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“Los obstáculos siempre se sobrepasan. El trabajo es la clave para superarlos”, ese, según el tenor Manuel Franco, fue el consejo que más le repetía Jaime Manzur a sus dirigidos. Esa fue la clave. Su clave. Trabajar sin descanso. Acumuló más de 70 años de vida artística. La zarzuela fue su obsesión. Los títeres la excusa.
“Jaime fue un abanderado de la zarzuela y su trabajo con los títeres que es maravilloso. Fue la mente creadora de más de 700 titares que merecen ser parte de un museo y un espacio para que los niños aprendan de un arte tan nuestro como la zarzuela”, dice Manuel José Álvarez Gaviria, exdirector del Teatro Colón.
“Su método hacía parte de esa escuela antigua. Exigente. Duro, pero muy respetuoso. Siempre me trató como un hijo, pero la exigencia no la negoció. Estaba al frente de todo. De la música, del vestuario, del canto. Un maestro en todo el sentido de la palabra”, recuerda Manuel Franco, quien trabajó los últimos diez años con Jaime Manzur.
La Fundación que dirigió informó ayer que el director de teatro, escritor, escultor y poeta falleció el domingo 10 de noviembre en la Clínica de Marly de Bogotá, a los 82 años de edad. Lea también: Manzur, el titiritero
“En la función de la Leyenda del Beso, último título de la Temporada de Zarzuela de la Fundación Jaime Manzur en el Teatro Colsubsidio, el maestro Manzur se sintió mal de salud y fue trasladado a la Clínica de Marly, en donde no pudo superar los problemas de salud presentados y falleció alrededor de las 11:30 pm”, se lee en el comunicado.
Durante sus años de vida artística Manzur recibió varios reconocimientos. La Unión Musical Española en Madrid le confirió el título ad-honórem de “Abanderado de la Zarzuela”; fue condecorado por la Alcaldía Mayor de Bogotá (1992) con la Medalla al Mérito Artístico, por el Gobierno Nacional (1997) en sus 45 años de vida artística y servicios a Colombia; también el Senado de la República (2011) lo condecoró con la Medalla de Comendador de las Artes Escénicas y en 2012 la Secretaria Distrital de Cultura Recreación y Deporte le otorgó el Premio Distrital de Cultura – Concurso Vida y Obra.
Dice la web oficial de Manzur, que el teatro le permitió trabajar como actor y director, la Pintura y la Escultura le permitió realizar cientos de escenografías, desde la literatura y la poesía adaptó cuentos y obras de la literatura universal, y con la música, en especial la lírica, colaboró en diversas compañías en vivo como director artístico y escénico.
Su vida
En un perfil escrito para El Espectador en enero de 2014, Adriana Marín señaló: “No sabemos con certeza cómo fue su infancia. Sabemos que tuvo una madre artista que lo acompañó y que lo vio crecer. La vio pintar y escuchó su música. Tuvo un hermano, David, y una hermana, Sara. Él se dedicó a la pintura y ella al canto y a la escritura. Él, Jaime, quiso ser titiritero. Su arte surgió en otra dirección. “El otro Manzur” fue el nombre que le dio la revista Semana en los ochenta. Pero no ha de ser observado como el otro. Él es él, no otro. Es el de las marionetas y el teatro, el de la zarzuela y la ópera, el de las pinceladas y los rostros, el de los cuerpos de madera. Él, detrás del telón; adelante, los niños y los grandes. Él escuchándolos acomodarse, él escuchándolos reír, oyendo cómo los niños les gritan a los muñecos, convencidos de que están siendo escuchados. Él entre un mar de aplausos, con el corazón palpitante, y esa sensación de gloria en un teatro lleno”.
Jaime Manzur nació en Guinea Ecuatorial, en África, es de madre colombiana y tiene raíces libanesas. Fue en España donde se le entró el bichito. “Yo creo que fue el movimiento del mar el que me hizo moverme”, le contó a Andrés Hoyos en una entrevista para el diario El Tiempo. Estaba en el colegio y no quería, como sus amigos, quedarse en casa viendo muñequitos animados. Se iba entonces para los teatros a escuchar música clásica. Sus amigos, cuenta, tenían cuarenta, cuando él todavía era un niño de colegio. A ellos les gustaba Popeye; a él no. Prefería el teatro victoriano y moría de risa leyendo a Molière.
Luego, más grande, ya viviendo en Colombia, entró a hacer parte del Ballet Nacional de Medellín y se interesó por el folclor. Sus amigos eran reconocidos. Delia Zapata Olivella, Plácido Domingo, el padre, y así. De ese porte. Con Zapata Olivella empezó a interesarse por el folclor y por la danza. Llegó a ser primer bailarín. Y eso, junto con su gusto por el teatro y por la música y las habilidades manuales que había aprendido de las clases de pintura que le daba su hermano David, dieron como resultado su quehacer en la ópera y la zarzuela. Con ello, también, fueron apareciendo sus marionetas. Se dedicó a ellas y entregó su vida a darles una categoría elevada y a romper los prejuicios que persisten alrededor de ellas. A mostrar que son arte y no sólo un medio de recreación infantil.
Trayectoria
1997: El Almanaque Mundial dedicó a Jaime Manzur tres páginas por su labor artística.
1984: La Unesco de París le otorga una beca de investigación escénica en Londres, Roma, Madrid y París.
1986: Nuevamente la Unesco le otorga otra beca de cinco meses para ampliar sus conocimientos escénicos desde Yugoslavia hasta Moscú (antigua cortina de hierro), siendo invitado de honor al Teatro Nacional de Marionetas de Praga con permanencia de dos meses. Ese mismo año es invitado de honor al festival de marionetas de verano en el Teatro Obrastov de Moscú (URSS), así mismo por los teatros de Hungría y Rumania donde fue aclamado por su presentación con la Cumbia de Colombia en Marionetas.
1985: La Unión Musical Española en Madrid, Director Manuel Passo Andre, le confiere el título Ad-honórem: de “Abanderado de la Zarzuela”.
1992: La Alcaldía Mayor de Bogotá lo condecora con la Medalla al Mérito Artístico por su larga trayectoria en bien de la cultura Distrital y Colombiana.
1997: Es condecorado por el Gobierno Nacional en sus 45 años de vida artística al servicio de Colombia.
2011: Agosto 16. El Senado de la República de Colombia lo condecoró con la Medalla de Comendador en las Artes Escenicas.
2012: La Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte le otorgó el Premio Distrital de Cultura – Concurso Vida y Obra.