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“Bogotá tiene un nivel gastronómico comparable al de otras grandes capitales”

Laura Sánchez, cofundadora y directora comercial de The Gula Group, estuvo muy cerca de irse a vivir a Málaga, pero la pandemia forzó un cambio de planes que no solo la mantuvo en Bogotá, sino que la llevó a ser una de las mujeres detrás de algunos de los festivales gastronómicos más importantes de la ciudad, como El papá de los asados, que se realizará en la Hacienda San Rafael del 31 de mayo al 2 de junio. En este chat habló sobre cómo llegó hasta aquí y los nuevos proyectos en los que está incursionando.

Santiago Gómez Cubillos
30 de mayo de 2025 - 01:00 p. m.
Laura Sánchez es ingeniera industrial de la Universidad de los Andes, pero desde 2020 trabaja en la producción de los festivales de The Gula Group: Bogotá Eats A Cielo Abierto, Burgerville y El Papá de los Asados.
Laura Sánchez es ingeniera industrial de la Universidad de los Andes, pero desde 2020 trabaja en la producción de los festivales de The Gula Group: Bogotá Eats A Cielo Abierto, Burgerville y El Papá de los Asados.
Foto: Cortesía: Laura Sánchez
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¿Cuál es uno de los aprendizajes que ha venido con cinco años montando festivales y que están aplicando ahora para el montaje de esta edición de El papá de los asados?

Esta es la tercera edición de El papá de los asados, pero también es nuestro décimo segundo festival. Hemos hecho once en Bogotá, incluyendo este, y uno en Medellín. Creo que uno de los grandes aprendizajes —y lo conversamos mucho entre nosotros— es querer hacer las cosas bien. Siempre decimos que Gula, como pecado capital, representa ese deseo de “más”, pero para nosotros eso no es en términos de cantidad, sino de hacerlo mejor. Para nosotros es clave pensar en cómo construir un valor integral para todos nuestros públicos objetivo. Es igual de importante cómo la pasa el asistente, cómo les va a los restaurantes, y cómo activan los patrocinadores y las marcas aliadas. Pensar en ese 360 y cuidar a cada uno de esos públicos es lo que hace que el producto final sea exitoso y viable a largo plazo. Ese ha sido uno de los grandes aprendizajes: que todos los actores que interactúen con nosotros estén satisfechos.

¿Cómo cree que estos eventos han potenciado a la industria gastronómica en Bogotá?

Desde el comienzo, cuando empezamos a planear esto en plena pandemia, el modelo de negocio se diseñó para apoyar a la industria y de ahí nació nuestro primer festival Bogotá Eats A Cielo Abierto, que se hizo en septiembre de 2021. La intención era cobrar lo menos posible a los restaurantes y ayudarlos a que les fuera bien. Nosotros asumíamos la responsabilidad de conseguir la viabilidad financiera y ellos, por su parte, se encargaban de hacer lo que mejor sabían hacer: cocinar. Además, se convirtió también como en un laboratorio creativo para ellos, porque la invitación siempre era a venir con platos diferentes; a ponerse a prueba. El evento significó una inyección de caja muy necesaria para ese momento y, a medida que fuimos haciendo más festivales, empezamos a articularnos con la misión de B.eats de posicionar a Bogotá como una capital gastronómica, porque la ciudad tiene un nivel altísimo en términos de calidad y variedad que es incluso comparable al de otras grandes capitales latinoamericanas.

Este proyecto tiene sus raíces en las redes sociales, ¿cuál cree que ha sido el rol de los influenciadores en el impulso de ese objetivo?

Para mí, dentro del mundo de los creadores de contenido, los foodies son los más influyentes, porque lograr que alguien salga de su casa, arme un plan, y gaste su dinero probando algo que a alguien más le pareció rico requiere de un nivel de influencia muy alto. Al principio, gran parte de ese impulso vino de ellos, pero hoy, una de nuestras grandes misiones se está cumpliendo: los bogotanos mismos estamos siendo parte de ese motor de desarrollo. Claro, el trabajo de los restaurantes y los emprendedores sigue siendo fundamental, pero me refiero a que la gastronomía ya es parte de la identidad de Bogotá. Cuando alguien pregunta “¿qué se puede hacer en Bogotá?”, la respuesta suele ser “comer rico”. Ya entendimos, como ciudad, el nivel de oferta gastronómica que tenemos, y eso nos ha unido en un esfuerzo por seguir desarrollando la industria para competir internacionalmente en calidad y variedad.

¿Cómo fue que usted, que estudió ingeniería industrial, terminó en esta industria?

Yo soy ingeniera industrial y, antes de trabajar en esto, dirigía la oficina para Colombia y Latinoamérica de una consultora española especializada en estrategia, identidad y posicionamiento. De hecho, a finales de 2020 me iba a ir a vivir a Málaga para montar desde allá una nueva oficina. Pero llegó la pandemia, los clientes en Colombia se cayeron y quedé en una situación muy incierta. Ahí yo vivía con Alejandro Escallón, mi socio, pero en ese entonces solo era mi amigo. Él por su lado tenía Bogotá Eats y, a pesar de que en esa época todo eso se detuvo, él no quería dejar morir el proyecto. Entonces ahí vimos una oportunidad interesante: comenzamos a crear contenido publicitario para marcas. Alejandro empezó a cocinar en nuestra casa, contrató a alguien para grabar y editar, y ahí vimos que podíamos colaborar. Poco después surgió la posibilidad de hacer festivales. En agosto de 2020, en plena pandemia, unos socios que venían del mundo de los eventos masivos y los conciertos nos buscaron con la idea de hacer una feria gastronómica en Bogotá. Nosotros, de hecho, un par de años antes habíamos hablado de la posibilidad de tener un espacio físico para Bogotá Eats, entonces cuando llegaron los socios, todo se conectó. Renuncié a mi trabajo, decidí no irme a Málaga, y me quedé en Bogotá para dedicarme de lleno al desarrollo del negocio y la estrategia de crecimiento de Bogotá Eats y, al tiempo, me involucré como socia en la creación de los festivales gastronómicos.

¿Qué cree que ha aprendido de esta ciudad a través de la gastronomía?

Me ha enseñado que es muy grande y que hay muchísimo por explorar. Creo que cuando uno vive en ciudades tan grandes, muchas veces no conoce ni la mitad y trabajar en esto me ha llevado a entender mejor la magnitud del tema, no solamente por la cantidad de restaurantes, sino por las personas que los mantienen, que son muchísimas. Entender lo grande que es esta ciudad desde la gastronomía ha sido una enseñanza muy valiosa.

¿Hay algún otro proyecto en el que esté trabajando?

Sí, estoy incursionando en otra industria, que es la del bienestar. Es un proyecto que estamos sacando junto a Mabel Moreno y Selia, y se llama A lo que vinimos. Es una propuesta que habla mucho sobre bienestar y salud emocional, pero desde un lugar un poco más fresco —no desde la vulnerabilidad y el llanto constante— sino desde una madurez que invita a las personas a ir un poquito más profundo, a trabajarse, a construir vidas más satisfactorias y más plenas. El resultado es una plataforma de bienestar con herramientas concretas, construida junto a terapeutas y especialistas, pero con nuestro propio estilo. Hay un componente empírico, desde la experiencia y el interés personal, que también es muy valioso. Para mí, ha sido un giro muy interesante, porque me permite hablar desde otra industria que me llama muchísimo la atención.

Santiago Gómez Cubillos

Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98sgomez@elespectador.com
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