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“Cuando conviertes un momento difícil en algo estético, es más fácil procesarlo”

Camila Esguerra, quien lanzará su primera novela, “Los placeres de mentir”, durante la Feria del Libro de Bogotá (FILBo), habló sobre su relación con la poesía, su conexión con la música y sus búsquedas de identidad.

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Pablo Marín J.
23 de abril de 2025 - 12:42 p. m.
Camila Esguerra lanzará “Los placeres de mentir” en formato de audiolibro en simultáneo con la novela.
Camila Esguerra lanzará “Los placeres de mentir” en formato de audiolibro en simultáneo con la novela.
Foto: Kevin Schmalbach
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¿De dónde viene su gusto por el arte?

Más que un gusto es una necesidad, aunque creo que hay cosas que uno lleva en la sangre. Mi familia es cero artística, la mayoría estudió ingeniería. Publiqué mi primer libro de poesía a los 21 años, y solo ahí se le ocurrió a mi papá decirme que era bisnieta de un poeta. Siento esta necesidad de entender el mundo y explicármelo a través de las letras. Desde pequeña he tenido una sensibilidad muy grande, y lo que antes pensaba que era una debilidad, ahora lo considero un superpoder. El arte es mi lenguaje del amor con el mundo. Viene de necesidades que llevo muy adentro, más allá del disfrute estético.

¿Cómo decidió escribir poesía?

Le tenía mucho miedo. Me sentía intimidada porque pensaba que eso estaba escrito con palabras grandes para que uno se sintiera bruto. Cuando era niña creía que estaba hecha para que la gente no la entendiera, me parecía algo elitista, casi discriminatoria. Después empecé a abrir esa puerta a otros tipos de poesía que me ayudaron a entender la experiencia humana. Para mí, la poesía es como un zapato que le queda a todo el mundo, porque la ambigüedad que a veces maneja el autor hace que uno pueda moldear esas palabras a su propia vida. De pronto las realidades son completamente distintas, pero la poesía deja en evidencia que la experiencia humana es muy parecida, no importa qué tanto insistamos en que somos seres únicos.

¿Qué autores le “abrieron” esa puerta?

La primera que me impactó fue Franki Elliot, una escritora estadounidense. Ella tiene una obra que promocionan como “El libro de poesía para gente que odia la poesía”. Me pareció tan curioso e interesante, que me metí de cabeza y entré a un universo muy grande. Soy fan de Darío Jaramillo Agudelo y de Cristina Peri Rossi, quien es mi favorita. Es como si cada poeta que leo me llevara a otro, porque es muy lindo que entre todos nos leemos y nos referenciamos.

¿Cómo fue dar el salto a la escritura de una novela?

Es el reto más grande que he tenido, y a la vez es lo más bonito que he hecho. Siempre había tenido la “espinita” de querer publicar una novela. “Los placeres de mentir” tiene mucho de mí, tanto el lenguaje poético que uso como de gustos que tengo, como la moda, mi conexión con la música y así. Es muy chévere ver cómo todo va evolucionando y se va transformando, pero no abandono a la persona que fui. Esta novela es la nueva era de mi vida, porque nació a partir de la crisis de identidad que tuve el año pasado, cuando se acabó Ventino. Esa era la vida que había vivido los últimos nueve años, y al terminar esa etapa me pregunté: “¿Quién soy?”.

Hablemos un poco de su proceso de escritura...

Suelo decir que escribo poesía como armando “frankensteins”, es decir, voy poniendo frases que me van gustando y voy haciendo bancos de palabras. En la mayoría de las veces no me doy cuenta de lo que estoy escribiendo hasta que está escrito. En ese momento digo: “Ya entiendo lo que mi alma quería decir”. Con la novela siento que lo hice todo al revés. Empecé con un título y se me ocurrió la psicología de un personaje. No tenía ni idea de qué iba a pasar, entonces solo la escribí en desorden. En ese proceso fui conociendo a este personaje, porque sentí que se iba presentando ante mí. Fue muy loco darme cuenta de los lugares a los que me terminó llevando, fue difícil, muy duro, pero también lindo, porque se convirtió en un espejo.

Mencionó que tiene una conexión especial con la música...

La música tiene el control de nuestra vida, puede ser una salvación absoluta. Cuando estás demasiado triste y no puedes llorar, una canción ayuda a sacar lo que tienes dentro. Para otros, bailar puede salvarnos la vida. En general, creo que el arte es como una gran trampa en la que uno puede hablar y sentir las cosas difíciles, porque cuando conviertes un momento difícil en algo estético es más fácil procesarlo. Uno categoriza las emociones como cosas que debería o no debería sentir, pero todas son válidas. El arte te muestra el espectro completo, es lo que nos hace sentir muy vivos, conectados con el mundo y con nosotros mismos.

También actuó en una telenovela, ¿cómo fue esa experiencia?

Me encantó. Les cogí muchísimo más respeto a los actores, porque es un mundo aparte. Al principio la gente me decía: “Tú eres cantante, entonces es la misma vaina”, porque uno sí actúa sobre el escenario, y creo que uno es actor en todas las eras de la vida. El meterse en la piel de un personaje tan distinto fue una lección de humildad muy grande, de sentir emociones de otra forma, como la tristeza en las rodillas. El ser “la mala” de la serie me permitió estar en contacto con realidades lejanas a las mías. Actuar te enseña mucho de las realidades que vive la gente que tienes al lado.

¿Cómo lidia con la recepción del público?

Soy muy afortunada, porque de mil mensajes buenos que me llegan, entra uno malo. También soy muy sensible, entonces me quedo pensando en ese no tan bueno y me doy mucho palo, pero en general la gente me ha permitido crear espacios seguros donde me doy la licencia de ser vulnerable, de hablar de lo que me cuesta con mi cuerpo, con mi proceso creativo, con mis relaciones, con todo lo de mi vida. Cuando pones las cosas buenas y malas en una balanza, vale la pena seguir exponiéndose de cierta manera, porque eso es lo que crea conexiones reales. Soy consciente de que tengo facetas distintas, pero soy la misma persona. Peleo mucho con la frase “una poeta profunda no puede ser una cantante pop”, cuando en realidad soy esas dos, y también soy la que se viste raro, la que le encanta bailar y se contradice. Los seres humanos somos contradictorios, y cuando reconocemos eso surge la autenticidad.

Pablo Marín J.

Por Pablo Marín J.

Profesional en Creación Literaria. Escritor de cuentos y novelas de ciencia ficción. Apasionado del cine y guionista de varios cortometrajes.pmarin@elespectador.com
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