Resultó oportuna la presentación del libro Nos quieren muertos, de Javier Moro, en Colombia. Ya son varias semanas en las que se habla de la inhabilitación de María Corina Machado, líder de la oposición en Venezuela, pues esta jugada del gobierno de Nicolás Maduro deja nuevamente entrever que la democracia no es propiamente lo que se defiende en su territorio.
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Ya lo habíamos mencionado en un editorial la semana pasada: “Nicolás Maduro es un ‘demócrata’ con suerte. Cuando millones de venezolanos votan en unas primarias para elegir como su contrincante en las próximas elecciones a la lideresa María Corina Machado, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), coincidencialmente, la inhabilita por 15 años. Cuando el posible reemplazo de Machado es Henrique Capriles, quien hace años estuvo a pocos votos de ganarle a Maduro, el TSJ también lo inhabilita. La fortuna, al parecer, le sonríe al líder del régimen venezolano: a pocos meses de unas elecciones presidenciales se queda sin competencia clara y las dos personas con alta posibilidad de vencerlo no van a poder competir”.
Y de este lado lo que más ha llamado la atención es el silencio del gobierno de Gustavo Petro. Ni el presidente ni algún funcionario del Gobierno han rechazado la falta de garantías para un libre ejercicio de la democracia en el vecino país. Y en medio de ese silencio, del contexto de las últimas semanas, fue que llegó Javier Moro, invitado al Hay Festival de Cartagena, para presentar el libro que cuenta la historia de Leopoldo López, otro de los líderes de la oposición en Venezuela, que ahora está exiliado en España.
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López, que había sido alcalde de Chacao entre 2000 y 2008, luego quiso ser alcalde de Caracas, pero la Contraloría General dictó una medida de sanción y lo inhabilitó para ese cargo por supuestas irregularidades en su gestión. En 2014, el líder de la oposición en Venezuela fue arrestado luego de que la Fiscalía emitiera una orden de captura por “instigación pública, daños a la propiedad en grado de determinador, incendio en grado de determinador y asociación para delinquir”.
Javier Moro, quien ha publicado libros como Senderos de libertad, Las montañas de Buda, Pasión india, A flor de piel, Mi pecado, A prueba de fuego, entre otros, afirmó que la idea de contar esta historia empezó por una conversación con Gerardo Olivares, director de cine, que le preguntó una tarde si quería escribir sobre Venezuela, y desde ese momento emprendió un camino de tres años y cientos de horas de conversaciones con Leopoldo López y su familia, pues confesó en una entrevista para este diario que para narrar este suceso había “tenido que hacer una especie de máster en venezolanismo”.
En un poco más de 570 páginas, Moro recoge toda la persecución que padecieron López y su familia, las conversaciones en los momentos más difíciles y, aunque es un libro que cuenta el antes, durante y después de López como referente de la oposición y como preso político, la historia no deja de tener como protagonista a Lilian Tintori, esposa del ahora coordinador nacional del partido Voluntad Popular.
“La idea era hacer un documental a través de Lilian, pero al final no salió. Ellas es casi la protagonista de esta historia, es el personaje que cambia, él no cambia, él es de una pieza, él es ahí voy, y ahora me entrego. Que me mate, que yo ni me muevo. Siempre es su rol. Pero claro, eso dramáticamente no es muy llamativo. Pero ella es la que está obligada a cambiar, a convertirse en otra mujer. Ese cambio, para un escritor, es muy interesante”, reconoció el escritor y periodista español, que por su pasado en Venezuela por los viajes que hacía con su papá siente una especie de compromiso con el presente de esta nación.
Este libro es el retrato de una familia, de todo lo que atraviesa el entorno de un líder político. Hay momentos dramáticos, como aquel en el que están a punto de capturar a Leopoldo López y una de sus hijas escucha que a su papá lo están buscando por varios crímenes, a lo que ella le pregunta a Lilian qué es un crimen, y ella responde que son como postres, y que los hay de limón, de fresa y otros sabores.
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“Yo quería contar la historia por dentro. ¿Qué pasa? ¿Qué pasa cuando en una familia el padre es un héroe y se entrega? Ahí están los niños obligados a seguir el heroísmo del padre. Con dos y cinco años. Es una de las preguntas que se hacían. Y luego, ¿cómo se vive eso? Porque a la cárcel van los malos. ¿Qué ha hecho papá? Ella se inspira en La vida es bella, aquella película, para contarles mentiras piadosas, para que consigan verlo de otra forma, para cambiarles el ángulo. Que no sea esta especie de desesperanza, de negrura, de lobreguez”.
“En un futuro prefiero contarles lo que hice para salvar a su país que tener que contarles que dejé de luchar. Lilian..., ¿qué tipo de persona sería si eligiese la huida? ¿Cómo les contaría eso a los niños dentro de unos años?”. Este es un fragmento de una conversación en la que Leopoldo López le responde a Lilian cuando esta le pide que piense en los niños y reconsidere su decisión de entregarse a la justicia venezolana, pues a ella le importaba que todos pudieran estar bien como familia y que sus hijos tuvieran una infancia normal.
“Era un líder desde pequeño. Él es un líder que tiene el gusano de la política y del servicio público muy metido dentro. Pero porque le viene además de familia, porque él ha crecido con las historias de su abuelo, de su bisabuelo, tatarabuelo, que todos han luchado, todos han vivido lo mismo. Todos han enfrentado a los caciques de turno. Todos han conocido el exilio, la cárcel. Esta es la historia de Venezuela o es la historia de la familia, pues él es uno más. Estamos dentro de lo normal. Con la excepción de que este caso está durando mucho y Chávez ha destrozado al país. Los otros no lo hicieron en su momento”, afirmó Moro.
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¿Qué opina del caso de María Corina Machado?
Lo de María Corina Machado es una vuelta de tuerca más a la cubanización de Venezuela. Y esto viene desde que el bobo de Chávez se hizo amigo de Fidel, que era mucho más listo que él, y ahí lo ha enfilado. Y la hoja de ruta que sigue en Venezuela se hace en Cuba, se escribe en Cuba.
Habla en el libro de la migración venezolana...
Es la demostración fehaciente del fracaso de la Revolución Bolivariana. Que se tengan que ir ocho millones de personas, es decir, uno de cada cuatro venezolanos del país, porque no pueden vivir en él, ¿qué más demostración de fracaso que eso? ¿Qué más hay? Y hoy en día siguen en la selva de la arena, la verdad que estamos hablando de familias enteras de venezolanos, una pobreza y una indigencia absoluta, que prefieren jugarse la vida, intentar llegar a Canadá a morirse de frío, trabajar allá, porque no pueden vivir en su país. Esa es la tragedia de Venezuela.
Señala una parte también que la familia de Leopoldo López, en especial Lilian, descubren lo que es el mal por el mal...
Lilian descubrió el mal por el mal, el mal tonto, o sea, el mal gratuito, el día en que le quitan unas maracas al niño. De vez en cuando los dejaban entrar con juguetes y los niños llevaban unas maracas para hacer un poco de chimborazo. Que eran horas que había que pasar ahí y había que distraerlos. Claro. Y un día les quitan las maracas. Y entonces Lilian las reclama. En otra visita les devuelven las maracas. Y entonces empiezan a tocar y el niño de dos años dice, mami, esto no suena, no suena. Es decir, había habido un tipo, un custodio -es que realmente es difícil imaginarse hasta dónde puede llegar la imbecilidad militar-, que ha debido cumplir una orden y que se dedicó a abrir con una cuchilla la maraca, quitarle las semillas y volverla a cerrar y dárselas al niño. Más estúpido que eso no he encontrado. Pero sí es un símbolo, una metáfora de lo que es esa dictadura.
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