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Cuando no alcanzan todas las cosas maravillosas

Una reflexión que se desprende de la obra de teatro “Todas las cosas maravillosas”. Una lista de todo por lo que vale la pena no morir. Un intento dulce y desesperado que, aunque no logre su cometido, es una cosa maravillosa en sí misma.

Daniela Cristancho
03 de octubre de 2023 - 01:37 p. m.
"Todas las cosas maravillosas", interpretada por Amalia Andrade, es una adaptación del monólogo "Every Brilliant Thing", del inglés Duncan Macmillan.
"Todas las cosas maravillosas", interpretada por Amalia Andrade, es una adaptación del monólogo "Every Brilliant Thing", del inglés Duncan Macmillan.
Foto: Archivo particular

Hay días en los que desearía haber comenzado mi lista antes. Una lista de todas las cosas maravillosas. Una suerte de inventario con cada cosa por la que vale la pena vivir o, quizás, si se es menos ambicioso, con cada cosa por la que vale la pena no morir. El fútbol. La sensación del sol sobre la piel mojada. Las esquinas del chocoramo. Pablo Neruda. Levantarse antes de que suene la alarma y saber que puedes dormir más. El color azul.

Así sería más sencillo empapelarlo todo, llenar las paredes de las casas de las personas que he querido con recordatorios de que la vida puede ser luminosa, mágica, milagrosa. Quizás así sería más fácil también cuando la vida acaba porque ninguna de esas razones alcanzan.

La protagonista de Todas las cosas maravillosas comenzó su lista después del primer intento de suicidio de su madre. La suya, hecha por una niña de siete años, empieza diferente a la mía: el helado de chocolate, las guerras de agua, las cosas con rayas, las montañas rusas, cuando la gente se cae. La lista es la respuesta a la vaga explicación de que su madre está en el hospital porque hizo algo estúpido, porque le cuesta encontrar razones para ser feliz.

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Es un intento dulce y desesperado por contagiarle a un ser amado el hambre de vivir, por abrirle los ojos a la fuerza, en la esperanza de que los detalles de la cotidianidad lo salven, lo convenzan de quedarse en este plano del que quiere escapar. Es una idea transformada en obsesión. La lista llega a cien y luego a mil y luego a cien mil. Al principio el personaje las talla en todas las superficies de su casa, luego otros le ayudan a continuarla. Bañarse con agua caliente. Los buñuelos. Ponerse ropa recién planchada. Amar y sentirse amado.

Hay días, días como hoy, en los que me siento en la piel de esa niña de siete años. Quiero creer, contra toda la evidencia, que todas las cosas maravillosas alcanzan. Que tiene que haber una o mil con el poder de lograr lo imposible. De la obra me llevé la cosa maravillosa número 201, escrita en la tapa de un tarro de mostaza: las hamacas. La leo y quiero creer que si no es ese, habrá algún otro número de la lista con la capacidad de aliviar la pesadez, de ser un bálsamo para la depresión, de desterrar el pánico y los ataques de ansiedad, de arrancar de raíz las ideas de querer terminarlo todo. Algo será suficiente. ¿Qué es suficiente? ¿Y si es la vida lo que ya fue suficiente?

Hoy hice un gol y pensé en ti. Pensé en esta cosa maravillosa que está en mi lista. Patear el balón con el corazón alborotado, gritar y levantar los brazos al verlo cruzar la línea blanca. Me pregunté si habría estado en la tuya, si la habrías encontrado lo suficientemente milagrosa. Probablemente no. Pero seguramente también tuviste tu propia lista de cosas amadas, de pequeñeces que no fallaron en hacerte sonreír, que hicieron un poco más ligeros los días, incluso, quizás, algo luminosos.

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Con cada nuevo intento, la niña redobla los esfuerzos por hacer de la lista un inventario robusto, pero también por restregárselo a su madre en cada oportunidad. Quiere gritarle que no vuelva a hacer nada estúpido, que las razones para ser feliz existen y están a su alcance. Le imprime la lista para que nunca le falte. Finalmente nada alcanza. Los matices de la vida y la muerte son más complejos que todas las cosas maravillosas.

La lista no es más ni menos que un testimonio de amor. No alcanza nunca ni para salvar a nadie, pero es una cosa maravillosa en sí misma. Cada una de las razones enumeradas en esa lista son formas de decir “te amo, por favor, quédate aquí”.

Así que aquí va, aunque no alcance nunca ni para nadie, parte de mi lista de todas las cosas maravillosas:

El fútbol. La sensación del sol sobre la piel mojada. Las esquinas del chocoramo. Pablo Neruda. Levantarse antes de que suene la alarma y saber que puedes dormir más. El color azul. Lograr algo por primera vez. Armar una frase bonita. Llamarse con el pensamiento. Que te abracen por la espalda. Terminar un libro. El beso que te regresa a casa. Las canciones viejas de Juanes. La granadilla. Las colecciones de cartas. La gente a la que no le importa cantar mal en los karaokes. Dormir abrazado. La poesía. La certeza. Los amigos de la infancia. Dedicar un texto. Dedicar un gol.

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Daniela Cristancho

Por Daniela Cristancho

Periodista y politóloga de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en resolución de conflictos e investigación para la paz.@danielacsidcristancho@elespectador.com

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Maria(bdiql)07 de octubre de 2023 - 03:30 p. m.
N motivos para agradecer esta vida en este incierto, inseguro y muchos in más, pero bello País
Edward(u09in)04 de octubre de 2023 - 04:11 a. m.
Que linda manera de escribir y describir.. felicitaciones sigue adelante!!
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