Cuando el 19 de octubre los cuatro ladrones del Museo Louvre entraron a la Galería de Apolo y robaron ocho piezas de joyería de la corona francesa. Entre las diademas, coronas y broches, un conjunto de collar y pendientes resaltó para Colombia, pues presentaba 32 esmeraldas que se especula que fueron extraídas de minas colombianas.
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Las esmeraldas que engalanaron esta pieza pertenecieron a la emperatriz María Luisa, la segunda esposa de Napoleón Bonaparte. Expertos creen que estas gemas salieron de las minas de Muzo con destino hacia Europa, donde llegaron a las manos del orfebre François-Régnault Nitot, a quien le fue encargada la creación de este conjunto que luego sería entregado a la emperatriz como regalo nupcial en 1810.
Según Architectural Digest, el conjunto fue un gesto diplomático para afianzar la naciente alianza con los Habsburgo. “Su diseño ovalado y las monturas de platino fueron un ejemplo temprano de las innovaciones técnicas del periodo. Durante años formaron parte de la colección imperial, pasando luego al inventario del tesoro nacional. Cada piedra reflejaba no solo el lujo, sino la sofisticación de la joyería napoleónica, que equilibraba la monumentalidad con la precisión”, escribieron sobre los pendientes.
“Esta joya, de valor artístico e histórico incalculable, formaba parte del Tesoro Imperial francés expuesto en la Galería Apolo del museo. Consta de 32 esmeraldas colombianas oriundas del municipio de Muzo, Boyacá, gemas de excepcional calidad”, explicaron desde la Federación Colombiana de Esmeraldas (Fedesmeraldas). “El robo del collar de María Luisa representa no solo un perjuicio material, sino el ultraje a un símbolo de la herencia esmeraldífera de Colombia, valorada en el mundo entero”, manifestaron.
Sin embargo, en un principio, el uso de las esmeraldas colombianas no se limitaba a un collar y sus pendientes, eran parte de un conjunto de joyas o “parure”, que incluía también una diadema a juego. Sin embargo, las 79 gemas verdes de la diadema fueron reemplazadas por turquesas hacia 1950 y, actualmente, esta pieza reside en el Museo Nacional de Historia Natural en Estados Unidos.
De acuerdo con el Museo de Historia Natural de Estados Unidos, “La diadema formaba parte de un ajuar que también incluía un collar y pendientes (actualmente en el Louvre), una peineta y una hebilla de cinturón, todo ello en esmeraldas y diamantes, engastados en plata y oro. María Luisa legó la diadema y las joyas que la acompañaban a su tía Habsburgo, la princesa Isabel de Saboya. La diadema y la hebilla del cinturón fueron adquiridas por Van Cleef & Arpels a uno de sus descendientes, el archiduque Carlos Esteban de Habsburgo de Suecia, en 1952, junto con un documento que acreditaba su procedencia. Entre mayo de 1954 y junio de 1956, Van Cleef & Arpels extrajo las esmeraldas de la diadema y las vendió individualmente como piezas de joyería”.
El conjunto de collar y pendientes fue adquirido por el Museo Louvre en 2004 por aproximadamente 4 millones de dólares, que, ajustado a 2025, serían cerca de 7 millones de dólares. “El propio Palacio del Louvre describe que Napoleón lo obsequió a su segunda esposa después de separarse de Josefina. Tras la caída del Primer Imperio, María Luisa regresó a Austria en 1814: devolvió los diamantes y dejó las esmeraldas a su primo el Gran Duque Leopoldo II de Toscana. En la segunda mitad del siglo XX la joya pasó por transacciones privadas, fue vendida a la firma Van Cleef & Arpels en 1953 y finalmente adquirida por el Museo del Louvre en 2004”, explicaron desde Fedesmeraldas. Sin embargo, María Luisa no entregó sus esmeraldas sino hasta su muerte en 1847.
De acuerdo con la revista Royal Magazine, “En 1954, las esmeraldas de la tiara de VanCleef & Arpels se distribuyeron entre piezas modernas. Van Cleef & Arpels las transformó en un collar de diamantes en platino para Eugenia Niarchos, con las esmeraldas más grandes en forma de pera como protagonistas. La piedra central de la tiara, con un peso de 12,04 cts, se transformó en un anillo de platino. Para Eugenie Niarchos, dos de las esmeraldas se transformaron en pendientes, con una parte superior de esmeraldas ovaladas para que colgaran. Además, el gran brazalete con cinco esmeraldas ovaladas de la tiara recibió un marco de diamantes en platino”.
En Francia todavía continúan las investigaciones para dar con los responsables del robo al museo más visitado del mundo. La Fiscalía de París tiene una investigación bajo los cargos de “robo agravado por banda organizada” y “asociación ilícita para delinquir”. Por su parte, en una audiencia llevada a cabo el miércoles, la presidenta del Louvre, Laurence des Cars, admitió que hay algunas cámaras que vigilan el perímetro del museo, pero ninguna cubría el balcón por el que entraron los ladrones. Además, de acuerdo con la agencia EFE, “afirmó que no se detectó con la rapidez suficiente la llegada del comando de ladrones que robaron ocho joyas de un valor patrimonial “incalculable” porque el dispositivo de cámaras de protección exterior es insuficiente. Des Cars insistió en que no quiere que se piense que ese robo era algo inevitable y que desde que asumió el cargo en septiembre de 2021 ha llamado la atención sobre “el estado de deterioro y de obsolescencia general del Louvre, de sus edificios y de sus infraestructuras”, algo que había señalado ante la Asamblea Nacional en 2024″.