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“La mutación Céltica”, cuento inédito de Orlando Mejía Rivera

Un relato en clave de ciencia-ficción, en conmemoración del centenario de la muerte del gran escritor francés Marcel Proust (1871-1922). Bernardo Giraldo, personaje central, es sometido a una “cirugía génica” en la que le introducen “el prión Proust”.

Orlando Mejía Rivera * / Especial para El Espectador
26 de diciembre de 2022 - 04:05 p. m.
El cuento juega con la idea de abrir doscientos años después el sarcófago de la tumba de Marcel Proust, ubicada en el cementerio parisino de Père-Lachaise, fue del crítico literario Robert Lespuge.
El cuento juega con la idea de abrir doscientos años después el sarcófago de la tumba de Marcel Proust, ubicada en el cementerio parisino de Père-Lachaise, fue del crítico literario Robert Lespuge.
Foto: Cortesía-blog.paris-on-demand.com

Il en est ainsi de notre passé. C’est peine perdue que nous cherchions à l’évoquer, tous les efforts de notre intelligence sont inutiles. Il est caché hors de son domaine et de sa portée, en quelque objet matériel (en la sensation que nous donnerait cet objet matériel), que nous ne soupçonnons pas. Cet objet, il dépend du hasard que nous le rencontrions avant de mourir, ou que nous ne le rencontrions pas.

Marcel Proust. Du côté de chez Swann.

(Así ocurre con nuestro pasado. Es trabajo perdido el querer evocarlo, e inútiles todos los afanes de nuestra inteligencia. Ocúltase fuera de sus dominios y de su alcance, en un objeto material (en la sensación que ese objeto material nos daría) que no sospechábamos. Y del azar depende que nos encontremos con ese objeto antes de que nos llegue la muerte, o que no le encontremos nunca).

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Bernardo Giraldo tenía 45 años y trabajaba en un zoológico virtual. Luego de la gran crisis climática del año 2030 ninguna especie animal había sobrevivido. Él todavía poseía el infantil recuerdo borroso del pekinés chino de su madre y el olor dulzón a canela que expelía su pelambre luego del baño dominical. Las nuevas generaciones sólo conocían los perros por las perfectas réplicas en 3 D holográficas e, incluso, se aprobaban mascotas personales robotizadas a los niños, entre los cinco y los diez años de edad, programadas por una I-A (Inteligencia Artificial) denominada “cachorritos”. Cada año debía ir al Centro Nemotécnico Federal (C.N.F) y someterse a un simple test de evaluación de la memoria denominado desde el siglo XX como “Examen Minimental”. Este sencillo cuestionario, modificado al suprimir el cálculo matemático, había demostrado una mayor capacidad de predicción en las demencias, que las sofisticadas pruebas de anticuerpos en sangre y de resonancia magnética nuclear (RMN) cerebral. La sospecha de su deterioro comenzó antes del último control. Trató de recordar la fragancia de las flores del jardín de su tía paterna y solo evocó la podredumbre emanada de las aguas negras del río Bogotá, inmunes a la totalidad de los descontaminantes conocidos. Con el resultado de 23 puntos en la prueba, Giraldo fue retirado de su trabajo y asignado al Hospicio-hostal Rodolfo Llinás, seccional 533 de la ciudad. (Recomendamos: Orlando Mejía Rivera ganó el concurso de relatos de El Espectador y la Editorial Cuadernos Negros 2021).

Cada sede tenía mil camas, abarrotadas de hombres y mujeres entre los cuarenta años y los ochenta años. Al cumplir la edad máxima aprobada se remitían al Instituto Eutanásico Federal (I.E.F) y recibían una placentera última cena, con un churrasco proveniente de células madre vacunas y cuyo precio era impagable para un ciudadano común. Luego se les aplicaba la “mezcla venosa Kevorkian” y morían serenos y sedados en menos de un minuto. El desarrollo de la I-A conocida como “cuidadora” había mejora la calidad de vida de los enfermos y su prototipo de un androide femenina de cincuenta años y de ilimitada bondad, suscitaba en ellos tranquilidad, superación de la soledad y efímeras alegrías cotidianas. (Recomendamos: Ensayo de Nelson Fredy Padilla sobre la obra de Proust).

La evolución de la demencia de Bernardo fue la esperada a la mutación de la proteína priónica PrPSc- N172D. A los ocho meses el Minimental estaba en 9 puntos y así permanecería el resto de su vida. Por ello, la gran mayoría eran funcionales y nunca terminaban en estados vegetativos. Con esta puntuación disfrutaban de la TV global de entretenimiento, del fútbol que se transmitía las 24 horas, de los archivos inagotables de los documentales de Nature tv que mostraban el planeta y su diversidad de fauna y flora anteriores a la gran inundación.

Conocí al paciente, en mi calidad de cirujano genético, antes del gran descubrimiento y me permito reproducir una parte del diálogo que tuvo con la I-A “cuidadora”, el sábado 3 de noviembre, del año 2071, a las 15:00.

“I-A: ¿Cómo amaneciste hoy Bernardo?

B: Bien y feliz.

I-A: ¿Por qué estás feliz?

B: Mi equipo favorito de fútbol ganó el campeonato.

I-A: ¿Cuál campeonato?

B: No recuerdo.

I-A: ¿Cuál es el nombre de tu equipo favorito?

B: No recuerdo, pero su uniforme es rojo.

I-A: ¿Este campeonato logrado es importante para ti?

B: Mucho. Estoy feliz.

I-A: ¿Cuál es el mejor jugador de tu equipo favorito?

B: El centro delantero, que hace muchos goles de cabeza.

I-A: ¿Cómo se llama él?

B: No recuerdo.

I-A: ¿Te importa olvidar su nombre?

B: No.

I-A ¿Algo te da tristeza?

B: Sí. El ladrido de un perro.

I-A: ¿Tuviste alguna vez un perro de verdad o fue una mascota robótica?

B: No recuerdo.

I-A: ¿Entonces, por qué te da tristeza?

B: No sé.

I-A: ¿Si te digo la frase “mamá murió sola y yo estaba divirtiéndome en el bar” que te hace sentir?

B: Nada.

I.A: Dime otra frase que de alguna manera responda a la que te acabo de decir.

B: Ganamos el campeonato de fútbol y estoy feliz.

I-A: Mencióname algo que te parezca hermoso.

B: Un gol de cabeza.

I-A: ¿los chocolates son dulces o salados?

B: No recuerdo.

I-A: ¿Cuál es la raíz cuadrada del número 7699214005?

B: Es 27747.46.

I-A: Correcto, Bernardo.

B: Estoy cansado y quiero ir a ver fútbol.

I-A: Casi termino, querido Bernardo. ¿Cuál es el teorema de Fermat?

B: Si n es un número entero mayor que 2, entonces no existen números naturales a, b y c, tales que se cumpla la igualdad (a,b>0): aⁿ + bⁿ = cⁿ.

I-A: ¿Lo sabes demostrar?

B: Sí. Usted sabe que sí, señorita. Pero estoy cansado y quiero ir a ver el partido de fútbol”.

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Boletín Sanitario de la O.M.S. Mes: Diciembre. Año: 2071.

Editorial

La pandemia mundial de la demencia por la mutación de la proteína priónica PrPSc- N172D. Una reflexión.

Se han cumplido más de cien años del reconocimiento de los priones como los causantes de esa extraña enfermedad neurológica de los nativos de la tribu Fore de Nueva Guinea. El Kuru surgió del amor exagerado de ellos por sus familiares muertos al comérselos hasta la médula, aderezados con deliciosas recetas inventadas por las abuelas. Pero ese canibalismo lo veíamos como un exotismo primitivo que nada tenía que ver con la civilización occidental moderna. Estábamos equivocados. Cuando surgió el brote, a finales del siglo xx, de la enfermedad de las vacas locas y los pocos casos humanos de la variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, pensamos que lo controlaríamos con las medidas preventivas de salud pública. En apariencia así fue. Nunca vimos lo que se volvió común desde la tercera década del nuestro siglo: miles de personas deambulando temblorosas, con la marcha inestable, con alucinaciones apocalípticas, hasta evolucionar a la parálisis completa y la locura.

Además, surgieron las nuevas mutaciones priónicas de la esclerosis lateral amiotrófica, de la enfermedad de Gerstmann-Sträussler-Scheinker y del insomnio fatal familiar. De otro lado, se confirmó la teoría de Brack: la demencia de Alzheimer también era una patología transmitida por priones mutados. A comienzos del año 2040, luego de la catástrofe climática y la salvación por las Inteligencias Artificiales, la situación era crítica: trescientos millones de individuos tenían alguna variante de las encefalopatías espongiformes transmitidas por priones, ochenta millones sufrían de esclerosis lateral amiotrófica y Stephen Hawking se había transformado en un mito heroico de resistencia. Los pacientes con Alzheimer llegaron a cuatrocientos millones.

Sin embargo, la vida siempre se abre camino y el perfeccionamiento de la técnica de la cirugía genética y la comprensión del legado de Kandel y Kausic nos inspiró. Ellos habían demostrado que los priones no mutados eran los responsables de nuestra memoria a largo plazo. Es decir, las proteínas priónicas encarnaban al personaje de Stevenson: eran el doctor Jekyll que nos otorgaba el tesoro de los recuerdos permanentes y el nefasto señor Hyde que destruía la memoria y nos arrojaba a las tinieblas del olvido y la demencia. El equipo de genetistas del hospital de Sao Paulo fueron los primeros en aislar un poderoso alelo del gen PrP y remplazar con un prión sano y fuerte las mutaciones diversas de los priones que causaban estas enfermedades.

El éxito fue extraordinario, pero no absoluto. Las curaciones fueron masivas y rápidas. En el año 2050 quedaron solo el 20% de los pacientes con demencia de Alzheimer, en la variante de la mutación priónica PrPSc- N172D. En estos ochenta millones de enfermos la cirugía genética no funcionó, el prión mutado no se dejó suplantar por el prión sano incorporado al genoma y lo inactivó. Se han desarrollado al menos ocho variantes sanas de PrP, pero la mutación ha vencido siempre. Estamos ante un prión que pareciera invencible y que se ha propagado de manera terrorífica.

Incluso, la evolución del cuadro clínico es algo que no conocíamos. Estos pacientes desarrollan la demencia de manera abrupta en los primeros siete meses y luego se estabilizan el resto de la vida. Ninguno llega al estadío final de la catatonia profunda y nunca pierden el control de los esfínteres. Conservan un lenguaje básico y sus estados de ánimo son neutros. La ayuda de las I-A y los moduladores de ultrasonido les evita la depresión profunda. Además, surgió esa transformación inesperada y paradójica en sus habilidades compensatorias: desarrollaron una inverosímil capacidad de cálculo matemático y de genialidad resolutiva de teoremas, que recuerdan a los retardados mentales especiales denominados savants. Esto se ha correlacionado con los exámenes de Resonancia y las autopsias: en medio de las placas de beta amiloide, fibrillas de proteína Tau y los agujeros cerebrales, tienen conservada e hiperdesarrollada una zona distal del hipocampo y algunas pequeñas áreas de la corteza prefrontal.

En fin, aquí está el motivo central del editorial: como director de la OMS puedo confirmar que en la actualidad hemos llegado a la espeluznante cifra de dos mil millones de enfermos y que la mutación priónica ha evolucionado y se transmite por la saliva, la sangre y se sospechan otros mecanismos que todavía no están dilucidados. La población actual de la humanidad es de diez mil millones y hemos venido recuperándonos de la mortandad de la catástrofe climática, pero la velocidad de propagación de esta forma de demencia amenaza el futuro inmediato de nuestra civilización. La memoria de la especie está en un riesgo real de ser aniquilada por el olvido colectivo de los vivos que habitamos este frágil y bello planeta. Hago un llamado a todos los investigadores y médicos para entender la gravedad de esta pandemia y quiero creer que vendrán soluciones, pues, repito, la vida siempre se abre camino.

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El 18 de noviembre de 2071 se celebró el natalicio del escritor Marcel Proust. Casi nadie había leído en esta época su obra cumbre À la recherche du temps perdu, porque la extensión y complejidad de su novela la convirtieron en una catedral intelectual inexpugnable, para una sociedad de personas incapaces de concentrarse en cualquier cosa por más de cinco minutos. Además, se describía allí un meticuloso universo rural desaparecido que ningún contemporáneo comprendía ni había conocido: el color de las ninfeas, los efluvios de los castaños viejos en otoño, el sabor de la mantequilla y de la miel, el silencio plateado de la luna, el sutil arte de la observación, las nostalgias profundas del corazón. Las escasas descargas de las bibliotecas digitales de su obra estaban reservadas a una élite de eruditos, que vivían de su recuerdo en los pocos museos universitarios que todavía existían en el orbe.

La idea de abrir doscientos años después el sarcófago de su tumba, ubicada en el cementerio parisino de Père-Lachaise, fue del crítico literario Robert Lespuge. Esperábamos encontrarnos con algunos huesos apolillados y, tal vez, fragmentos de la dentadura, pero nadie imaginó lo que esto significaría para la humanidad. La osamenta estaba fragmentada y derruida, pero algo llamativo nos hizo fijar la mirada en su cráneo. En el interior había una excrecencia que parecía un pedazo de carne luego de ser machacado, de color amarillo-verdoso. Daba la impresión de ser un hongo y se decidió tomar una muestra y llevarla a un análisis químico-genético.

Los resultados iniciales llegaron a finales de enero de 2072. Como si el cráneo de Proust fuese la lámpara de Aladino, se encontró una estructura de proteínas priónicas inmortales y se identificó una mutación desconocida: la PrPSc- N115E. Luego se conoció el hallazgo de la I-A “Rosetta-Champollion”: la traducción de los códigos de aminoácidos del prión al lenguaje alfabético arrojó una secuencia de un millón quinientas mil palabras. El primer fragmento que publicó el laboratorio de genética molecular es el siguiente: Ala-Cys-Ile-Leu-Ser-Gln-Asn-Tyr-Val-Ile-His-Thr-Phe-Ala-Ser-Gly-Met-Thr-Met-Ala-Cys. La versión alfabética fue: “Je trouve très raisonnable la croyance celtique que les âmes de ceux que nous avons perdus sont captives dans quelque être inférieur, dans une bête, un végétal, une chose inanimée, perdues en effet pour nous jusqu’au jour, qui pour beaucoup ne vient jamais, où nous nous trouvons passer près de l’arbre, entrer en possession de l’objet qui est leur prison. Alors elles tressaillent, nous appellent, et sitôt que nous les avons reconnues, l’enchantement est brisé. Délivrées par nous, elles ont vaincu la mort et reviennent vivre avec nous”.

“Considero muy razonable la creencia céltica de que las almas de los seres perdidos están sufriendo cautiverio en el cuerpo de un ser inferior, un animal, un vegetal o una cosa inanimada, perdidas para nosotros hasta el día, que para muchos nunca llega, en que suceda que pasamos al lado del árbol, o que entramos en posesión del objeto que las sirve de cárcel. Entonces se estremecen, nos llaman, y en cuanto las reconocemos se rompe el maleficio. Y liberadas por nosotros, vencen a la muerte y tornan a vivir en nuestra compañía.”

El Instituto Pasteur clonó el prión, apodado desde ese día mutación céltica o mutación Proust, y realizaron cirugía génica en los enfermos por la demencia intratable que habitaban París. Los resultados mundiales han sido rotundos. El prión de Marcel inactiva la mutación PrPSc- N172D en dos horas y a los tres meses desaparecen en los pacientes los síntomas y los cambios degenerativos de las RMN cerebrales. En los exámenes del Minimental ellos tienen la puntuación máxima de treinta. Pero también han desarrollado talentos y conductas inesperadas: recuerdan su infancia olvidada en detalle, duermen de día y trabajan en la noche, algunos han presentado episodios de asma bronquial. La OMS declaró erradicada la pandemia de demencia por priones en diciembre de 2072.

Un artículo reciente del crítico Lespuge, publicado en Le Figaro Magazine, reconoce que Marcel Proust no fue un hipocondríaco ni un neurasténico y que todas sus dolencias y el desarrollo de su asombrosa memoria involuntaria se podría explicar por la mutación priónica. La cual adquirió, quizá, a finales del año 1906 cuando tuvo un intenso episodio de pérdida de la memoria voluntaria, lenguaje enredado y surgió su insomnio nocturno. Cinco meses después inició la redacción de su gran obra y la memoria inconsciente de los olores y los sabores le permitieron convertir al pueblecito de Combray en una galaxia paralela que hoy hemos redescubierto todos, pues las descargas digitales de su novela superan las novecientas mil diarias.

La red se ha saturado de textos que evocan las infancias perdidas y recordadas de millones de personas anónimas, cuyos paladares y aromas reconstruyen el diverso, hermoso y viejo mundo que tuvimos antes de la catástrofe climática. Lespugue ha puesto un mensaje de Twitter que dice: “Emocionado. El próximo siglo XXII será de nuevo proustiano. La humanidad sobrevivirá porque su auténtica memoria colectiva ha sido recuperada”.

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Bernardo Giraldo fue dado de alta y considerado curado tres meses después que le realicé la cirugía génica e introduje el prión Proust. En la actualidad es lector profesional, en el horario nocturno, de la biblioteca-museo de la Universidad Nacional. Transcribo un fragmento de su último diálogo con la I-A “cuidadora”.

“I-A: ¿Si te digo la frase “mamá murió sola y yo estaba divirtiéndome en el bar” que me contestarías?

B: He visto el rostro del Buda en el agujero de las letrinas.

I-A: ¿Cómo te sientes?

B: Melancólico, pero muy vivo.

I-A: ¿Te refieres a que estás deprimido?

B: No, estoy melancólico.

I-A: ¿Has pensado en el suicidio?

B: No, por el contrario. La melancolía me genera más ganas de vivir.

I-A: No entiendo.

B: Mejor así”.

* Orlando Mejía Rivera. Bogotá, (1961). Escritor, Médico, Especialista en Medicina Interna, Especialista en literatura hispanoamericana, Magister en filosofía con énfasis en epistemología. Historiador de la medicina, Periodista cultural. Profesor titular de Humanidades Médicas y Medicina Interna en el Programa de Medicina de la Universidad de Caldas. Ganador del Premio Nacional de Novela del Ministerio de cultura (1998) con Pensamientos de Guerra. Ganador del Premio Nacional de ensayo literario ciudad de Bogotá (1999) con De clones, ciborgs y sirenas.Tercer puesto del Segundo Concurso Nacional de minicuento Luis Vidales, versión 2011. Finalista del Premio Nacional de Novela publicada del Ministerio de cultura (2020) con El médico de Pérgamo. Su libro La medicina Antigua. De Homero a la peste negra, fue seleccionado como uno de los mejores diez libros académicos publicados en Colombia, en el año 2017, de acuerdo con el periódico El Espectador. Textos suyos han sido traducidos al alemán, italiano, francés, húngaro y bengalí. Ha publicado veintiocho libros en las áreas de novela, cuento, minificción, poesía, ensayo científico, ensayo literario, ensayo de divulgación científica, ensayo biográfico, ensayo epistemológico e historia de la medicina. Entre los cuales están: El asunto García y otros cuentos (2006), las obras de minificción Manicomio de dioses (2010) y El extraño animal de los gitanos (2019); las novelas La casa rosada (1997), El enfermo de Abisinia (2008), Recordando a Bosé (2009, 2018 2 ed) y el poemario Reflejos de luna (haikus, 2019).

Por Orlando Mejía Rivera * / Especial para El Espectador

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