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Gala del Sol: “El cine es mucho más cercano a los sueños que a la realidad”

La directora del largometraje colombiano “Llueve sobre Babel”, que es parte de la selección oficial del Festival de Cine de Sundance 2025, habló sobre su proceso creativo y sus intereses en el cine de género.

Pablo Marín J.
14 de enero de 2025 - 12:00 p. m.
Gala del Sol fue finalista en los Student Academy Awards en 2018.
Gala del Sol fue finalista en los Student Academy Awards en 2018.
Foto: José Varón
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¿Cómo surgió “Llueve sobre Babel”?

Surgió de una manera un poco improvisada. Viví en Los Ángeles por seis años, y en 2020, con el tema de la pandemia, regresé en el último avión que llegó a Colombia antes de que cerrara el aeropuerto El Dorado. Volví a Cali y me encerré en mi cuarto 20 días. No sabíamos si tenía covid o no, y en ese desespero pensé: ¿qué hago? Contacté a un amigo que se mueve dentro de los círculos del teatro ene Cali, y él me consiguió un grupo de actores con los que empecé a trabajar virtualmente durante la pandemia. Nos reuníamos dos veces por semana: hablábamos de cine y hacíamos varios talleres. La historia nació a partir de un ejercicio donde les pedí que crearan personajes que siempre hubieran querido hacer, pero por alguna razón no hubiesen podido, y que a la vez les ayudaran a sanar algo de sus vidas.

¿Cómo eligió incluir el “Infierno de Dante” en la historia?

De hecho, fue una idea tardía: ocurrió cuando la historia ya estaba escrita. Fue algo así como: “Mira, esto es el ‘Infierno de Dante’, y dio la casualidad de que uno de los personajes se llama Dante”. Todos están en ese borde que junta lo real con lo fantástico. A mí me gusta mucho jugar con el realismo y el realismo fantástico. Lo que hice fue insertar los personajes que me dieron los actores en un mundo trópico-punk. Me estaba soñando con una Cali de otra dimensión. Esa Cali tiene sus propias reglas y se llama Ciudad de Maya. Es un mundo donde habitan tanto seres mitológicos como personas que viven un realismo muy crudo. Es por eso por lo que la historia de “Llueve sobre Babel” comienza cuando el contrato de Dante llega a su fin. Él empieza a recordar quién era antes de morir y cuál fue el trato que hizo con La flaca, que es la representación de la muerte.

¿De dónde viene su interés por la fantasía?

Desde pequeña me ha encantado la creación de mundos. Era fan de “Harry Potter” y “El señor de los anillos”, pero también creo que Latinoamérica es una cuna de realismo mágico. Por donde uno mire, hay elementos que lo reflejan. Siempre me ha gustado jugar con la línea donde se junta lo real con lo fantástico, especialmente por el contexto en el que crecí. En Cali, de pequeña, me gustaban mucho los círculos de arte, donde había pintores o actores de teatro, y me llamaba la atención la forma en la que la gente hablaba. También viene de nuestra literatura. Me parece muy bueno que en este momento se esté empezando a explorar más en el cine, porque el latinoamericano ha sido tradicionalmente muy político y social. Ahora hay un “boom” de cine de género, con muchas personas explorando la fantasía, el terror y lo fantástico. Hay muchas historias y mucho talento que pueden ser apreciados en el mundo entero, con un tipo de narraciones distintas que exploren ese realismo mágico.

Su cortometraje “Pasajeros en trance” cuenta con una presencia de lo onírico en la narración, ¿qué le llama la atención de los sueños?

Desde muy pequeña fui fanática del surrealismo. Mis papás me pasaron muchos libros de pintores surrealistas. Mi abuela es pintora, al igual que mi abuelo y mi papá, que son arquitectos. Es muy interesante, porque todas las obras que he hecho giran alrededor de estructuras, de lugares. Siento que el cine es mucho más cercano a los sueños que a la realidad por la forma en que se narra con los cortes, o lo que te permite hacer sonoramente. Me gusta mucho trabajar con el diseño de sonido, que no necesariamente encaja con la realidad, pero que ayuda a generar una que tenga sentido dentro del mundo de la historia.

¿Cómo decidió entrar a estudiar y hacer cine?

Quería ser monja. Empecé haciendo teatro cuando tenía cuatro años y pensé que iba a hacerlo toda la vida. Precisamente por eso me gusta trabajar con actores, porque es el lenguaje con el que creo mis historias. A los 13 años comencé a estudiar con el cineasta documental Pakiko Ordóñez, en la escuela Cine Digital, en Cali, que ya no existe. Ahí hice mi primer cortometraje de ficción cuando tenía 14 o 15 años. A los 16, pensé en convertirme en monja budista en Nepal. Encontré un convento de monjas que hacían kung-fu y estaba decidida a raparme, vestirme de naranja e irme. Mi papá me dijo que lo pensara bien y mi mamá, completamente en desacuerdo, me dijo que debía terminar el colegio primero. Así que me gradué a los 18 años y pensé: “Ahora sí me voy de monja a Nepal”. Pero mi mamá me dijo: “¿Para qué te vas a encerrar en un convento en Nepal, cuando a través del cine puedes llegarle a más gente con mensajes de amor?”.

¿Cómo aborda su trabajo como directora?

Muchos de nosotros hacemos cine porque lo amamos y no nos imaginamos haciendo otra cosa, pero, a menos de que uno esté haciendo películas para grandes estudios de Hollywood, es un trabajo un poco menos glamuroso. Por ejemplo, una vez presenté un corto que le fue muy bien, pero al llegar a mi casa, luego de la exhibición, tenía una pila de platos por lavar en la cocina. Siento que es muy importante no creerse el cuento y siempre permanecer con los pies sobre la tierra. También hay que marcar una separación entre la vida personal y profesional —aunque muchos no lo hacemos—, porque derivamos nuestro valor como personas a partir de nuestro trabajo y el reconocimiento que tiene. Esa es la receta perfecta para ser infeliz.

Cuando entra a un proyecto, ¿tiene algún tipo de ritual?

Depende de en qué parte del proyecto esté. Cuando escribo, mucho de lo que hago viene de los sueños. A veces sueño películas enteras y me levanto a las 3 de la mañana a escribirlas. Muchas de mis mejores ideas surgen cuando estoy a punto de dormirme, en ese estado de vigilia entre estar despierto y estar dormido, que mi cerebro comienza a regurgitar cosas. Tengo un cuaderno que llamo el “vómito mental”, y ahí anoto imágenes, frases enteras, personajes, tramas, lo que sea. Cuando estoy en rodaje, uso una japa mala, que es un collar de cuentas de madera, para cantar mantras. Eso me ayuda a tener un descanso, tener claridad sobre lo que tengo que hacer y que mi cerebro no se enrede.

¿Qué significó para usted que “Llueve sobre Babel” quedara seleccionado en el Festival de cine de Sundance?

Era mi meta, es mi festival favorito. Desde que estaba en la universidad quería que mi primera película estuviera en Sundance. Es un sueño hecho realidad. Le dije eso a la programadora cuando me llamó, porque desde que empecé a escribir “Llueve sobre Babel” les decía a mis papás y a mis hermanos: “Mi sueño es que esta película se estrene en Sundance”. Siento que para el tipo de obra que es, es un gran honor hacer la premier mundial allá.

Pablo Marín J.

Por Pablo Marín J.

Profesional en Creación Literaria. Escritor de cuentos y novelas de ciencia ficción. Apasionado del cine y guionista de varios cortometrajes.pmarin@elespectador.com
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