Juliana Restrepo lleva más de una década trabajando en gestión cultural. Hace unas semanas fue nombrada directora del Museo Nacional. Uno de los grandes retos que tiene, dice, es asumir la ampliación del Museo, de la que se viene hablando desde hace casi veinte años, así como lograr comunicar la narrativa que hay detrás de la renovación de las salas del Museo. Actualmente, y en medio de la coyuntura que forjó la pandemia del Covid-19, el Museo se sostiene con los recursos que le dan el Ministerio de Cultura, la Asociación amigos del museo nacional, la vinculación con empresa privada y los propios, que generan por el cobro de sus actividades. La semana pasada el Museo abrió el auditorio para actividades con aforo limitado y espera seguirse reactivando paulatinamente.
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¿Cómo define el Museo Nacional que recibe hoy?
El Museo Nacional tiene una responsabilidad muy grande. No solo por la colección que alberga, sino por la realidad que viven los museos en esta etapa, que ni siquiera es una etapa de pospandemia sino una etapa de pandemia; el Museo es el interlocutor de toda la red nacional de museos. Este es un tiempo en el que los museos han tenido que repensar la manera en que se relacionan con sus públicos, la manera como trabajan, teniendo en cuenta que el sector cultural ha sido uno de los más golpeados por la pandemia.
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¿Hoy cómo se habla de una construcción de identidad nacional?
Una de las cosas que nos identifica como nación es la diversidad. Entonces en el Museo deben confluir los múltiples discursos, las múltiples visiones de país. La frase “el Museo de todos”, en realidad reúne una idea de que el Museo tiene que acoger las múltiples voces para que esto sea una construcción colectiva. No es un museo que emite una visión de país o que emite un discurso unificado sino todo lo contrario: que permite esa visión coral, ese mensaje coral de país.
¿Cuál es la propuesta que tienen para llegar a las regiones?
Antes el museo recibía públicos que llegaban a la capital. El reto de adaptarnos a entornos digitales abrió una nueva ventana para llegar a una cantidad de públicos a los que antes no se llegaba. Hoy en día tenemos públicos de muchas regiones de diferentes partes del país, a través de recorridos y talleres. Finalmente es el Museo de todos los colombianos y ahí hay un trabajo que se tiene que seguir haciendo. Hay otro programa que se venía haciendo solamente en Bogotá y que consistía en trabajar con diferentes comunidades de localidades de Bogotá; vamos a hacer un trabajo con tres museos [del Ministerio de Cultura] para comenzar, para ver cómo llegar a muchas más regiones ya con ejercicios presenciales.
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¿Desde qué perspectivas se da el discurso del Museo? ¿Desde lo histórico, desde la memoria?
Uno de los proyectos más ambiciosos del Museo Nacional es el proyecto de renovación museográfica de las salas del museo. El sentido de la renovación responde a tu pregunta. Antes, la nación estaba contada a través de las colecciones [arte, historia, arqueología y etnografía], pero narrando la nación por separado; hablaban del pasado de manera cronológica. La renovación del museo lo que propone es poner a conversar esas cuatro colecciones. Entonces cada una de las salas presenta un diálogo de las cuatro colecciones para poder mostrar la historia de la nación no necesariamente en orden cronológico, sino irnos entendiendo como el país que fuimos, el país que somos, el país para donde va. Y otra cosa muy interesante es que hay una cantidad de actores que antes no eran tenidos en cuenta. Por ponerte un ejemplo, los indígenas, los afrodescendientes, desde todas las colecciones; personajes que estaban más guardados porque desde una historia cronológica no se podían contar.