“La casa de las flores”, una reflexión sobre transfobia y homofobia
Según el portal de France24, en 2017 el 78% de los “asesinatos transexuales” cometidos alrededor del mundo fueron en Sudamérica y Centro América. En 2018, hubo 381 asesinatos en México por homofobia, siendo este el país con más “crímenes de odio” en la región.
María Paula Lizarazo
La casa de las flores, lanzada precisamente en 2018, dirigida por Manolo Caro y reproducida por Netflix, cuenta la historia de la familia de La Mora. La narración se desarrolla a lo largo de tres temporadas; comienza con el suicidio de Roberta en la fiesta de cumpleaños de su amante, Ernesto, quien es el padre de la familia de La Mora. A partir de ese día, luego de que Virginia se entera de la infidelidad de su esposo en medio de la fiesta, comienzan a revelarse poco a poco secretos familiares; se dan rupturas de pareja, surgen problemas económicos, entre otros.
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La casa de las flores, lanzada precisamente en 2018, dirigida por Manolo Caro y reproducida por Netflix, cuenta la historia de la familia de La Mora. La narración se desarrolla a lo largo de tres temporadas; comienza con el suicidio de Roberta en la fiesta de cumpleaños de su amante, Ernesto, quien es el padre de la familia de La Mora. A partir de ese día, luego de que Virginia se entera de la infidelidad de su esposo en medio de la fiesta, comienzan a revelarse poco a poco secretos familiares; se dan rupturas de pareja, surgen problemas económicos, entre otros.
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En torno a esta familia, la serie expone situaciones de homofobia y transfobia en México, por ejemplo con la relación de Paulina de la Mora y María José Riquelme, y la de Julián de la Mora y Diego Olvera. Cabe mencionar que la tercera temporada se desarrolla entre el año 1979 y el 2018-2019: la ambientación del 79 hace referencia a la juventud de Virginia y el 2018-2019, al presente de la familia, cuando ya Virginia ha fallecido.
El personaje de Patricio es el punto de partida y de convergencia entre los dos tiempos que se intercalan en la tercera temporada. Patricio fue un amigo de juventud de Virginia. Cuando ambos estaban acabando la preparatoria y, aun tiempo después, tuvieron en común un grupo de amigos con el que salían de fiesta y participaban en las protestas estudiantiles de aquellos años. Patricio era homosexual, sin embargo, una vez Virginia y él tuvieron una relación sexual de la que al parecer Virginia quedaría embarazada de su primera hija, Paulina. Unas semanas después, Virginia y Ernesto, que eran mejores amigos, se casaron por conveniencia, por lo que Ernesto se haría cargo de la niña que nacería.
Una noche en un bar, cuando aún no se habían casado Virginia y Ernesto, Patricio se vistió con prendas femeninas e hizo un show de baile. Vestido de mujer, les dijo a sus amigos: “llámenme Paulina”. A los pocos días, fue asesinado afuera del mismo lugar. Entre los asesinos, estaba su pareja, con quien Patricio tenía una relación secreta porque aquel no quería aceptar socialmente la relación.
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En Sujetos de sexo, género, deseo, Judith Butler cuestiona, con miras a Simone de Beauvoir, el hecho de que el género, al ser una construcción, esté ligado a un sexo: esta “afirmación de que el género está construido sugiere cierto determinismo de significados de género inscritos en cuerpos anatómicamente diferenciados”. Si el género está asociado a un sexo determinado, este “existe únicamente en relación con otro significado opuesto” (Butler).
Cuando en la primera temporada Virginia se entera de que su hijo Julián es homosexual y lleva una relación con Diego Olvera, el contador de la familia, su reacción es de rechazo, intentando convencer a Julián de que guarde eso como un secreto, de que piense si no está confundido, de que su novia es la persona indicada para portar el anillo de la bisabuela. Luego se verá que en realidad Virginia tenía miedo, aún casi cuarenta años después, de que asesinaran a su hijo como a Patricio: primero muertos que homosexuales, fue lo que entendió Virginia y lo que tanto temió por su hijo.
Por el lado de Paulina de la Mora y María José Riquelme, en la primera temporada muestran que algunos años atrás del presente (2018), Paulina estaba casada con José María Riquelme cuando un día lo encontró usando su ropa y su maquillaje. Después de esto vino el divorcio, José María comenzó distintos tratamientos para transformar su género y se fue del país. Por los días en que Roberta se suicida en la fiesta de Ernesto, Paulina y María José se reencuentran. Tras varios momentos de reflexión, interpelación e identificación, en la tercera temporada deciden volver a estar juntas.
El caso de Riquelme entra en conflicto con el planteamiento que expone Butler con miras a De Beauvoir acerca de que se llaga a ser mujer, pues “la coherencia y la continuidad de una persona [... son] normas de inteligibilidad socialmente instauradas y mantenidas” (Butler); Stuart Hall en Quién necesita identidad apunta que desde el enfoque discursivo [se] ve la identificación como una construcción, un proceso nunca terminado: siempre “en proceso”.
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Las transformaciones de identidad y los relacionamientos afectivos de Julián, Diego, Paulina y María José dan cuenta de que la identidad es ese proceso en construcción que expone Hall y que contradice la noción identitaria de: sexo = género = orientación sexual.
Si bien hay una construcción del género, esta en realidad no está condicionada por y hacia determinaciones binarias, sino que al liberarse de estas, el sujeto se ciñe a otras discursividades sobre la reflexión del género y el afecto. Es por las reflexiones y los movimientos de género que se han dado en América Latina en las últimas décadas, que Julián ya no vivió el mismo destino que Patricio. Incluso, tanto por el contexto que permite su surgimiento, como el contexto al cual se integra (recordemos las cifras de México en el 2018), la misma serie entra a formar parte de las prácticas discursivas que ponen en cuestión los determinismos binarios.
No más si miramos la coyuntura de la COVID-19, por ejemplo, en México, la Casa Azul de Frida Kahlo se adaptó para recibir personas de la comunidad lgbt que estén expuestas a agresiones en estos tiempos de confinamiento.
Aunque anteriormente se enfrentaron dos giros importantes que se han dado en los estudios de género con relación a la identidad, a la luz de Judith Butler y desde Simone de Beauvoir, habría que extender este análisis más que como una lectura, una apertura a la continuación de diálogos entre pensamiento crítico y participación social, pues no obstante las ganancias que han traído consigo los movimientos de género -como demuestran las diferencias del contexto de juventud de Patricio con el de la adultez de los hijos De La Mora-, las cifras permanecen (se incrementan), por lo que aun hay quienes no tienen un espacio para entrar su género en disputa y pensarse a sí mismos, como Patricio.