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Formando cineastas comunitarios en Colombia y el mundo

“Historias en Kilómetros” es un proyecto que, a través del cine comunitario, acompaña el dolor sin revictimizar y que, a su vez, permite que comunidades de Colombia, Centroamérica y África narren sus vivencias.

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Paula Andrea Baracaldo Barón
12 de septiembre de 2025 - 01:34 p. m.
El laboratorio de formación, producción y difusión de cine comunitario, "Historias en Kilómetros" (HEK), presenta la segunda edición de su Festival Internacional de Cine Comunitario del 3 al 25 de septiembre.
El laboratorio de formación, producción y difusión de cine comunitario, "Historias en Kilómetros" (HEK), presenta la segunda edición de su Festival Internacional de Cine Comunitario del 3 al 25 de septiembre.
Foto: Juan Manuel Mateus
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Un chat con: Nicolás Cuéllar y Paola Andrea Díaz, la “dupla” de “Historias en kilómetros”

¿Cómo nació esta colaboración entre ustedes dos?

P: En 2018 conocí a Nicolás. En ese momento, yo estaba trabajando en lo que antes se llamaba Colciencias, que ahora es Minciencias. Él estaba haciendo una convocatoria para alguien que le ayudara a coordinar un proyecto en el marco de la Comisión de la Verdad, que fue el primer aliado de “Historias en Kilómetros”, y yo me presenté.

N: En ese marco, con la Comisión de la Verdad, había que afrontar y estar a la altura de la alianza. Entonces, en 2018 pasamos el año planeando y construyendo lo que sería la metodología de formación, que empezó oficialmente en 2019 y ha evolucionado a lo que hoy es una metodología de formación en cine transcontinental.

¿Qué historia hay detrás del nombre “Historias en kilómetros”?

La motivación y el nombre surgieron del mismo lugar: la sensación de que la mayoría de las formaciones de corto alcance no dejan una capacidad instalada.

La metodología de “Historias en kilómetros” nació con la idea de que las historias se mantengan, que no seamos nosotros lo que hagamos el cine, sino que sean las comunidades las que nos enseñen cómo se hace en esa región, aunque estemos a kilómetros de distancia.

Al final de las formaciones hacemos muestras públicas en plazas principales, al lado de la iglesia o en los mercados, donde las comunidades quieran, para que ellos sean los primeros en ver sus producciones.

¿Cómo creen que el cine y el arte pueden convertirse en una alternativa frente a la mirada utilitaria de contar historias por números o prestigio?

Hemos podido ver cómo el cine comunitario, hecho de una manera ética y humana, les da autoridad a las comunidades. El objetivo principal es dignificar sus vivencias y no revictimizarlas.

En las muestras públicas, o incluso durante los procesos de producción, hemos visto cómo el cine puede sanar, reparar e incluso transformar la manera en que se asumen experiencias dolorosas.

Por ejemplo, en Buenaventura, trabajamos con una comunidad muy afectada por la violencia. Había un equipo de fútbol de barrio cuyos niños fueron asesinados. No hay condena contra los culpables y los procesos judiciales solo han causado más daño a las familias. El equipo con el que trabajamos era vecino de esas mamás, las conocían de toda la vida, y decidieron contar la historia desde los amigos y vecinos de los niños.

Cuando mostraron el documental a las madres, ellas terminaron cantando y bailando. Nos dijeron: “Es la primera vez que escucho mi historia y no lloro, sino que canto y perdono”.

¿De qué manera encuentran el punto medio entre acompañar el proceso y respetar que las historias pertenecen a las comunidades?

Nuestro trabajo es acompañar, dar herramientas y ayudar a que encuentren la manera de narrar lo que ellos quieren. Nos cuidamos de no ser extractivos ni de poner nuestra mirada por encima. Por eso insistimos en que sean las comunidades las que decidan el tema, la estética y hasta el público. Nosotros solo damos la base técnica y creativa para que lo logren. De hecho, muchas veces terminamos aprendiendo más de lo que enseñamos.

¿Cómo se está llevando a cabo el festival y cómo beneficia a las comunidades locales?

Estamos en la tercera locación del festival, que se va a desarrollar durante el mes de septiembre. En los seis territorios la idea es mostrar películas que provienen de una curaduría realizada por los seis equipos locales anfitriones. Primero estuvimos en Tierra Grata, César; luego en Kakuma, en Kenia, en el campo de refugiados. Cuando finalicemos en Ibagué, el tercer territorio, iremos a Cereté, en Córdoba; la siguiente parada será Cox’s Bazar, en Bangladesh, y finalizaremos en Tumaco, Nariño.

Además, tenemos conversatorios sobre el arte y la cultura como herramienta para la construcción de paz y la vida digna. También ofrecemos talleres para niños y niñas, para mostrarles qué significa ser cine comunitario desde el comienzo, para que se emocionen y busquen una oferta cultural similar a la que ofrecen los maestros locales.

También contamos con talleres para jóvenes, en los que se muestra el cine como herramienta en la práctica. Para ello, tenemos formadores y formadoras que vienen de distintos lugares del mundo a acompañarnos. Por ejemplo, aquí en la Universidad de Ibagué tenemos a una cineasta austriaca-mexicana.

¿Y cómo participan los equipos locales?

Ellos han tomado parte de la formación de “Historias en Kilómetros”: han producido con nosotros y ahora están haciendo cine y festivales. Esto es clave porque se están consolidando como gestores culturales en sus propias comunidades.

En cada lugar que visitamos en Colombia, abrimos el festival con una pantalla inflable de siete metros por cuatro, que se puede colocar en cualquier lugar de la ciudad o de la comunidad, y que quedará en sus manos. Es como “ver a los hijos crecer”.

¿Qué hacen para protegerse emocionalmente frente a historias difíciles?

Con el tiempo entendimos que si nos protegíamos demasiado, nos alejábamos de las comunidades. Aprendimos que acompañar no es cargar su dolor, sino estar con ellos en el proceso, reconocerlo y transformarlo juntos. Además, cada historia que parece dolorosa tiene un lado luminoso. Nos hemos sorprendido de cómo, detrás de tanto sufrimiento, hay formas de resistencia y esperanza. Eso nos sostiene, nos hace seguir adelante.

Paula Andrea Baracaldo Barón

Por Paula Andrea Baracaldo Barón

Comunicadora social y periodista de último semestre de la Universidad Externado de Colombia.@conbdebaracaldopbaracaldo@elespectador.com
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