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Capítulo I
Había una vez un rico comerciante que tenía un hijo llamado Jordanciento. Jordanciento tenía ojos color del mar y pelo rubio, igual que su madre, a quien una repentina enfermedad le había arrebatado la vida.
Después de un tiempo, el padre tomó la decisión de que Jordanciento necesitaba la atención de una madre, por lo que se casó con una respetable mujer, quien ya tenía dos hijos. Después de un tiempo, el padre de Jordanciento también murió. La madrastra y los hermanastros aprovecharon la falta de padre y se dedicaban a maltratarlo. Le hacían la vida imposible. Lo ponían a limpiar, lavar los platos, lavar y planchar la ropa sin cesar.
El pueblo en donde vivía Jordanciento lo gobernaba el rey y una princesa soltera y hermosa. El rey estaba preocupado porque cuando él ya no estuviera… ¿Quién iba a gobernar su reino?
Para calmar las ansias del rey, a la princesa se le ocurrió una brillante idea: hacer una fiesta. Para ello, invitó a todos los hombres solteros del reino, pues la princesa no quería que faltara ningún joven. El reino estaba muy emocionado, Jordanciento ya tenía preparado su traje listo para esa noche especial, pero llegaron sus hermanastros y le rompieron el traje y él, devastado, no sabía qué hacer.
Jordanciento estaba lleno de lágrimas. Esa noche sus hermanastros y su madrastra fueron a la fiesta, mientras que Jordanciento se quedó limpiando el palacio. Ya de noche, se escuchó un ¡toc toc!, por la ventana, y Jordanciento se preguntó: ¿Quién podría ser?
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Al abrir la ventana, vio a un gran jugador de basquetbol. ¡Jordanciento no lo podía creer!, sorprendido, le preguntó:
—¿Quién eres?
— Soy el mejor jugador de todos los tiempos… ¡Michael Jordan! ¿Por qué estás triste?— le preguntó al muchacho.
Jordanciento le respondió devastado.
— Mis hermanastros me rompieron mi traje y ahora no tengo que ponerme para la fiesta de la princesa, ni cómo llegar.
Michael Jordan apresuradamente sacó un balón de basquetbol y le dijo:
— Necesitas un carruaje
Tomó entonces una calabaza que encontró en el jardín, la tocó con su balón y apareció un hermoso carruaje.
“Ahora necesitamos unos caballos para que jalen el carruaje”, comentó Michael y tomó dos ratones que iban pasando, los tocó con su balón y aparecieron dos caballos blancos enormes. Por último, el deportista lanzó su balón sobre la cabeza de Jordanciento y apareció un traje junto a unos tenis Jordan.
Michael le explicó que todo iba a desaparecer después de las doce de la noche, por lo que tendría que ser cuidadoso. Jordanciento, feliz y agradecido con Michael, se subió al carruaje y se marchó.
En la fiesta Jordanciento estaba impresionado; el palacio tenía paredes de oro y manjares exquisitos. Al llegar, todos voltearon a verlo. La princesa se impresionó con sus tenis y no pudo resistir acercarse y pedirle que bailara con ella.
La princesa y Jordanciento se enamoraron a primera vista.
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La noche era cálida y las estrellas brillaban como diamantes y entonces, antes de darse un beso, Jordanciento vio que ya iban a dar las doce. Recordó lo que Michael le había advertido y salió corriendo y mientras esto sucedía, a Jordanciento se le salió el tenis de su pie derecho.
Capítulo II
La princesa corrió tras él, pero no pudo alcanzarlo; encontró tirado el tenis que Jordanciento había perdido. Al día siguiente, Jordanciento estaba muy contento porque pasó una noche increíble a lado de la princesa.
Más tarde, llegaron sus hermanastros junto con su madrastra y le contaron todo lo que pasó. No sabían que ese joven que había conquistado el corazón de la princesa era Jordanciento, pero sus hermanastros metiches, al entrar en su recámara, encontraron uno de los tenis Jordan y corrieron a contarle a su madre. Entonces la madrastra enojada repitió: “te lo he dicho un millón de veces, no te acerques a la princesa” y encerró a Jordanciento en el cuarto.
Mientras tanto, en el palacio, la princesa estaba buscando al dueño del tenis. Buscó y buscó y buscó por todos lados y por todos los rincones sin resultado. Se le ocurrió entonces mandar un aviso al reino:
Al joven que le quede este tenis se casará conmigo.
Atentamente: La Princesa.
Todos enloquecieron y la princesa fue a cada una de las casas del reino y le probó los tenis a todos los jóvenes que encontraban, pero a ninguno le quedaba. Después de muchos días, por fin llegó al palacio y se lo probó a los hermanastros de Jordanciento y solo le quedó a uno, al menor. La madrastra de Jordanciento junto a los hermanastros estaban felices y entusiasmados, Jordanciento se enteró y se puso muy triste.
Jordanciento ya no soportaba más, cada vez su madrastra se portaba peor con él. Así pasaron los días, pero la princesa no sentía lo mismo que sintió con Jordanciento esa noche. Estaba triste, su corazón le decía que ese joven no era el mismo con el que ella había bailado en el palacio.
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Pasaron los días y la princesa y el hermanastro de Jordanciento ya estaban preparando la boda. La princesa se preguntaba si en realidad él era el amor de su vida. Por fin había llegado el gran día, el reino estaba entusiasmado, había decoraciones por todo el reino; una marcha en honor a la princesa, el rey estaba muy feliz, pero la princesa comenzó a dudar. Faltaba muy poco para el matrimonio Real.
Jordanciento estaba encerrado para que no escapara, la boda ya iba a comenzar. Todo el reino estaba invitado, había mesas con decoraciones. Pero, al otro lado del reino, estaba Jordanciento sentado llorando cuando de repente apareció Michael Jordan y le preguntó:
—¿Por qué estás llorando de nuevo?
Jordanciento con lágrimas en los ojos le contestó:
—Mi madrastra me encerró aquí, ya va a comenzar la boda y no puedo salir.
Entonces Michael quitó el candado lanzando su balón hacia él, lo agitó sobre su cabeza y apareció un traje brillante. Convirtió a un ratón en un caballo, le dio un ramo de flores y apresuradamente Jordanciento se subió al caballo y velozmente se fue en él en busca de su princesa.
Jordanciento interrumpió la misa y le confesó a su princesa lo que sentía por ella. La princesa reconoció al joven y corrió hacia él. Jordanciento tenía un corazón tan grande que perdonó a sus hermanastros y a su madrastra por todo lo que le hicieron y como lección los puso a trabajar en el palacio.
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*Autobiografía: Mi nombre es Andrei Moya Sosa, tengo once años y nací el 22 de octubre del 2011 en el hospital Médica Sur, ubicado en la Ciudad de México. Mis primeros años en la escuela los cursé en la Ciudad de México en el colegio Olinca.
Actualmente vivo en el estado de Querétaro y curso quinto año de primaria en el colegio SunHills Valley y juego en mi tiempo libre basquetbol.
Mi papá se llama Gabriel Mauricio Moya Alessio Robles, bisnieto de Vito Alessio Robles. Él es abogado y trabaja en Gobernación. Mi mamá se llama Krista Sosa Valdés, es licenciada en administración de empresas y es terapeuta de biomagnetismo y trabaja dando terapias. Tengo un hermano llamado Patrick Moya Sosa que cursa segundo de secundaria en el colegio SunHills Valley también.