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¿Cuál fue la idea para generar “273 historias de amor”?
Todo comenzó en las redes sociales. Veía muchos discursos negativos ahí. Consumimos mucho odio en el día a día y creo que, en parte, una de las razones por las que nace 273 historias de amor es cuestionarnos el porqué tienen que ser así las cosas que vemos. Nos hemos ido a extremos muy grandes en nuestros discursos, entonces por qué no irnos al extremo más hermoso que tenemos, que es el amor. Si bien nace con ese objetivo, mentiría al decir que no viene de un propósito muy personal. El pódcast nació a través de un momento muy bajo en mi vida, de mucha frustración y dolor. En ese momento dije: “Quiero convertirlo en algo mucho más grande”, y así fue.
¿Cómo escribe sus capítulos?
Es muy curioso, y siento que es una de las cosas que más sorprende a la gente, ninguno de los capítulos tiene guion, a veces tengo ciertos apuntes de los temas que quiero tocar, pero los que están al aire están sin libreto. Cuando empecé, hablaba en redes sociales de una forma muy orgánica, entonces eso se trasladó al pódcast. Me despierto, tengo una idea de lo que quiero hablar y la voy desarrollando durante el día. Eso me ha permitido ser muy real con lo que comunico en 273 historias de amor, porque no quería que saliera muy estructurado. Al fin y al cabo, soy yo hablando de sentimientos, de vulnerabilidad, de historias. Simplemente, hablar con el corazón es diferente.
¿Cómo maneja el hacer su pódcast con su trabajo?
No he dejado mi trabajo corporativo. Es intenso, paso todo el día en la oficina. También soy deportista, por lo que grabo de noche. La noche es muy simbólica para mí, porque cuando nos vamos a dormir es cuando realmente nos conectamos con nuestros pensamientos y sentimientos más profundos, es cuando le dejamos a la mente divagar sobre esas historias de amor que queremos experimentar o estamos experimentando. Grabar el pódcast en esos momentos es como unir todos esos pensamientos de los oyentes acerca de su definición personal del amor.
¿Usted qué sueña?
Me ha pasado algo muy curioso, mis sueños me han encontrado a mí y no yo a ellos. Siento que la vida me ha sorprendido de esa manera. Me han preguntado que si soñaba que 273 historias de amor llegara a los primeros lugares de los más escuchados o que llegara a México, y no. Siento que todo se ha dado porque estoy muy pegada a mi propósito, porque quiero que más gente hable de amor.
¿Qué siente estando frente a una cámara?
Una responsabilidad enorme, porque vas a llegar a un público, uno que puede ser muy joven o estar en momentos vulnerables. Siendo honesta, siempre antes de prender la cámara me encomiendo a Dios y digo: “Dios, pon en mis las palabras y en lo que voy a expresar lo que a las personas les tiene que llegar”. Por eso siempre intento ser muy responsable con lo que digo. Suelo decir que no digo verdades absolutas, que también me equivoco, por lo que consulto mucho con psicólogos, antropólogos, filósofos y me empapo de varias corrientes, porque el amor se puede abarcar incluso desde la economía. Siento que más que aprender, para mí ha sido un proceso de “desaprender” todo el tiempo y de ser consciente de que no te las sabes todas y nunca te las vas a saber.
¿Entre sus desaprendizajes hubo alguno que resaltara?
La infidelidad. Creo que es uno de los temas que más he estudiado. Llevo dos años en ese proceso. Encontrarme con distintas perspectivas en ese punto ha sido muy desafiante. Justo para este tema fue que decidí hablar con economistas sobre cómo nos desenvolvemos económicamente en la monogamia, pero me ha costado mucho. Las posturas que he tenido han ido deconstruyéndose con el tiempo, solo con decir que apenas entré pensaba “Dios, patria y monogamia” y ahora no puedo especificarla tan fácil.
¿Por qué es tan complicado el tema de la infidelidad?
Por la historia que abrió todo este proyecto. Fue muy complejo porque fue más allá de la infidelidad, fue traición. También he visto cómo la infidelidad ha dañado a personas que amo. En las 11.500 historias de amor que he leído, me di cuenta de que hiere y se puede establecer como un trauma. Sé que hoy en día hablamos de este tema a la ligera, pero no lo es. Con esto en especial, también toca fibras en mí.
¿Cómo le llegaron las historias?
Cuando empecé en redes, la gente me escribía sus historias hasta el punto de tener 273 y ahí fue que lancé el proyecto. Abrí un correo en el que les decía que sus historias iban a ser parte de algo más grande y no necesariamente que iban a tener respuesta. Empezaron a llegar. Cuando mi hermana veía Netflix, yo me sentaba a leerlas. Me imaginaba las situaciones y, como algunos me ponían detalles específicos, terminaba encontrando ambas partes de la misma situación. Mi mamá le decía a ese tiempo “el chismesito de Alejandra”. También me pasa seguido de que estoy en eventos y la gente me reconoce y me comparte sus historias. Podría decir que, por lo menos, escucho una historia de amor al día.
¿Qué ha aprendido escuchando a las personas?
Que la sociedad tiene un gran problema. Creemos que el amor se traduce en relaciones afectivas exitosas, pero no siempre es así. Se puede ver como despedidas, como tu mamá diciéndote “ahí no es”. También lo ves cuando te dices a ti mismo que debes salir de una relación insalubre. En la medida en la que nosotros entendamos que el amor no es el romanticismo que consumimos, estamos más cerca de vivirlo de forma más real.
¿Para usted qué significa el amor?
Últimamente, se usa mucho la frase de que el amor es una decisión, pero para mí es una intención porque tiene muchas aristas, lo químico, lo biológico, lo experimental, pero cuando tienes la intención de convertir ese amor en un propósito, se transforma en una acción mucho más grande. Así lo veo en las relaciones. Puedes sentir amor por alguien, pero cuando realmente tienes esa intención, es que vives las mejores relaciones posibles.

Por Pablo Marín J.
