La determinación de Lina González-Granados, directora de orquesta caleña

No hablemos de los lugares en los que estudió, sino del proceso anterior a estos lugares. De lo que la llevó a tomar la decisión de convertirse en directora…

No hablemos de los lugares en los que estudió, sino del proceso anterior a estos lugares. De lo que la llevó a tomar la decisión de convertirse en directora…

Decidí estudiar música de manera profesional cuando me iba a graduar del colegio. No fui como algunos músicos que descubren su vocación desde los dos años de edad. Siempre estuve en coros, en la tuna y tocaba el piano, pero nunca estuve en el conservatorio ni en nada muy relacionado como para decir que tuve una transición muy orgánica. Cuando decidí dedicarme a la música, lo más importante fue el apoyo de mis papás. En ese momento, lo primero que pensaba la gente era que me iba a morir de hambre o que me tendría que conformar con ser profesora, como si esa profesión fuese indigna. Había y creo que aún hay un estigma con la verdadera vocación de un artista que requiere de rigurosidad, disciplina y sacrificio.

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¿Siempre quiso dedicarse a la música?

Estaba entre dos opciones: música o medicina. Mis papás son médicos, pero cuando dije que quería estudiar música hubo apoyo total. A mí papá, por ejemplo, le dijeron que iba a tener que sostenerme toda la vida, pero él siempre ha estado orgulloso de mis decisiones. Recuerdo que cuando estaba pequeña, a las 2 de la tarde y en medio de los intensos calores de Cali, mi mamá y yo nos íbamos a pie para que yo tomara las clases de piano todos los días. Ella se sentaba a leer su libro y después me llevaba a la casa para que hiciera las tareas. Me llevaba el almuerzo en el taxi y yo comía en el carro para después tomar las clases, en fin, el apoyo fue absoluto y eso para mí fue vital.

Usted dice que no tuvo la misma revelación temprana de que tenía habilidades para la música como otros directores de orquesta. Hay una creencia: si el artista o el que consume el arte no se relaciona tempranamente con las artes, no podrá entender y hasta disfrutar de, en este caso, la música ¿Qué opina?

Tenía 16 años cuando tomé la decisión de estudiar música profesionalmente. No tienes que estar relacionado desde niño para producirlo o consumirlo. No creo en esa creencia que además me parece tristemente común. No hay reglas para hacerlo. En mi caso, que además soy una mujer latinoamericana, hay otros limitantes que salen en el camino para decirte que no puedes o no eres capaz. Yo creo que mis papás en algún momento pudieron tener dudas sobre lo que quería hacer, pero jamás me lo demostraron. Siempre me inculcaron que el único límite que existía es el que yo me ponía a mí misma. Cuando me encontraba con las excusas de los demás para limitar mi proceso, seguía adelante. Si la puerta se cerraba por un lado, yo la abría por el otro. Todos los perfiles de músicos son distintos. No tiene nada que ver con salir de la universidad, conseguir un trabajo y listo. Es un medio muy competitivo en el que tienes que confiar en ti y tus decisiones, pero no hay límites ni edades.

Hablemos de sus hábitos, de sus rutinas. Usted habla de mucho rigor y disciplina alrededor de esta labor, pero ¿cómo se ve eso en el día a día?

Mis hábitos han cambiado a lo largo del tiempo. Ahora tengo 34 años y estoy casada, así que mis rutinas se han modificado para lograr tener un balance, de otro modo mi relación con el trabajo podría verse hasta malsana. En general, todos los días estudio y escucho música. No importa el lugar ni el momento. El trabajo va conmigo a las vacaciones. Estoy en constante trabajo con mi labor. Me levanto a las 4:30 de la mañana porque tengo ese hábito desde que soy muy pequeña. Mis papás siempre han sido muy madrugadores y cuando estaba en bachillerato me iba a las 5 de la mañana con ellos para ir a spinning. No soy una persona nocturna, así que mis momentos más productivos son de 5 de la mañana a 8, momento en el que desayuno. Tomo café y algo muy ligero para seguir estudiando. Cuando estoy en la misma zona horaria con Colombia, llamo después del café a mis papás y trato de hablar con ellos varias veces en el día. Yo tengo niveles de estudio: me enfoco en lo que estoy dirigiendo hoy, pero también en lo que dirigiré la próxima semana, que también tengo que tenerlo en mi cabeza con anticipación. Si es una obra muy grande que necesita de tiempo de maduración, la comienzo a estudiar con tres o cuatro meses de antelación. Por la noche como algo con mi esposo y duermo a las 10 de la noche. Generalmente se me acaba la energía a las 6 d de la tarde, así que también hago ejercicio varias veces en la semana para estar más activa. Los conciertos son a las 7 u 8 de la noche, así que ahí no aplica la rutina del sueño. En esos momentos, la energía me dura muchísimo.

¿Por qué eligió el arte? ¿Qué hay en la música para que usted mantenga la constancia?

La comunidad que se construye detrás del arte es algo maravilloso para mí. El amor hacia algo que nos une y no tiene palabras que es la música. Esa creencia de que todos tenemos que saber de música para poder sentirnos bien y que además es para mí la gran tara o limitante que se le pone a la música en Colombia. No solamente los que saben pueden disfrutar la música, de hecho es todo lo contrario: el hecho de que podamos entendernos sin tener que explicarlo porque hay algo más profundo como el amor hacia la música, es lo que me hace levantarme todos los días a ser tan constante y estudiar como estudio.

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Hablemos de ser una mujer directora de orquesta...

Hay variables sobre ese tema. Ha habido personas que creen tener el poder de impedir el crecimiento de alguien ya sea por su género o su origen. Lo he vivido, pero eso a mí nunca me ha impedido el cambio. No solamente el sacrificio y la disciplina me han ayudado en mi proceso, sino la capacidad de adaptación. Si por un lado no sale algo porque alguien creyó que no podía hacerlo, yo cambio el horizonte. Todas mis metas las he cumplido. Siempre he sido la dueña de mi vida y no al revés.

Mencionó personas que la han subestimado por ser mujer y latina, pero ¿ha habido sitios en donde estos aspectos han sido llaves para abrir puertas?

Sí, me he encontrado con instituciones y comunidades maravillosas en las que ha pasado todo lo contrario: porque soy mujer o latina me han dado las oportunidades de brillar. Yo simplemente me concentro en los sitios en los que sí se han abierto las puertas. Lucho hasta donde pueda y he decidido quedarme con los proyectos en los que también están interesados en hacer de esta labor o este gremio un universo más inclusivo. También puedo quedarme en mi casa diciéndome que por ser mujer o latina nadie me da oportunidades, pero esa no es mi personalidad.

¿Qué aspectos de su proceso no ha contado? ¿Qué experiencias o sensaciones se ha guardado y considera importantes para destacar?

Quiero reforzar lo que estuvimos hablando: hay muchas personas tratando de hacer las cosas de una forma distinta y yo soy una de ellas. Siento que cuando cuentan la historia de las mujeres, se refieren mucho a todo el esfuerzo que esa persona tuvo que hacer para llegar lejos, pero nadie se refiere a su talento. Es como si nosotras solo pudiésemos lograr cosas mediante el sacrificio y el esfuerzo constante, pero no porque seamos talentosas y tengamos capacidades. Yo me he ganado varios premios, pero mi proceso no se reduce a esos momentos. Siempre he estado ahí y, además de mi esfuerzo y disciplina, he gozado de capacidades y el talento para llegar a donde estoy.

¿Qué es Unitas ensemble?

Es una orquesta de cámara que fundé en Boston cuando me iba a graduar de la universidad. Cuando me gradué no sabía que iba a hacer o a qué me iba a dedicar. Como esos trabajos salen cada dos o tres años, estaba un poco indecisa. Me decidí entre aplicar a muchos trabajos y tenerlos o no, o hacer lo mío y así prepararme para otras cosas. Siempre le he tenido un amor profundo a la música latinoamericana de concierto y aquí en Boston no había nada de música latinoamericana. Se hacía el Danzón n.º 2 y ya, entonces formé este grupo con varios amigos. Ese es el trabajo que más me da felicidad. La figura de varios directores de orquesta aquí en Estados Unidos es la de embajadores de su comunidad, sus raíces y cultura. Para mí era importante hacer eso a través de mi música. Me encanta este trabajo porque es elegido por mí. No solo decido cómo suena la música sino cómo se ve la orquesta y la representación latinoamericana en orquestas de Estados Unidos es baja, así que mi granito de arena se da cuando puedo darles la oportunidad a artistas que la tienen más difícil.

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¿Cuáles han sido las obras latinoamericanas tocadas por Unitas ensemble?

De Colombia hicimos una obra que se llama “Lamentos cruzados”, de un compositor paisa que se llama Juan David Osorio. La idea de esa obra era reconstruir memoria a través de Bojayá. Era el puente entre la historia del soldado de Stravinski y la de diferentes soldados de la guerra. Gracias a que me he dedicado a celebrar la música latinoamericana aquí (Estados Unidos), le he sumado valor a mi carrera. No es fácil traer música latinoamericana a orquestas norteamericanas de altos niveles antes de la pandemia. Hicimos un estreno de una obra llamada “El paraíso según María”, que Juan David escribió para mí. Esa obra se basa en música en Valle de Cauca inspirada en la María de Jorge Isaacs. A mí me interesan esas exploraciones y me gusta hacer música nueva. Amo el proyecto y me encantaría llevarlo a Colombia.

¿En qué consiste La Maestra y qué significó para usted ser una de las finalistas de este concurso?

Es el primer concurso de directoras que ha existido hasta este momento. La Filarmónica de París y la Association Paris Mozart Orchestra, se unieron para hacer un concurso internacional que le diera la oportunidad a diferentes talentos para presentarse. Fuimos 12 finalistas y además del premio monetario ofrecieron la oportunidad de ir a dirigir nuevamente a París. Es un apoyo a nuestra carrera que nos abre los horizontes. Yo nunca he sido una persona de concursos, pero el año pasado hice el de la Orquesta Sinfónica de Chicago y me lo gané, que fue con el maestro Riccardo Muti. El premio, además del dinero, era ser su asistente. Después de ganar me motivé para hacer el de La Maestra. Estoy muy contenta: quedé en tercer lugar y gané el Premio de Orquestas y salas de conciertos de Francia. Fue precioso que hubiese sido en vivo: mi familia pudo ver todo en tiempo real.