En el centro comercial El Puente, detrás de la fachada de una antigua tabacalera, se encuentra la Casa del Libro Total, un espacio que esconde un universo literario y cultural poco común. Aunque a simple vista parece solo un lugar de consulta y lectura, también funciona como un laboratorio cultural y comunitario.
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En entrevista para El Espectador, Luis Manuel García, gerente de El Libro Total en San Gil, habló sobre este proyecto, los impactos en la comunidad y los principales retos de estas iniciativas en la región.
Una biblioteca que nace de la tecnología
La Casa del Libro Total es un proyecto que se centra en tres ejes: la biblioteca digital, la editorial y el espacio cultural. La biblioteca surgió con el objetivo de crear un ecosistema digital cultural accesible y reúne más de 220.000 contenidos que incluyen libros, audiolibros, música, arte y videos. Según García, “la biblioteca nace para que cualquiera, sin importar dónde viva o cuánto sepa de literatura, pueda tener acceso a estos contenidos sin barreras”.
En un municipio donde parte de la población vive en zonas rurales con acceso limitado a internet, la plataforma permite descargar libros y luego consultarlos sin conexión, garantizando que la lectura no dependa de la red.
Además de acoger obras clásicas, la biblioteca incluye libros de escritores emergentes de San Gil, Curití, Bucaramanga y otras ciudades. Cada autor recibe su espacio bibliográfico dentro de la plataforma, con reseña, datos biográficos y enlaces a su obra, una forma de visibilidad poco común en estos proyectos. García lo describe como “una especie de Alejandría donde todos llegan y hacen su aporte, y se va potenciando un poco más”.
La propuesta no se limita a reunir solo libros, porque cada obra está enlazada con contenido artístico y documental, como pinturas, partituras, ensayos y entrevistas. Este modelo digital dio origen al concepto de “libro extendido”: ejemplares impresos que juegan con la diagramación y el diseño para conectar la página física con la digital.
A través de códigos QR, el lector puede saltar del papel a ilustraciones inspiradas en el texto, versiones en otros idiomas, análisis, registros históricos, entrevistas y, en algunos casos, música creada a partir de la obra o de su contexto. El objetivo es que el usuario se convierta en un lector activo que pueda interactuar con diversos materiales alrededor de la lectura.
La Casa: un punto cultural para San Gil
En un municipio donde la oferta cultural es mínima y los espacios de lectura suelen concentrarse en el ámbito escolar, la Casa del Libro Total se ha convertido en una de las pocas alternativas estables para el encuentro con los libros y la cultura. Su intención es que la cultura no sea esporádica, sino parte de la vida cotidiana.
No obstante, llegar al público no siempre es sencillo. Si bien cuentan con una programación constante, el hecho de que sea gratuito a veces genera desconfianza. “Cuando algo es gratis, muchos creen que va a ser malo o improvisado”, señala García.
La convocatoria se vuelve todavía más compleja cuando se trata de actividades culturales especializadas, como conversatorios sobre historia de la música o movimientos artísticos, que pueden sonar lejanos o intimidantes para quienes no han tenido contacto con ellos.
Por ello, la Casa del Libro Total ha apostado por diversificar su oferta y hacerla más accesible. Los miércoles se realiza club de cine, los jueves club de lectura, y se suman talleres de artesanía, pintura con café e incluso intervenciones artísticas sobre chaquetas y zapatos. El objetivo es crear un espacio abierto a la comunidad para compartir saberes y aprender de otros. “Queremos que la cultura no se vea como algo académico o distante, sino como algo que también se hace con las manos y se comparte”.
Además del público espontáneo, la Casa del Libro Total trabaja con instituciones educativas de la región. Cada mes reciben grupos de colegios urbanos y rurales que participan en jornadas de lectura y talleres. Estas visitas buscan romper con la idea de la lectura como obligación académica. García explica: “Cuando vienen los chicos, no los sentamos a leer en silencio como en un salón de clase; primero les mostramos que la literatura está viva y que se puede conversar con ella”.
Recientemente realizaron una lectura guiada de Franz Kafka con docentes y directivos de un colegio de la región, y otra jornada con estudiantes alrededor de cuentos de Edgar Allan Poe. “Nosotros tratamos de buscar la naturalidad de la literatura y que salga del claustro del deber. La idea es enfocarlo al crecimiento y al disfrute”.
Estas actividades se convierten en puertas de entrada para lectores nuevos, especialmente en zonas rurales donde el acceso a libros físicos es limitado. “Nuestro objetivo no es solo que vengan a la Casa del Libro Total, sino que encuentren la biblioteca digital y sigan leyendo desde donde estén”, señala.
Un proyecto en construcción permanente
Actualmente, las Casas del Libro operan en Bucaramanga (sede principal), San Gil, Barrancabermeja, Riohacha, Neiva, Arauca y Armenia. Las tres últimas son las más recientes y apenas se presentan ante sus comunidades.
García, quien lleva dos años al frente de la casa en San Gil, es consciente de que el camino es largo. “No tenemos un nicho específico. No queremos apuntar solo a los que aman la literatura. Queremos que el público sea general, que tanto niños, jóvenes como adultos puedan acercarse”.
Entre los libros de la editorial, los talleres de artesanía y las jornadas de lectura, El Libro Total busca abrir la puerta a poetas, escritores, pintores y músicos de San Gil para dar a conocer su obra. Es una apuesta que busca ampliar los espacios culturales en la región y el país, para que más personas puedan acceder a la lectura y compartir sus saberes.