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Diez lonas de 5 metros de alto por 2 metros de ancho componen La espera, obra con la que Diana Velásquez pone en escena una fila de personas mayores que esperan, cada una a cierta distancia de la anterior. Esta instalación le permite al Grand Palais, monumento republicano, hacer eco de las preguntas más urgentes y más contemporáneas. El público podrá disfrutar de la obra hasta el 15 de febrero del 2021.
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Partiendo de reflexiones alrededor de cómo la pandemia del coronavirus ha revelado la precariedad en la que viven los seres humanos, pero que alcanza primero a los más vulnerables, Velásquez desarrolla este proyecto con la intención de identificar y recordar a la gente mayor, así como a la espera que ellos han tenido que afrontar en medio de una gran incertidumbre y, en muchos casos, de una gran soledad”, afirma la artista. Ella recuerda una frase de Martin Luther King: “puede que todos hayamos llegado en diferentes embarcaciones, pero ahora estamos todos en el mismo barco”.
Con la idea de transmitir la historia, pero también con la de hacer eco de las voces de las nuevas generaciones y de los cuestionamientos de carácter global, el Grand Palais decidió abrir su espacio a la creación de Velásquez. “El trabajo sobre la herencia colonial de Sammy Baloji o el de la espera de Diana Velásquez nos hablan de crisis sociales en todo el mundo. Después de Bogotá y Gijón (Asturias), la obra de la artista colombiana está puesta a la escala de un monumento que se convierte a sí mismo en relato”, afirma Chris Dercon, director del Grand Palais.
“Las largas colas contienen las dificultades del sistema para hacer frente a las problemáticas sociales, económicas y sanitarias. Son un reloj detenido en el que son lanzados no solo los esfuerzos concretos de quienes esperan, sino sus aspiraciones, su angustias y sus deseos. Lamentablemente, la espera no se define como el tiempo que toma una solución en llegar, sino como una frontera indeterminada que nos separa del feliz desenlace de aquello que esperamos. La sociedad contemporánea se ha acostumbrado a esperar y a hacer colas, incluso durante varios días, para acceder ya no a un servicio o un trámite burocrático, sino para poder comer, huir de la guerra, pedir asilo, entre otras muchas cuestiones que comprometen la supervivencia del individuo. La espera pone a prueba nuestra resistencia”, afirma Velásquez. A criterio de la artista, la espera se ha manifestado en el ámbito informativo, político y médico, en medio de un confinamiento que no permite la interacción y que encierra a las personas en “su grupo burbuja nuclear. Hemos tenido, y seguimos teniendo, una espera consciente para que la nueva normalidad no nos arrase”, puntualiza Velásquez.