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Armenia: “No hay que inventar un género musical, sino hacer cosas con honestidad”

La banda acaba de lanzar su cuarto álbum de estudio, “El sol sale para todos”, en donde confluyen elementos del rock, la electrónica e incluso el reguetón. Hablamos con Juan Antonio Toro, líder de este proyecto, sobre el proceso de construir una identidad musical.

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Santiago Gómez Cubillos
12 de marzo de 2025 - 12:00 p. m.
Armenia se presentará el primer día del Festival Estéreo Picnic de este año en el escenario Johnnie Walker, a las 5:00 p.m.
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Foto: Valentina Hernández Vélez
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¿Cómo describiría el sonido de este álbum?

A mí me gusta conceptualizar a Armenia como un proyecto investigativo sobre cómo hacer música en Colombia, pero más pensando en hacer la música que a mí me guste que en quedarme en un solo género. No soy de zonas de confort, entonces si quiero hacer un trap, lo hago, o música electrónica o lo que sea. Claro, primero hay que entender bien esos estilos, pero al final se trata de hacer lo que uno quiera. En ese sentido, describiría el sonido de El sol sale para todos como una búsqueda del timbre característico del proyecto, que si bien con Daniel Cortés y Juan Diego Burgos, los ingenieros del disco, quisimos conservar ciertos detalles y coloraturas de trabajos anteriores, apunta a ser un momento de mayor madurez musical de la banda.

¿Hay una narrativa detrás de la organización de las canciones de este álbum?

El disco pasa por diferentes momentos del día. Arranca con “Buenos días (tardes ya)” —un guiño a Jota Mario Valencia— que nos indica que estamos en la tarde. Lo siguen canciones como “6PM” y “Remordimiento”, que son temas que muestran esa fase más tranquila y nostálgica del proyecto, hasta que llegamos a “MARÍA”, que llega a manera de sueño junto con “Amanecerá y veremos...”, que es como decir “bueno, vámonos a dormir y esperemos lo mejor”. El día siguiente comienza con “La verdad” y “Es mucho pedir”, que son estas canciones hiperactivas que simbolizan el día en su máximo esplendor: el Sol. El disco pasa entonces a “Bombas”, que es ese momento en el que uno ya está relajado, abre el celular y ve que están matando a niños en Palestina. Ahí es donde uno dice “No juegues conmigo”, que es la canción con la que cerramos, y habla de transitar la vida sin que sea un sufrimiento constante.

¿Cómo son esas sesiones de ensamble con la banda?

Al ser mi proyecto, soy el que tiende a tomar las decisiones de curaduría y organización de las canciones, pero cuando estamos todos tratamos de trabajar en conjunto siempre para sacar algo chévere y con lo que estemos contentos. Por ejemplo, “Naranjas” la empezó Richie (Ricardo Laverde). Él me mostró la pista y le hice la letra. Es un trabajo que siempre tratamos de hacer desde el amor, a la música, pero también a nuestra amistad, y en el que buscamos regresar a algunos colores o timbres que nos han llamado la atención antes. No se trata de caer en fórmulas, porque eso no me gusta, pero sí encontrar las cosas que empiezan a labrar nuestra identidad.

¿Qué tan diferente es escribir una canción como “Dime si es posible medir”, que es de amor, a otras como “Te sigo buscando” o “Bombas”, que son canciones mucho más políticas?

Lo distinto radica en los referentes. “Dime si es posible medir” está muy influenciada por otra canción que se llama “In Undertow”, de una banda que me gusta mucho que se llama Alvvays. “Bombas” es un regreso a ese electrorock de 2000 de Justice y Daft Punk, mientras que la letra apunta a hablar sobre la situación en Palestina —en general, del mundo en guerra— y la sobreestimulación de las redes sociales. Pero al final todas son canciones atravesadas por el amor. “Te sigo buscando” es sobre los desaparecidos, pero también sobre el añoro de algo mejor, que siento está presente en las otras dos canciones de las que hablamos. De hecho, estamos trabajando ya en “Algo mejor”, que será nuestro próximo lanzamiento.

En ese sentido, ¿cómo funciona el balance entre seguir con lo que ha funcionado y explorar otros horizontes musicales?

Creo que todo eso fluye tocando, que es lo más importante en esto. Hay músicos que todavía le tienen mucho miedo a lanzar algo propio, pero la realidad es que así es que uno crece y aprende en esta industria. Si eres pez, nadas; si eres músico, tocas. Si hay algo que quería hacer en una canción que no salió como esperaba, pues hago otra, no me quedo ahí sobreproduciendo el mismo tema. Eso es algo que he hablado mucho con mi papá y que me ha ayudado a dejar de ser tan pasional con cada canción. Al final en este proceso creativo si una idea no logró nacer utilizándome a mí como medio, va a buscar a alguien más, porque todos somos parte de un inconsciente colectivo.

A nosotros nos pasa, por ejemplo, con “Violeta”, que hasta el día de hoy sigue siendo uno de los éxitos más grandes que hemos tenido y fue el segundo lanzamiento que hicimos. Eso igual es muy bonito, porque después de que uno lanza una canción eso ya es de la gente, no de uno. Lo que pasa es que ahora que le metimos más efectos a la voz nos han criticado mucho, lo cual me encanta, pero no va a hacer que me replantee las canciones que escribo. Con “Amanecerá y veremos” me han dicho: “¡Ay!, eso es un reguetón”, y digo: “Sí, ¿y?”. Lo estoy haciendo no porque ahora quiera pegar haciendo música urbana, sino porque es con lo que quería experimentar en ese momento.

Los cuatro álbumes de Armenia son muy distintos uno del otro, ¿qué hay de transversal en todos ellos?

El amor puede ser ese elemento que los une a todos, porque es hasta ahora de lo que más sé y me gusta escribir. Y además están las influencias que he tenido a lo largo de los años y que siguen muy presentes en la música que hacemos. A mí siempre me han gustado mucho los Beatles, Queen, los boleros... eso también es algo que pega todo. Al hacer música —y arte, en general— hay que aceptar que ya todo está inventado, pero lo que uno hace es beber de todo eso que ha ido recolectando con los años y que le ha llegado sea por los amigos, los papás o simplemente porque lo escuchó un día en un taxi. No hay que inventar un género musical, porque hay millones de personas intentando hacer lo mismo. Más bien lo que marca la diferencia es hacer las cosas con honestidad. Y, finalmente, creo que otro elemento transversal en los cuatro discos es que he hecho estas canciones no buscando la aprobación de mi papá, pero sí con la idea de que ojalá le gusten, porque él es un hombre muy crítico y que ha escuchado mucha música. El haberme metido en esto es producto de ese amor que él siente por este arte.

Santiago Gómez Cubillos

Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98sgomez@elespectador.com
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