El Magazín Cultural
Publicidad

La Esquina Delirante XCII (Microrrelatos)

Este espacio es una dentellada a la monotonía, mediante el ejercicio impulsivo y descarado de la palabra escrita.

Autores varios
20 de noviembre de 2021 - 01:00 p. m.
Bienvenidos todos los microrrelatos a laesquinadelirante@gmail.com, máximo 200 palabras.
Bienvenidos todos los microrrelatos a laesquinadelirante@gmail.com, máximo 200 palabras.
Foto: Pixabay

El crimen verdaderamente perfecto

Asesiné al sepulturero.

Lo hice con la misma pala

Sigue a El Espectador en WhatsApp

que él empleaba

para excavar las tumbas.

Todos saben que lo maté,

pero como tomé su lugar

nadie ha dicho nada.

Álvaro Pérez

Le sugerimos: Las máscaras de los “valientes sin rostro” de la Primera Guerra Mundial

‘Largo penar’

Comenzó a asomar su cabeza lentamente por entre la cavidad cálida y sangrante. Era empujado desde adentro, pero afuera, unas manos también lo ayudaban a salir. Su cara ya estaba expuesta a la luz. Bastaba una sola fuerza, un empujón más y el plan habría salido perfecto.

¡Señora, espere! ¡No puje más! – gritó el doctor.

El hombre tomó unas pinzas y cortó el cordón umbilical que se encontraba amarrado al cuello de Arturo, como lo llamaron en esta vida. No pudo evitar su salida y tuvo que aplazar su muerte. Felipe Lozano

Le invitamos a leer: Margarita Londoño Vélez: entre bloqueos, pérdidas y escritura

Niño radiactivo

—Chinga lléveme esta bolsita a la tienda del mono y no se vaya a demorar que lo necesito para otra vuelta.

El niño permaneció callado asintiendo con la cabeza, estirando sus manos agarró el paquete y salió a cumplir su misión. Minutos después y sin advertir los peligros de su labor salió corriendo hacia un destino inevitable. En el camino miró de reojo a la policía que estaba justo en la esquina contraria, un par de tombos encarnizados pidiendo cédulas y requisando a todo el que pasaba por su lado. La chinga cruzo la calle en pura y unos metros más adelante aterrizó en la tienda del mono, quien asomó detrás de la barra y le indicó que pasara, se miraron fijamente e intercambiaron las encomiendas sin decir ninguna palabra, su comunicación casi siempre era telepática. Un silencio mortal sellaba el trueque entre ambos.

Rodrigo D

Le puede interesar: ¡Qué clase’ e nota tiene Edy!

¿Qué podría decirte que no supieras ya?

Mi artífice mulata, de amores baldíos y de ímproba humildad.

Me hiciste adicto al dulce de tus labios, a la suavidad de tus manos con las que acaricias el cielo.

Sería tan fácil hacer de tu cuerpo un papiro y de mi boca tinta y plumero. Convertir tus caderas en arrecifes y mis manos en veleros que ansían navegar por tu sangre, por tu cutis de durazno.

Durante la noche mi cuerpo se desvive por enredarse en tus te quiero, y despertarnos con el alma desnuda.

Que irónico contraste cuando enajenados por la pasión de un beso pasas de caperuza a loba, de miedo a lujuria.

En medio de la penumbra las ganas no se hacen esperar, y al tiempo que tus piernas abrazan mi cintura, nuestras manos nos despojan los miedos.

¿Qué es un beso? Si no el acto más púdico y violento de toda nuestra existencia.

Sebastian Henao Sandoval

Por Autores varios

Temas recomendados:

Sigue a El Espectador en WhatsAppSíguenos en Google Noticias

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar