La cruel “democracia” colombiana (In memóriam Carlos Álvarez)
“¿Qué es la democracia?” es un recuento de 40 años en los que la política colombiana se encargó de demostrar que por medio de las jornadas electorales solo se legitimó un poder repartido arbitrariamente entre el liberalismo y el conservadurismo.
Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad
De caras jóvenes y sucias, el documental de Carlos Álvarez pasó a rostros empastados con maquillaje. De niños sin zapatos mirando hacia arriba esperando algún pedazo de pan, una moneda, o una mirada que validara su existencia, la película hizo transiciones rápidas a las barrigas de los políticos que decían saber cómo resolver el problema del subdesarrollo. “¿Qué es la democracia?” se inicia con ejemplos de lo que definitivamente no era la democracia.
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De caras jóvenes y sucias, el documental de Carlos Álvarez pasó a rostros empastados con maquillaje. De niños sin zapatos mirando hacia arriba esperando algún pedazo de pan, una moneda, o una mirada que validara su existencia, la película hizo transiciones rápidas a las barrigas de los políticos que decían saber cómo resolver el problema del subdesarrollo. “¿Qué es la democracia?” se inicia con ejemplos de lo que definitivamente no era la democracia.
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Después de muchos años de grabar esta película, Carlos Álvarez dijo que caer en la tentación de hacer cine mediocre era muy fácil porque producirlo era muy costoso, y que los que ponían la plata no querían críticos, además de que las personas preferían el entretenimiento, no la incomodidad. Según él, era y es más rentable hacer “comedias bobas o películas pornográficas”, y todo indica que a esta conclusión llegó desde que comenzó a grabar documentales. En “¿Qué es la democracia?”, por ejemplo, se encargó de abandonar las consideraciones con el espectador y mostró en varias imágenes las partes, la sangre y la rigidez de los cuerpos que iban cayendo a causa del conflicto bipartidista. A una foto de un niño no mayor a cinco años, le cedió el foco por más de tres segundos, y luego la acercó, y se quedó ahí, como forzando a que lo detallaran, a que sostuvieran la mirada en esa vida desperdiciada.
Álvarez también dijo que no entendía por qué a la gente le molestaba tanto la pedagogía. Sabía que su documental era pedagógico, y, además, era consciente de que el escozor se producía en un porcentaje específico de la sociedad colombiana. Lo que ilustraba su largometraje validaba los ideales revolucionarios tan odiados por la aristocracia, y se burlaba de la insistencia con la que los volantes y la prensa de los 60 y los 70, instaban a que el pueblo votara. “El pueblo vota, pero no elige”, decía una voz en off que explicaba por qué necesitaban una masiva asistencia a los sufragios: el poder se legitimaba si se conseguía por "elección popular".
“¿Qué es la democracia?” reveló lo que desde los 30 hasta los 70 el pueblo ya sabía, pero necesitaba que le recordaran. Su discurso fue un ataque frontal a los poderosos que no querían que se dijera en voz alta que ya todos sabían de su tiranía, y que era evidente que no les preocupaba la población, ni la pobreza. Querían poder. Querían apretarle la mano al “Tío Sam”, y así perpetuarse en un cargo que les aseguraba los lujos y los reflectores.
Colombia, una sociedad a la que siempre se le ha criticado por su gente estólida y acomodada, ha tenido que lidiar históricamente con los estigmas y la injusticia. Tal y como lo demostró el documental, el pueblo sí salió a las calles, pero tal parece que a defender a los representantes equivocados de las causas correctas. Los campesinos y la clase media sí votaron, pero no sirvió porque de todas formas en 1970 se robaron las elecciones con las que demostraron que el azaroso presente del país no se apaciguaría con la supuesta “democracia”, ni que habría más equidad eligiendo al mejor gobernante. No. Lo que se comprobó aquel 19 de abril de 1970, y lo que refuerza el documental de Álvarez, es que la “muchedumbre” tenía que organizarse para reaccionar ante las argucias de los que no pararían hasta sentarse en la silla presidencial.
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Por cada una de las urnas se pasearon los dedos delgados y sucios que soñaron con una vida más digna. También acudieron los que, con sus dedos adornados con anillos y brillos, depositaron sus armas en forma de votos para adueñarse de otro periodo más en un poder que les servía solo a ellos. El documental de Álvarez fue entonces un recuento de 40 años de historias que se replicaron prometiendo cambios. “¿Qué es la democracia?” fue una forma de decir, por medio de imágenes crudas y matices indignantes, que en Colombia votar por los candidatos que se lanzaban era hacerse cómplice de un sistema que no iba a transformarse. Al final se habló de revolución y de un cambio que solo se produciría si los de arriba se daban cuenta que los de abajo se habían cansado de los atávicos enfrentamientos con los que los únicos muertos eran ellos. El pueblo, que se fue organizando para dejar de enfrentarse entre sí, le apuntó con el fusil a los que con la biblia y la constitución se proclamaron salvadores de la República.