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David Fajardo, autor de ‘Carne doliente’: “El dolor está también para protegernos”

A partir de una crisis de ciática sufrida en carne propia, el autor planteó un ensayo desde la filosofía para comprender el dolor y su función en nuestras vidas, titulado “Carne doliente”, el cual fue publicado en marzo de este año.

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Andrés Osorio Guillott
01 de septiembre de 2025 - 01:00 p. m.
David Fajardo estudió Filosofía en la Universidad del Valle.
David Fajardo estudió Filosofía en la Universidad del Valle.
Foto: Cortesía
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¿Cómo surgió la idea de este libro?

Yo he hecho una carrera académica en el campo de la filosofía, he estado estudiando temas acerca del dolor; sobre eso trató mi investigación de doctorado y sobre eso he seguido haciendo mi trabajo de investigación en la universidad. Yo estoy en México, en la UNAM. También estuve en la Facultad de Medicina de la UNAM haciendo un proyecto sobre cuidados paliativos, sufrimiento y dolor. Entonces, todo esto ha sido parte de mi trabajo profesional: darle vueltas a cómo entender el dolor, qué lugar darle en la vida humana, cómo entender su naturaleza mental y de qué manera lo han enfrentado las sociedades.

¿Por qué le ha interesado el dolor?

Mi línea de trabajo ha sido en filosofía de la mente. En ese campo se tratan temas como cuál es la naturaleza de la experiencia consciente, cuál es el lugar de la subjetividad en lo mental, qué relación hay entre mente y cerebro, etc. Entonces comenzó como un interés académico e intelectual. También, cuando uno está haciendo una carrera de investigación, está motivado a encontrar un campo, un tema donde uno sienta que hay de dónde jalar, que sea de provecho y fructífero. Comencé a observar que el dolor presentaba unos rompecabezas intelectuales interesantes, y ahí fue que comencé. Cuando inicié el doctorado y tenía que perfilarme acerca de cuál iba a ser mi tema de tesis, decidí entrarle al dolor ya no solo como un tema complicado o desafiante para las teorías de la mente, sino como un tema que valía la pena abordar en pleno derecho: no como un problema para otras teorías, sino como un tema valioso en sí.

“El dolor me movía a hacer algo distinto con mi cuerpo, salir de mis hábitos y abandonar ciertas metas, aun cuando la orden era la quietud”. Es curioso porque cuando uno está experimentando un dolor, lo primero que piensa es que ese dolor lo anula, lo obliga al reposo. Pero aquí se habla mucho del dolor y el movimiento. ¿Por qué?

Mira, cuando uno lanza la mirada acerca de cuál es el propósito del dolor, en términos de por qué el dolor hace parte del acervo de recursos de los cuerpos humanos (y también de los animales), lo que se encuentra es que el dolor está allí, sobre todo, para protegernos. Ese es el propósito de que esta experiencia exista en nosotros.

El dolor nos protege restringiendo, modificando, influenciando la manera en la que los animales y los seres humanos se mueven. Nos permite evitar el daño cuando apenas está sucediendo. Por ejemplo: si estamos pisando algo puntiagudo, comenzamos a sentir dolor y quitamos el pie. Así evitamos un daño. La relación entre dolor y movimiento es muy importante, porque es justamente interviniendo en el movimiento como el dolor nos ofrece su protección.

“La imaginación tiene límites frente a las experiencias dolorosas”. Y más que hablar de los límites, pienso en la relación imaginación-dolor…

En general, es difícil imaginar experiencias que uno no ha tenido. Por ejemplo, cuando le dicen a uno que las abejas pueden ver en un espectro de luz distinto al de nosotros, imaginarse eso está difícil. O cuando nos dicen que los murciélagos se mueven por ecolocalización, imaginarse cómo es la vida interior de un murciélago es dificilísimo. En nuestro caso, que somos hombres cis, imaginarnos el dolor de un trabajo de parto es difícil. Hay unos límites importantes y eso muchas veces hace que la comunicación de nuestros dolores sea complicada, porque en la mente de los otros los dolores ajenos son difíciles de imaginar, entender o escuchar.

Ahí hay un papel de la imaginación. Y hay otra dirección, que es la que mencionaba: el dolor, su presencia, estimula y motiva mucha actividad mental en búsqueda de significado y sentido. Si tú comienzas a sentir este dolor en tu torso, tu mente trabaja en darle un lugar: ¿qué significa esto? ¿De dónde salió? ¿Para dónde va? ¿Qué puedo hacer con él? ¿Qué tan riesgoso es? ¿Qué tan incapacitante está siendo?

“El miedo enfoca nuestra mente en la amenaza presente; el dolor hace algo similar”. Y más adelante dice: “el dolor nos ata al presente, pero también afecta nuestro futuro”. Quiero hablar de esa relación del dolor con el tiempo, en este caso con el presente.

En la presencia del dolor, la mente se va al pasado pensando en cuál es el origen: ¿por qué está aquí? ¿qué fue lo que sucedió para que me llevara a esto? Y muchas veces no es que la gente piense en causas fisiológicas, como desde la hipocondría, sino en cuestiones de significado de la vida. Hay quienes piensan: “Este dolor me lo gané porque hace unos años hice algo muy feo” o “tengo una deuda con la vida y Dios me lo está haciendo pagar de esta forma”. Ahí está el pasado. En el presente, el dolor nos ata de una forma especial. Cuando digo que nos ata al presente, quiero decir algo similar a que el dolor funciona como un acto de mindfulness, digamos. Porque es algo de lo que cuesta distraerse y entonces nos mantiene en el ahora. Y ahí radica su valor: trayéndonos al presente y haciéndonos muy conscientes de lo que pasa, podemos justamente hacer cambios en el movimiento, en las posturas, en qué cosas hacemos para cuidarnos de lo que está sucediendo. Y esta afectación hacia el futuro tiene que ver con cómo la mente trata de acomodar qué va a hacer la persona. Si yo tengo este dolor, ¿qué significa sobre la próxima semana o el próximo año?

“La carne doliente clama significado”. Hablemos de esta idea.

El significado puede ser de muchos tipos. En lo que me compartías, por ejemplo, el significado que dabas a tu dolor era: “¿Tengo un problema en el corazón?”. Como que el dolor no se queda quieto: en ese movimiento entre el dolor y la mente, percibiendo el dolor, hay una tendencia natural a buscarle un lugar. Quienes tengan más ideas sobre su cuerpo, o una tendencia a asociar lo que les pasa con su cuerpo, lo toman por ahí. Pero también están esas otras vías de darle un sentido, un lugar. El significado se ha planteado también desde otras ópticas: desde la religión o el arte. En ese campo es muy visible: artistas dolientes ha habido muchos, escritores, pintores y cineastas dolientes. El dolor es materia prima para el arte. Y lo es justamente porque es un estado al que se le puede revestir de muchos sentidos y significados.

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