El Magazín Cultural

La esperanza revive en La Lizama

A un año del desastre ambiental y social que marcó la vida de más de 450 familias que resultaron afectadas por la ruptura del pozo Lizama 158, la vida sigue su curso. Hoy en día este sector continúa recuperándose.

Liliana Rincón
18 de abril de 2019 - 02:29 a. m.
El trágico hecho de La Lizama un año atrás, por un derrame de petróleo, ocasionó la muerte de más 2.490 individuos de fauna silvestre, así como el desplazamiento de miles de ellos de su hábitat natural. / Liliana Rincón
El trágico hecho de La Lizama un año atrás, por un derrame de petróleo, ocasionó la muerte de más 2.490 individuos de fauna silvestre, así como el desplazamiento de miles de ellos de su hábitat natural. / Liliana Rincón

Una mancha negra brotando de la tierra a borbollones es la imagen que reposa en la memoria de los colombianos al recordar la emergencia del sector de La Lizama. Una mezcla de petróleo, lodo, gases y agua que impregnaba todo a su paso en una extensión de 24 kilómetros. Cuerpos de agua y vegetación adyacentes a las quebradas La Lizama, Caño Muerto y parte del río Sogamoso fueron contaminados por el afloramiento de petróleo proveniente del pozo La Lizama 158, un predio de propiedad de Ecopetrol ubicado a unos 300 metros del corregimiento La Fortuna, jurisdicción del municipio de Barrancabermeja (Santander).

Si está interesado en leer más sobre La Lizama, ingrese acá: Periodistas santandereanos muestran la dimensión de la tragedia en Lizama

Este trágico hecho ocasionó la muerte de más 2.490 individuos de fauna silvestre, así como el desplazamiento de miles de ellos de su hábitat natural. Más de 6.600 animales, entre mamíferos, reptiles, anfibios y aves, fueron atendidos durante los 29 días que duró la contingencia y posteriormente llevados a un sitio de paso para su recuperación y posterior reincorporación a la vida silvestre. Este desastre ambiental y social cumplió un año el pasado 2 de marzo y cambió la vida de más de 450 familias que resultaron afectadas.

La solidaridad y el esmero de las personas e instituciones involucradas permitió que el impacto ambiental no fuese mayor de lo esperado para las dimensiones del derrame de crudo, pero ¿qué tanto se ha recuperado el área en un año?

La superación de un ecosistema perturbado

Según la bióloga Edy Rodríguez, el ecosistema situado en el sector de las quebradas La Lizama y Caño Muerto muestra una impresionante resiliencia, que en la naturaleza consiste en la capacidad que tienen los hábitats de soportar determinados trastornos y recuperarse. “En gran medida, la rapidez con que se ha dado este proceso de restauración se debe a la asistencia humana durante el momento de la emergencia y posterior a ella, pero también a la capacidad que tiene la misma naturaleza de reinventarse”, afirmó Rodríguez, quien a su vez explicó que un ejemplo de ello es la proliferación visible de varias especies de insectos pertenecientes a la familia de los lepidópteros (mariposas) y odonatos (libélulas), los cuales son indicadores del cambio en el estado de conservación de los cuerpos de agua y la vegetación circundante.

Si le interesa leer más sobre lo ocurrido en La Lizama, ingrese acá: La Lizama vs. las peores tragedias ambientales de Colombia

Una mirada desde adentro

Un año después del derrame de crudo, familias de la zona aún lamentan lo sucedido y se adaptan a las nuevas condiciones de este hábitat en restauración.

Eder Manuel López, uno de los guardianes de la reserva Cabildo Verde, quien a partir la emergencia empezó a trabajar como rescatista y cuidador de fauna, destacó que el reto ha sido grande y comentó que la quebrada conocida como Caño Muerto era un criadero de peces importante para la zona pues permitía el sustento diario a los habitantes del sector.

López afirmó que hasta el ganado resultó afectado con el afloramiento, porque el agua permanece contaminada y aún se evidencian trazas de crudo. Por este motivo, varios de sus amigos y vecinos que vivían de la pesca tuvieron que adaptarse a la situación y desempeñar otras labores, como la agricultura y la ganadería.

Trabajando por la recuperación, López explicó que una de sus tareas es recrear los hábitats naturales de ciertas especies a través de unos módulos denominados empalizadas, plataformas que permiten a los peces resguardarse y proteger sus huevos, a las tortugas tomar el sol y poco a poco recobrar el equilibrio del ecosistema.

Según Isauro Vega, técnico de la reserva, cuya vida a la edad de 35 años ha transcurrido en el sector de La Lizama, aunque no fue directamente afectado, fue testigo de cómo sus vecinos vivieron la emergencia y explica cómo la ganadería y la pesca siguen siendo los sectores más afectados por el derrame de crudo.

Una mano amiga

Las labores realizadas por cientos de personas, entre técnicos, profesionales, voluntarios y miembros de la comunidad, permitieron que miles de animales silvestres se recuperaran y regresaran a su hábitat en mejores condiciones.

Para asumir el desafío de restaurar el ecosistema afectado, la organización Cabildo Verde de Sabana de Torres, en convenio con Ecopetrol, inició una labor de mitigación que ejecutó en tres etapas: rescate, atención y ahuyentamientos.

“La primera fase de asistencia inmediata consistió en la captura de todos los animales silvestres que estaban asociados a las quebradas La Lizama y Caño Muerto. De allí se llevaban al centro de atención y valoración. Luego de los diagnósticos realizados por los médicos veterinarios se determinó el tipo de atención que requerían, se hidrataban o se realizaban las labores de limpieza, se mantenían en observación y finalmente se trasladaban al área de reserva en Sabana de Torres”, explicó Wolfgang Buitrago González, biólogo de Cabildo Verde.

De igual manera, la segunda fase se basó en hacer un seguimiento y monitoreo a la fauna de las quebradas. “No se siguieron llevando los animales al área de reserva, porque durante dos meses las empresas contratistas habían avanzado en las labores de limpieza y las quebradas ya presentaban buenas condiciones, así que decidimos que la fauna debía quedarse en la zona. A partir de esa segunda fase todos los trabajos se realizaban in situ, los animales silvestres se pesaban, se medían, se les hizo seguimiento hasta el 23 de noviembre de 2018”, explicó Buitrago.

Para los expertos, con la implementación de la tercera fase se dio inicio a la recuperación ambiental o recuperación biológica, con acciones encaminadas a recrear los hábitats que se perdieron durante el proceso de emergencia y limpieza, que fue muy invasivo. Mucha cobertura vegetal y varias estructuras donde habitaban los animales se perdieron por todas estas labores. “Lo que actualmente estamos haciendo es recuperar eso a través de estructuras que creamos artificialmente lo más parecidas a lo natural, como emparrados, empalizadas y las perchas que permiten que los animales lleguen allí, se refugien, se reproduzcan y busquen alimento”, concluyó Buitrago.

Es de resaltar que Cabildo Verde es una de las organizaciones del Magdalena Medio más activas en términos de conservación de fauna silvestre. Con más de 15 años de trayectoria se ha caracterizado por su trabajo de reincorporación, atención y conservación de animales.

¿Cuánto le costó al país esta tragedia ambiental?

Aunque la cifra hasta ahora solo se ha cuantificado en afectaciones ambientales y sociales, para Rafael Espinosa Rozo, vicepresidente regional de producción de Ecopetrol, este evento, más allá de la tragedia ambiental, se transformó en una oportunidad de desarrollo hacia futuro para la comunidad, con las implicaciones para la fauna y la flora del sector de La Lizama y los afluentes del río Sogamoso.

Espinosa asegura que la responsabilidad social de Ecopetrol se mantiene, sin embargo, serán los entes de control los encargados de determinar los costos e impactos económicos, sociales y ambientales de lo sucedido en La Lizama 158, que tras un año del suceso no arroja cifras claras al respecto de un desastre que pudo haberse evitado.

Según Espinosa, los planes de mitigación y las campañas conjuntas han permitido la recuperación del río Sogamoso. Así lo evidencian las 2.100 muestras de laboratorio tomadas de los diferentes espectros de aguas subterráneas y superficiales, suelos y aire, lo que le permite decir que la situación ambiental poco a poco se ha sido recuperando. “En el tema de fauna contamos con monitoreos permanentes y más de 2.100 avistamientos. Este es un indicador que garantiza que las especies están nuevamente en el área”.

El pozo La Lizama 158 fue abandonado el 8 de julio de 2018, técnicamente y en condiciones normales de operación, y actualmente se siguen adelantando tareas de recuperación del ecosistema, que incluyen monitoreo, reincorporación de la fauna silvestre y limpieza de las fuentes hídricas de la región.

Por Liliana Rincón

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar