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¿Cómo empezó su camino en la actuación?
Empecé haciendo teatro musical en Misi Producciones. Allí me formé como actor, cantante y bailarín. Fue sobre las tablas donde tuve mi primer acercamiento al arte. Luego de algunos años continué mis estudios en teatro musical e interpreté varios papeles en distintas obras. Hice de Jafar en “Aladdín”, participé en “Annie” y estuve en “Avenida Q”. Después di el salto al mundo audiovisual, y ahí hice algunos pinitos en series como “Los Victorinos” y “La Pola”. Más adelante me gradué como tecnólogo en actuación en la escuela de RCN. Luego vino el cine. Y bueno, en total, ya son más de 30 años de carrera.
¿Cómo ha podido diversificarse como actor?
Desafortunadamente, no todo está bajo el control de los actores. Creo que es un punto intermedio entre lo que uno ha construido con los años y lo que la industria ve en tu perfil. Antes, cuando era más joven, peleaba mucho con eso. Me preguntaba por qué siempre me veían con cara de malo. Pero la verdad es que, afortunada o desafortunadamente, la industria muchas veces se basa en estereotipos. Aun así, me atrevo a decir que he tenido mucha suerte, porque he podido interpretar papeles muy variados. Claro, mi fuerte han sido los villanos, pero dentro de esa gama he logrado hacer unos muy distintos entre sí. Siempre me ha gustado darle un toque especial a cada personaje y, gracias a eso, han llegado a mí otros tipos de personajes.
¿Cómo se prepara como actor para interpretar a un personaje?
El proceso de preparación de un personaje depende mucho de sus características. Hay unos con los que he conectado muy rápido, muy fácil. Siempre he dicho que los personajes te escogen; uno está al servicio de ellos. Siento que cada uno que he interpretado me estaba esperando. Entonces, el camino para darles vida depende de sus propias necesidades, de lo que exige cada uno.
Y, específicamente, ¿cómo se preparó para Milo?
Ese personaje llegó a mí gracias al director Víctor Quesada, con quien ya había trabajado en un par de obras de teatro. Me llamó y me dijo: “Juan, te quiero ver en ‘casting’ para este proyecto”. Y le dije: “bueno, hagámoslo”. Al principio, uno puede pensar que sabe de qué se trata el autismo, que lo conoce en términos generales, pero con este personaje entendí que no era así. Interpretar a Milo ha sido una de las lecciones más hermosas de mi vida, porque me abrió las puertas a un universo que no conocía. Como sociedad, tenemos un estigma muy fuerte frente al autismo y, además, esta condición tiene una cantidad de particularidades que me exigían no caer en el cliché, sino hacer un acercamiento absolutamente respetuoso y digno de las personas que lo padecen. Para construir a Milo pasé por muchas etapas. Hice varias lecturas junto con Laura Montaña, quien interpreta a mi hermana, la cuidadora de Milo. Además, tuvimos la oportunidad de ir a un colegio llamado Opciones, donde estudian niños autistas y con síndrome de Down. Ahí pude empaparme de lo que vivían los estudiantes y entender que un autismo no se parece a otro. Por otro lado, el proceso también incluyó una preparación física. Milo es una persona con autismo no verbal, así que fue un reto aún mayor, porque tenía que expresar emociones y necesidades sin hablar. Ese fue uno de los mayores desafíos, pero también una de las experiencias más enriquecedoras.
¿Qué significó poder contar esta historia?
Fue una enseñanza de vida inmensa. Definitivamente, el autismo es una forma distinta de ver el mundo, y creo que como sociedad relegamos mucho a esta comunidad porque no sabemos cómo acercarnos. Además, la respuesta del público ha sido hermosa. Me han escrito muchísimo para agradecerme por visibilizar la historia del cuidador. Generalmente, las historias que vemos sobre autismo se centran en cómo estas personas destacan en algún ámbito, que son genios. Pero esta serie muestra el día a día. Muestra cómo, en muchas familias, el hermano que no tiene ninguna discapacidad se queda relegado porque toda la atención se dirige hacia el niño autista o con síndrome de Down. Esta historia permite ver esa realidad, ponerla sobre la mesa y decir: “Esto también existe, y no es fácil”.
Ha trabajado con personas de gran peso dentro de la industria. ¿Qué ha aprendido de esa experiencia?
Ha sido un camino de completo agradecimiento. Poder compartir el set con estrellas a las que he admirado toda mi vida ha sido increíble. Estar al lado de Oscar Isaac, Ben Affleck y Pedro Pascal en “Triple Frontier” fue un sueño cumplido; todavía hoy no me lo creo. También tuve la oportunidad de trabajar con André Holland, de la película “Moonlight”, cuando hicimos “The Big Cigar” para Apple TV. Estar cerca de ellos es estar aprendiendo constantemente, observando cómo abordan el arte, cómo trabajan, cómo construyen sus personajes. Al mismo tiempo, poder mostrarle al mundo que los latinos tenemos muchísimo que ofrecerle a esta industria es algo muy valioso. Entonces, todo ese conocimiento que uno adquiere trabajando con estrellas de talla mundial puede ponerse al servicio del oficio aquí, darle más mística, más profundidad. Creo que eso es lo más lindo: poder decir “vengo de allá” y aplicar lo aprendido en grandes producciones para hacer crecer nuestra industria colombiana. Seguimos construyendo patria y aportando a una industria hermosa, a la que agradezco poder seguir dedicándome, sabiendo que no es fácil vivir del arte.
