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La “Ilíada” y la “Odisea”: relatos del pasado para reconocernos en el presente

Hoy se desarrolla a las 5:00 p.m. un conversatorio en torno a los dos textos clásicos, en el marco del “Festival Internacional de Historia 2022″, que se realiza en Villa de Leyva.

Danelys Vega Cardozo
10 de septiembre de 2022 - 07:18 p. m.
“La ira de Aquiles”, obra de Michel Drolling, relacionada con la “Ilíada”.
“La ira de Aquiles”, obra de Michel Drolling, relacionada con la “Ilíada”.
Foto: Dominio público

Hubo una época en que los hombres sabían distinguir entre el bien y el mal sin la existencia de una ética social de por medio. Hubo un tiempo en que había espacio para el pensamiento y la reflexión, no por imposición, sino por elección. Existieron días en que la figura de un dios todopoderoso no estaba difundida, aquellos tiempos en los que había seres que castigaban y tenían la capacidad de influir en el destino, en ese mismo al que las personas podrían oponerse y luchar por la defensa de sus propias convicciones. Porque hubo una época, situada en el siglo VIII a. C, en la que un hombre llamado Homero construyó dos poemas épicos compuestos por veinticuatro cantos. Esas obras que hoy se mantienen vigente y que no conocen del paso del tiempo, porque tal vez seguimos siendo esos mismos individuos que algún día un griego retrató en forma de personajes ficticios.

Entonces, nos hallamos en la Guerra de Troya, esa misma que al parecer se desencadenó debido al secuestro de una mujer: Helena. Es así como quedamos inmersos en un conflicto bélico entre griegos (aqueos) y troyanos. De repente, algunos nombres comienzan a ser protagonistas, algunos como Aquiles y Héctor, entre otros. Nadie nos dice quién de esos dos personajes es el bueno o el malo, solo hay descripciones; sucesos narrados. Historias consignadas por Homero en la Iliada y que quizás están llamadas a que cada uno dé su interpretación. “Homero no conoce el judeocristianismo, Jesucristo no ha aparecido. Entonces, no tiene la idea del bien y del mal, de esto es bueno y esto es malo. Lo plantea y tú verás qué haces con ello”, dice Ricardo del Molino García, doctor y licenciado en humanidades e historiador de la antigüedad.

En aquella narración aparece un rey llamado Odiseo, quien luego se convierte en el protagonista de otro relato que lleva un nombre similar: Odisea. Ahora un hombre emprende una travesía con un fin establecido: regresar a Ítaca, su hogar. Un camino incierto, porque no sabe si algún día su anhelo se hará realidad. Y aunque no hay certezas, no permite que aquello lo conduzca hacia la renuncia. Durante su viaje se encuentra con distracciones e incluso con ofertas tentadoras. De repente, Odiseo llega a una isla, esa en donde está una ninfa llamada Calipso, aquella de la que se enamora, un amor que es correspondido. Al levantarse, aquel hombre mira el horizonte y llora, piensa que es feliz al lado de aquella mujer. Entonces, ella le propone que se quede a su lado y a cambio le dará la inmortalidad, pero él se niega a aceptar el trato. Renuncia a la oferta porque elige seguir su plan inicial: volver a Ítaca. “Nos reconocemos en Odiseo: todos viajamos y todos nos transformamos en el viaje”.

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Nos reconocemos tanto que, durante el 2018, BBC Culture realizó una encuesta en la que participaron alrededor de 108 personas de distintas partes del mundo, entre académicos, críticos, autores, traductores y periodistas, con el fin de que seleccionarán las cinco obras de ficción que habían influido en el pensamiento. La Odisea ocupó el primer lugar. Y es que este poema también permitió la construcción de un nuevo lenguaje, de un nuevo término “y de un nuevo sujeto, que es lo más importante, de un nuevo hombre y una nueva mujer. Que no se nos olvide: Penélope teje y desteje porque le da la gana, nadie se lo dice. Es una nueva persona, que toma sus decisiones. Y, de hecho, Penélope hubiera podido reconocer a su marido, pero es la última, porque no quiere”.

Es así como nos enfrentamos a dos propuestas distintas. Por un lado, tenemos a la Ilíada, esa obra que nos habla del destino, de dioses que eligen el futuro de los hombres, de eso que llaman “predestinación”, en donde se anula la libertad de elección de las personas. Por otro lado, está la Odisea, aquella en donde los seres humanos son los encargados de construir su propio camino, reconociendo su libertad y responsabilidad. Pero más allá de establecer los puntos que los separa, lo importante, como menciona Molino, es que ambas nos invitan a reflexionar, pues “hablan de emociones y acciones en las que nos seguimos reconociendo”.

Han pasado muchos años desde que Homero escribió aquellas obras. En todo ese tiempo, han surgido nuevas lecturas. Entonces, hay quienes se remiten a la Odisea y toman el personaje de Penélope, pues les interesa hablar de género, mientras que hay otros que optan por la Ilíada y se centran en Aquiles y todo lo relacionado con la Guerra de Troya, ya que lo que les llama la atención es todo lo referente a la violencia. Y, sobre todo, las lecturas varían dependiendo de cada persona, porque cada uno de nosotros es distinto y es ahí en donde quizás está la riqueza. “El poder de la Ilíada y la Odisea es que se puede modificar. Para ti Odiseo puede ser horrible y para mí maravilloso, pero ese es el poder”.

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Y entonces, también nos damos cuenta de que aquellos poemas han sido llevados al cine, a la televisión, la radio, el teatro, la nóvela gráfica, los videojuegos y parques temáticos, entre otros formatos. Quizás todas esas transformaciones han sido necesarias para asegurar su permanencia. Idea que defiende quienes creen en la antigüedad liberada, esos que abogan por no recibir la antigüedad como algo inmutable, que no se puede modificar. “Porque si de verdad estos textos están vivos y modernos, se podrá aceptar no solo al receptor, sino al formato del receptor”.

Sin importar nuestra procedencia, si somos alemanes, japoneses o colombianos, entre otros, es posible que nos sigamos reconociendo dentro de 500 o 1000 años en la Ilíada y la Odisea. “Yo creo, y otros también, que la importancia de los griegos es que fueron universales. Fueron los que atraparon la naturaleza humana. Todos amamos, sentimos ira y cólera. Todo esto lo atrapó por primera vez Homero y por eso nos sigue hablando”.

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Danelys Vega Cardozo

Por Danelys Vega Cardozo

Comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana con énfasis en periodismo internacional y comunicación política, y un diplomado en comunicación y periodismo de moda. Perteneció al semillero de investigación Acción social y Comunidades, bajo el proyecto Educaré.danelys_vegadvega@elespectador.com

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