Cómo fue el origen de su relación con la literatura…
Tiene mucho que ver con mi propia vida. Para mí, vida y arte siempre tienen que estar conectados. La literatura no solamente puede ser un ejercicio formal alejado de la realidad, sino que, por el contrario, tiene que ayudar a formarnos, educar nuestros sentires, nuestras emociones, etc. Fui muy asmático, así que no pude salir tanto a jugar en los barrios en los que crecí: La esmeralda y Pablo VI, en Bogotá. Me dediqué a leer en la casa de mis abuelos paternos. Mi abuelo fue una influencia muy importante porque me introdujo a autores y obras que ahora amo tanto. Cuando crecí estudié literatura en la Universidad de los Andes en donde ya tuve claro que esta era mi profesión, mi meta de vida y después estudié un doctorado en Londres, en donde hice una tesis, sobre las reinterpretaciones de Chéjov en Inglaterra. Figuras como Dostoievski marcaron mi vida en mi adolescencia atormentada, así que me sirvió mucho leer “Crimen y castigo” o “Memorias del subsuelo”. Después de que terminé mis estudios, entré a enseñar en la Universidad de los Andes como profesor de planta: historia del teatro y literatura rusa. Varias de las obras que presento en los videos, me ayudaron en varios momentos oscuros de mi vida. Me educaron y me enseñaron a ser mejor ser humano y a tener una mayor consciencia social.
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Este proyecto se desprendió de unos cursos semestrales, ¿cómo comenzó esto y cómo se iniciaron las meditaciones literarias?
Más que por un curso semestral, esta iniciativa de divulgación comenzó en 2021 como una propuesta de la Biblioteca de la Universidad de los Andes. Los coordinadores de la biblioteca sabían de mi amor por las letras eslavas en general, y me propusieron que dictara un curso de divulgación gratuito dedicado a Dostoievski, dado que en ese entonces se estaban celebrando los 200 años de su natalicio. Yo siempre he estado con estas iniciativas y me encanta enseñar a distintos públicos, eso me emociona. El curso fue un gran éxito, se inscribieron muchas personas, pero cuando se terminó me di cuenta de que no había un espacio en el que se unificaran todas las clases. Según entiendo, algunas de las sesiones aún se encuentran en Facebook live, pero nada más. Muchas personas me pidieron que siguiera dictando los cursos y el año pasado se me ocurrió crear un canal de divulgación cultural.
¿Cuáles son esos canales?
Primero me lancé a hacer una cuenta de Twitter @elrincónruso. Allí fui ganando un público que ha ido creciendo poco a poco, después abrí una cuenta de Instagram y cuando se cumplió un año de la creación del curso de Dostoievski, noviembre de 2022, me decidí a hacer un curso introductorio a los grandes narradores rusos del siglo XIX. Sobre las meditaciones te diría que yo siempre tengo una meta clara y es que siempre, al final de cada semestre (mayo y noviembre), dictar cursos gratuitos durante todos esos meses. Se me ocurrió que debía mantener el público que ya había llegado, así que con sesiones semanales que nombré Meditaciones literarias, lo estoy haciendo. Son pequeñas reflexiones sobre pasajes literarios, de obras que yo amo y han marcado mi vida. Siempre se dan todos los martes a las 7 de la noche. Todo eso se encuentra en mi canal de YouTube, que tiene el mismo nombre.
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“No es solamente un proceso formal o analítico. Es un camino para descubrir nuestros propios sentires, emociones y enrevesadas realidades”, hablemos más de esta frase, que se cruza con algo que dijo hace poco Ricardo Silva sobre el mismo tema: una serie de herramientas para nuestra civilización y comprensión de la condición humana.
Siempre he sido una persona muy sensitiva, tal vez hipersensible. Para mí el arte siempre ha tenido un impacto emotivo muy profundo. Cuando era pequeño y él ponía las sinfonías de Chaikovski yo lloraba y me emocionaban mucho. Los cuadros de Rembrant siempre han sido obras que me han marcado la vida, así que claramente eso pasa con la literatura, que para mí es un acto emotivo. Lo he vivido como académico y es que me he dado cuenta de que siempre hay un riesgo: la literatura no es una mera creación formal que debamos analizar estructuralmente. Siempre he sentido que la obra literaria fue escrita en un contexto particular y por seres humanos que sintieron, vivieron, y en muchos sentidos estos personajes imaginarios representan muchas de las realidades, concepciones de vida, posiciones políticas y sociales, además de las contradicciones propias de la condición humana.
Como un ejercicio de aprendizaje emocional...
Exacto. Que a través de los personajes e historias, que al fin y al cabo, son ventanas a otras formas de vida, uno pueda educar su propia sentir, madurar, explorar nuevos recovecos de su existencia que uno pueda aplicar a su vida cotidiana. La literatura siempre es política y siempre ha tenido un contexto político. La gran literatura tiene ese don de presentarnos granes preguntas, dudas, grandes visiones sobre las sociedades que siguen siendo profundamente relevantes al día de hoy, indistintamente de cuándo se hayan escrito. Por eso la literatura nos habla de nuestras realidades contemporáneas, de preguntarnos sobre nuestro propio país y sus transformaciones, etc. En resumidas cuentas, la literatura es algo que se vive, se siente y que palpita con la capacidad de transformarle a uno la vida. Así es como debe ser la literatura: no solamente un ejercicio para disfrutar de una estructura formal o incluso una belleza estética, sino también como nos transforma las emociones profundas para convertirnos en seres totalmente distintos. Podré sonar idealista, pero lo digo por experiencia: ha habido pasajes que me han transformado la vida, que me han abierto los ojos, así que estoy convencido de que sí tiene ese poder.
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¿Cómo le ha ido con la receptividad de las personas que lo ven? Y esta pregunta se la hago porque las personas suelen buscar muchos clubes de lecturas, sobre todo por la conversación con respecto a la obra, ¿hay interacción con las personas que ven las meditaciones?
Me siento inmensamente agradecido con las personas que han llegado a estos cursos. A los dos cursos que te mencioné se han inscrito, en promedio, 200 hasta 500 personas. En las meditaciones hay, aproximadamente, unas 100 personas que siempre asisten, además de que procuro que las meditaciones siempre tengan chats en vivo, aprovecho y los interpelo, además de que pueden dar sus interpretaciones y trato de escuchar y responder siempre. Me emociona mucho, me conmueve hasta las lágrimas ver que hay más personas a las que la literatura los ha transformado así, y te hablo de todos los rangos de edad. Profesionales de distintas áreas, adolescentes, abuelos, padres, etc. Soy feliz con cada una de las interacciones.
¿Cómo elige los pasajes? Y cómo, además, organiza la meditación para hacer el análisis de los diálogos, los personajes, etc. ¿Qué es lo que más le interesa analizar?
Depende mucho de mi instinto, de mi corazón y son lecturas que han sido supremamente importantes en mi vida, pero son inspiraciones poéticas. Hay realidades políticas sobre las que quiero hablar y que siento que tienen paralelismos y conexiones con distintas obras de arte que he leído. Los elijo conectándolos con algunas realidades, con emociones, con lo que mis oyentes y lectores comentan en Twitter e Instagram. Por ejemplo, un resultado muy divertido de las interacciones por las que preguntabas antes y de la forma en la que elijo los pasajes, se dio el pasado Día de los inocentes: hice una pregunta por Twitter sobre las obras literarias malas que han leído y así fue como llegué a “Verónica decide morir”, de Paulo Cohelo, y analicé un pasaje.
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Hay, además, una preocupación o un interés por hacer las relaciones y conexiones con la época en la que fue escrita la obra, además de las que pueda tener con la época actual...
Siempre hay un interés por establecer esas conexiones. Que las obras sean leídas teniendo en cuenta los contextos en los que fueron escritas, por eso en la estructura de las meditaciones se presenta las realidades en las que fueron producidas. No fue en el vacío. Todo partió de unas realidades políticas y sociales, para que luego haya una conexión con nuestras propias realidades. Un análisis literario tiene que tener eso y ha establecido un vínculo estrecho con las personas que han llegado a mis proyectos.