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Una colección para conocer Colombia
a través de
los libros


La Biblioteca Básica de Cultura Colombiana ha reunido, durante nueve años, títulos esenciales en diferentes temas
de interés nacional.

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Andrea Jaramillo Caro
24 de marzo de 2025 - 02:00 p. m.
La Biblioteca Básica de Cultura Colombiana ha estado activa desde el 2016.
La Biblioteca Básica de Cultura Colombiana ha estado activa desde el 2016.
Foto: Viviana Velásquez
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Desde 2016, los colombianos han podido consultar de manera digital una colección de libros curada para recoger los relatos que componen la cultura colombiana. Bajo el nombre Biblioteca Básica de Cultura Colombiana (BBCC), la Biblioteca Nacional presentó este proyecto durante la Feria del Libro de 2016. “Abrimos la posibilidad de que en las más de 1.500 bibliotecas públicas de Colombia se lea nuestra cultura. Aquí encontramos más de 100 títulos con lo más representativo en diversas áreas temáticas, como gastronomía, historia, economía, libros de viajes, botánica y arte”, se lee en la página.

Aunque al principio eran menos títulos, la BBCC ya cuenta con 114 libros en su colección, cuyo origen se puede rastrear desde 2015. Jesús Goyeneche, gestor editorial de la Biblioteca Nacional, contó que todo comenzó mientras Consuelo Gaitán era directora de esta entidad y Mariana Garcés estaba al frente del Ministerio de Cultura. “La meta que tenían era aumentar el índice de lectura de 1,9 a 3,2 libros leídos por colombianos al año”, dijo.

La iniciativa de la BBCC está inspirada en proyectos como la “Selección Samper-Ortega de Literatura Colombiana” o la colección popular de Jorge Rojas, “que después fue llevada a mayores dimensiones por Juan Gustavo Cobo Borda en los 70. A partir de estas inspiraciones ellos pensaron en hacer una nueva biblioteca básica”, afirmó Goyeneche.

En aquel momento había una cercanía con el Ministerio de las TIC y la Fundación Bill y Melinda Gates, pues también trabajaban en proyectos de conectividad, que eran una prioridad para el gobierno Santos. Con eso en mente, crear una colección digital de libre acceso, en la que no tuviera que haber inversión en la impresión, sino que “las bibliotecas se convirtieran en centros de mediación de publicaciones digitales en tres formatos”, se presentó como una opción para cumplir con esa meta.

Comenzó, entonces, la gestión para hacer de esto una realidad. En 2015 se reunió el primer comité, en el que se escogieron las primeras obras que entrarían a la colección: “Las elegías de varones ilustres”, “María”, “La vorágine”, “Tierra de promisión”, “La marquesa de Yolombó” y otras que ya se encontraban en el dominio público. Con 25 títulos nació la Biblioteca Básica de Cultura Colombiana.

Diego Pérez, líder del equipo de proyectos editoriales de la Biblioteca Nacional, comentó que la idea de una colección como esta ya se había desarrollado durante el siglo XX. A partir de esos referentes nacionales, el primer criterio que tuvieron en cuenta para la BBCC fue la “importancia” de los títulos que seleccionarían, “era como una visión de estos textos canónicos de la cultura que todo colombiano de alguna manera tendría que conocer”, afirmó. Pero no se limitaron solo a la literatura, sino que los campos del conocimiento se expandieron para incluir temáticas como arte, cocina, historia, entre otros, para “tener una visión más amplia de la cultura colombiana”.

“Lo más sencillo fue empezar por obras que ya estuvieran en el dominio público, ese fue, en un primer momento, uno de los criterios. De alguna manera siempre tienen esta naturaleza de ya tener una serie de lecturas que los consolidan en la cultura y sabemos el valor que tienen. También nos facilitan la edición, porque al estar libres, cualquiera puede entrar a editarlos. En esta primera fase intentamos encontrar los textos canónicos de la cultura colombiana”.

Un diferenciador que quisieron utilizar, con respecto a las colecciones pasadas, fue la cronología de las obras. Por esta razón, el primer título que conformó la colección fue “Las elegías de varones ilustres” y, de ahí en adelante, tomaron textos hasta principios del siglo XX. Para la segunda fase de la selección se unieron Mario Jursich, Julio Paredes y José Antonio Carbonell. Junto a Consuelo Gaitán y otros participantes del proyecto, se discutieron cuáles serían las siguientes adiciones a la selección.

Llegados a este punto, concluyeron que la cronología sería un obstáculo para llegar a textos más recientes, por lo que el criterio cambió. Con los conocimientos del sector cultural que cada persona aportaba comenzaron a decantar una base de datos con los títulos de diferentes temáticas y tipos de textos que entrarían a esta colección. Para nutrir la selección se refirieron a las colecciones que se realizaron durante el siglo XX, como la de Samper-Ortega, las colecciones básicas de los 40 y luego las de los 70, con Jorge Rojas y Juan Gustavo Cobo Borda.

El dominio público continuó siendo un criterio, hasta que comenzaron a seleccionar obras para las que tendrían que gestionar derechos de autor. La colección pasó a ser más contemporánea. De acuerdo con Goyeneche, ya había una base de datos en la que podían buscar a las personas o agencias indicadas para realizar estos procesos.

Uno de los desafíos llegó con los derechos de autor, pues, por ejemplo, gestionar los derechos de un autor como Gabriel García Márquez fue una dificultad que tuvieron que enfrentar.

“Sus derechos los maneja la agencia Balcells, y es difícil entrar en contacto con ellos. Aparte, con lo que podemos pagar los derechos de una sola obra de García Márquez, podemos mantener activas fácilmente cinco títulos de la colección. Un gran reto en el sostenimiento de este tipo de proyectos es que no se trata solamente de editar y publicar, se trata de estar renovando licencias y estar revisando los materiales constantemente. Creo que esa es una de las diferencias a la hora de imprimir, porque tú negocias los derechos, imprimes todos los títulos que te permitan que hayas pagado en el contrato y están los libros presentes, pero en una colección digital es muy diferente: si la negociación se cae, el libro deja de estar disponible para lectura de cualquier persona”, aseguró Pérez.

Adicionalmente, si los derechos cambian de representante, se puede volver más difícil hacer el contacto para la renovación de la licencia o pueden cambiar las tarifas o condiciones. De acuerdo con Pérez, es justamente esto lo que sucedió con seis de los títulos que se encontraron en un momento en la colección, por lo que la cantidad de obras cambió de 120 a 114, actualmente.

Más allá de las dificultades por infraestructura tecnológica o por derechos de autor, Pérez y Goyeneche contaron que crear una colección que recopile la cultura colombiana es difícil, porque implica un riesgo: dejar algunos autores o textos por fuera. “Cuando se decide hacer una colección de carácter estatal, puede ser muy cuestionada, pero es algo que se debe asumir para poder adelantar ese tipo de decisiones. En cuanto a las curadurías, hay que entender que cualquiera que se haga va a partir de los criterios de las personas que trabajan en esa curaduría, y creo que ese es uno de los asuntos más espinosos: hablamos de una institución, como la Biblioteca Nacional, que está diciendo que existe un conjunto de 120 obras que ameritan ser leídas”, dijo Pérez. De acuerdo con él, esto responde a la época en la que se realizó la selección y a las personas que hicieron la curaduría. “De hecho, varios de los proyectos posteriores que realiza la Biblioteca Nacional y el Ministerio de las Culturas ya no tienen que ver con esta colección, sino con ir llenando esos vacíos. Sabemos que, como su nombre lo dice, esta es una colección básica”.

En nueve años que ha estado la colección activa, Goyeneche afirmó que han podido ver el impacto de este proyecto en región gracias al trabajo de los mediadores de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas. Adicionalmente, algunos títulos de la BBCC se mantienen como algunos de los más consultados en la página de la Biblioteca Nacional. “Desde que salieron, los libros fueron muy bien recibidos en región, en ese momento se entregaban tabletas con la colección completa y se hacían muchas actividades de difusión. En los últimos años, lo que hemos tratado de hacer es seguir moviendo los títulos a través de las redes de la biblioteca. El hecho de tener una colección básica nos ha permitido llevarles a los lectores en el país y el mundo un pedazo de Colombia, y establecer conversaciones sobre cosas que no conocían o que les son muy cercanas. Creo que es un punto bien importante para empezar conversaciones en muchos aspectos en todo el país”, finalizó el gestor.

Andrea Jaramillo Caro

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com
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Mente crítica(ravam)30 de marzo de 2025 - 08:46 a. m.
Cuál es el listado???
CARLOS ALBERTO CHAMORRO ERAZO(3x0iq)26 de marzo de 2025 - 01:19 a. m.
Es un buen esfuerzo. Cuáles son los títulos de esas 114 obras?
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