mientras que en el pasado las investigaciones arqueológicas se han centrado en las batallas libradas en tierra firme, la que llevan ahora ayudará a entender el contexto militar marítimo. En el caso del galeón San José, la bahía de Cartagena también jugó un papel importante y considera que es un aporte original a la historia militar colonial del Caribe. Con este proyecto esperan destacar la riqueza patrimonial que está sumergida bajo las aguas colombianas, que además ayuda a robustecer la construcción de nación, de acuerdo con los investigadores.

Acerca del galeón San José han rondado mitos, como que la conquista fue total y la visión del control que tenían los europeos sobre la economía, la cultura y la sociedad. Sin embargo, “una mirada náutica, una mirada interconectada demuestra que no. Mientras viajaba entre Portobelo y Cartagena, el galeón San José pasó por el territorio guna, por lo que se llamaba antes el archipiélago de San Blas y hoy es la comarca de Gunayala. Esta es una zona independiente de todos los poderes imperiales europeos que se mantuvo así desde el siglo XVI hasta el siglo XIX. Si nos quitamos esta terca idea de que los españoles controlaban absolutamente todo el territorio, vamos a poder ver que nuestra historia es más rica de lo que generalmente se ha narrado”, afirmó Jaramillo.

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De esta historia mucho se ha dicho: mientras que algunos la leen desde los datos y los hallazgos, otros imaginan este acontecimiento bajo el lente de las interpretaciones que se han dado en libros y películas de batallas marítimas en el siglo XVIII. Quintero argumentó que es importante no romantizar estas historias y verlas bajo el lente de tesoros perdidos y piratas. “Se cree que el San José era un barco cargado solo de oro, pero también había gente, las cosas personales de las personas a bordo, los utensilios de la cocina. Es decir, fue un universo material que involucró múltiples embarcaciones, múltiples actores, y creo que también la idea es dejar de lado esos mitos del tesoro perdido y darnos cuenta de todo lo que podemos saber a partir de lo que es y fue el galeón San José”, concluyó.

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com
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