
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
A través del proyecto “Hue” querían realizarles un homenaje a diferentes diseñadores industriales colombianos, pero al final se centraron en Jaime Gutiérrez Lega. ¿Por qué?
Pablo Ordóñez (P.O.): Jaime fue el primer diseñador colombiano reconocido a nivel mundial. Estudió la carrera de artes aplicadas en Estados Unidos, que luego se convirtió en diseño industrial. Adicionalmente, él es mi tío, así que nos permitió meternos en su mundo y coger cada una de sus sillas para hacerle un homenaje (cumplió 90 años este 2022), entonces queremos reivindicar y conmemorar los 70 años del diseño industrial en Colombia.
Emilia Cano (E.C.): sí, como ya habíamos tenido la posibilidad de trabajar con Jaime, porque es tío de Pablo, nos dimos cuenta de que su cabeza es algo impresionante, todos los diseñadores la quisiéramos tener en cuanto a creatividad, etc. (él es un ejemplo para seguir, por eso lo elegimos). Teníamos la cercanía, y no fue celoso con nosotros en cuanto a su trabajo, así que nos permitió hacer esto.
¿Cuál fue ese otro proyecto en el que trabajaron previamente con él?
E.C.: en un homenaje a sillas de diseñadores colombianos. En ese momento elegimos a tres diseñadores, y Jaime fue uno de ellos (fue muy abierto y nos ayudó mucho, por eso decidimos continuar la tesis con ese proyecto, pero solo centrándonos en él).
P.O.: sí, ese proyecto estaba inspirado en una compañía que nos abrió una convocatoria y un espacio para trabajar con ellos y desarrollarles todo un concepto enfocado en Colombia con su identidad de marca: Kartell (italiana). Con ellos solo desarrollamos un proyecto concepto, no se llevó más adelante (fabricar las sillas), solo se plantearon los diseños y el documento se envió a Italia y fue muy bien recibido.
¿Y por qué creen que es importante dar a conocer el trabajo de Gutiérrez Lega más allá de que sea el padre del diseño industrial colombiano?
P.O.: creo que aquí en Colombia hay un gran problema: el diseño industrial y el diseño en general no son relevantes, ni reconocidos, entonces es muy importante hacer un homenaje no solo para que la gente conozca a Jaime, sino para que la gente sepa que existe esta disciplina hace muchos años (el diseño industrial cumple 70 años). La mayoría de las personas ni siquiera saben qué hace un diseñador industrial, entonces más allá de hacerle un homenaje a él, se trata de hacerle entender a la gente que el diseño en Colombia existe, es bueno y se puede vivir de él.
E.C.: Jaime, nuevamente, es el modelo para seguir, no solo del buen diseño y de la trayectoria, sino que realmente uno puede vivir bien del diseño en Colombia. A veces pensamos que nos tenemos que ir del país para poder ser diseñadores exitosos, pero no necesariamente (a pesar de que Jaime también tiene una trayectoria enorme en el exterior).
Le invitamos a leer: Andrés Neuman: la poética de un padre
¿Por qué piensan que existe desconocimiento sobre el diseño en Colombia?
P.O.: pienso que en Colombia no se tiene el gusto y el conocimiento por el diseño, porque lastimosamente somos un país muy tradicional, conservador, que no apoya ni fomenta toda la cultura y no explota a sus artistas (vemos que muchos de ellos no tienen éxito y se van al exterior, y allá se vuelven unas eminencias). Creo que se trata de falta de apoyo en general en el país.
E.C.: considero que, a veces, se trata de falta de valor del trabajo que hace el diseñador. Las personas piensan que cualquiera puede diseñar, entonces quieren que uno deje las cosas baratas o creen que “eso es solo un mamarracho”, pero no es así; hay muchas cosas detrás del diseño, sin embargo, no hay cultura sobre la importancia, relevancia y valor que tiene.
¿Para qué dar a conocer más el diseño industrial?
P.O.: creo que es la carrera que, en general, más campo de acción tiene en el mundo (puedes trabajar desde diseñando un par de joyas hasta diseñando para la NASA). Es muy importante que un diseñador industrial esté involucrado en todos los procesos de un producto y un diseño, porque es quien estudia la relación del humano con los objetos, entonces por eso es tan crucial que se dé a conocer la carrera (vivimos en un mundo centrado en los objetos y no tenemos en cuenta el factor humano, algo que también dice Jaime: “No es solamente lo ergonómico, sino lo antropométrico; lo centrado en la parte humana).
E.C.: Acá nosotros no tenemos mucha industria en comparación con otros países. Si sacáramos adelante el diseño industrial en Colombia, la economía sería enorme, porque se trata del diseño adaptado a nosotros.
¿Y qué papel juega su proyecto para alcanzar ese fin?
E.C.: precisamente, nosotros habíamos pensado que el objetivo de muchos diseñadores que estudian en Colombia es graduarse e irse. Si te gradúas y te vas y aprendes a ejercer en otro país, por ejemplo, con personas más altas que el promedio colombiano, cuando regreses a Colombia a diseñar algo, no vas a tener el contexto que hay acá. Entonces, es importante este proyecto para que los jóvenes colombianos diseñadores se den cuenta que acá pueden ejercer; es como un impulso, una motivación (precisamente nosotros decimos en nuestro proyecto que la idea es que los jóvenes salgan de esta exposición pensando en que “si Jaime pudo, yo también puedo”). Jaime diseñó para los colombianos, nosotros también podemos hacerlo, no es necesario que nos vayamos.
Le recomendamos leer: Santiago Motorizado: “Hay algo falso en la esperanza”
Relacionado con la siguiente afirmación: “si Jaime pudo, yo también puedo”. ¿Cómo emplear esa frase sin llegar a vender una falsa realidad?
E.C.: creo que “todo depende del perrenque que cada uno tenga”. Jaime sin saber una palabra en inglés, se fue a estudiar a Estados Unidos.
P.O.: Y, de hecho, cuando llegó a Colombia le dijeron: “A usted no lo necesitamos acá”, porque todas las fábricas que existían en ese momento traían moldes de segunda de Estados Unidos y de Europa porque era lo que allá había pasado de moda, entonces aprovechaban y lo vendían en Latinoamérica. Creo que son muy importante esas ganas de comerse el mundo de Jaime, apreciar en realidad lo que él ha hecho porque ha sido una persona que no ha tenido límites (él dice que “el único límite es uno mismo”). Más allá de “si Jaime pudo, yo puedo” es atreverse a sacar un proyecto adelante. Nosotros inicialmente solo íbamos a sacar una sola silla, porque nos preguntábamos como íbamos a saca más, ya que no son muy conocidos muchos de los procesos que utilizamos y cuando estábamos trabajando con los artesanos no entendían nuestros planos. Entonces dijimos: “Realmente queremos sacar esto adelante, hagámoslo y metámosle toda”, así que nos pusimos a hacer maquetas chiquitas y a pedalearle al proyecto porque teníamos todo en contra, pero lo logramos sacar adelante y es algo de lo que estamos muy orgullosos (Jaime también aprobó los diseños, algo que no era fácil).
De hecho, este trabajo lo hicieron en conjunto con Jaime Gutiérrez. ¿Cómo fue esa experiencia?
E.C.: nosotros llegamos a su casa y le dijimos: “Jaime, queremos hacer la tesis centrada en el rediseño de algunas de tus sillas, ¿será que podemos?” (era necesario pedirle permiso). Si a una silla le cambias el diseño original, pues ya es una nueva silla, entonces no necesitas ningún permiso, pero por respeto a su trabajo consideramos necesario ese apoyo. Fuimos unas seis veces a su casa a mostrarle todo el proceso y que nos diera comentarios; básicamente, Jaime fue como un profesor más: nos daba retroalimentación, nos ayudaba en el proceso de todas las sillas, y en cuanto al diseño, en lo relacionado con las ideas y materiales (la experiencia de Jaime y sus consejos son demasiados valiosos para nosotros, porque uno no lo sabe todo). Jaime es un duro en el diseño y nos dio ideas muy importantes y relevantes.
P.O.: una experiencia muy grata al momento de sacar todas estas sillas fue que “nos estábamos metiendo literalmente al rancho de Jaime”, porque, por ejemplo, la Silla Ovejo es un ícono en Latinoamérica, no solo a nivel Colombia, entonces meternos y decir: “Cambiémosla y pensemos cómo podría ser esta silla hoy”, pues no cualquiera se atreve y tampoco cualquiera te dice: “Hágale, demuestre de qué es capaz”. Jaime desde un principio nos dijo: “A mí me encanta que me estén haciendo este homenaje porque realmente me doy cuenta de que todo lo que he hecho sí sirve”. La visión de Jaime ha sido muy futurista: tiene diseños que sacó en los setenta, pero que al verlos piensas que pudo haberlos hecho hoy.
A veces no somos conscientes del valor que hay detrás de los objetos, de las huellas de humanidad que los reviste. ¿Qué hay detrás de una silla?
E.C.: hay todo un contexto detrás de una silla (tú no puedes, muchas veces, poner la misma silla en el mismo espacio de otra). La Silla Flotador era para una piscina, la silla de madera era para unos niños en una escuela (todas esas sillas tienen un por qué, un para qué y un cómo). Una silla no es solo un asiento, hay muchísimo más detrás de eso.
P.O.: Jaime dice con respecto a esto que los asientos y las sillas son la silueta del hombre en reposo, y nosotros pasamos sentados (no sé) el 50% de nuestras vidas. Toca tener mucho cuidado con eso porque no todas las sillas sirven para lo mismo: una silla para descanso no es lo mismo que una para oficina, para comedor o a para un Transmilenio. Todas las sillas tienen una función diferente y se acomoda muy bien a su contexto, porque nosotros somos personas sedentes, ya no somos nómadas, entonces estamos, en la mayoría de los casos, frente a un computador y la silla debe acomodarse a nosotros, no lo contrario (mucha gente no lo entiende y por eso hay tantos problemas de espalda, de salud; eso es algo que realmente hemos aprendido a conocer con el diseño industrial, porque se centra en el ser humano).
E.C.: también tenemos las sillas que tienen un significado. La Silla Ovejo significa tradición: es una silla autóctona de Colombia. Tal vez no tenía una función específica como la de la piscina, pero quería reflejar de una manera contemporánea nuestra cultura. Esa silla está hecha con cosas que uno encuentra en Villa de Leyva (en la época en que Jaime la hizo): el ovejo; que se usaba para pie de cama, entonces lo comprabas yendo en la carretera hacia Villa de Leyva, las reatas; que sujetan el ovejo y la madera de leña. Entonces, es una silla completamente autóctona que se volvió un ícono en Latinoamérica (así que también se trata del valor sentimental que puede tener un objeto como este).
Le puede interesar: Merlina y los Locos Addams: de los cómics a fenómeno mundial
Incluso podríamos hablar de memoria histórica…
P.O.: ese es el sentido que quisimos darle a este proyecto: traer lo viejo a lo nuevo, respetando todo su código de diseño, morfología, que realmente se note la conexión que tiene una silla con la otra, mucho más allá de lo estético. Por ejemplo, la Silla Acro nació de un proyecto de cero desperdicios y nosotros cambiamos ese significado a completamente transparente, que parezca flotando en el espacio y que no lo desperdicie visualmente. Entonces por eso esa estructura es tan armónica: ni siquiera pareciera que tuviera espaldar o asiento. Eso es lo que tratamos de hacer con cada una de las sillas, fijándonos bien en cómo nació, para qué se hizo y cuál fue su historia para poder respetarla, primero, porque son diseños clásicos que tienen un valor muy importante, pero segundo, cómo poderlos traer a un mercado que en la actualidad se va moviendo muy rápido.
E.C.: Sí, en un mercado actual: sostenibilidad, materiales y tecnologías. Hace setentas años no existía tecnología para hacer una silla de acrílico y ahora sí, así que “podemos sacarle el jugo”. Entonces, se trata de respetar los valores de antes, pero también los actuales.