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¿Qué lo enamoró o lo cautivó de la música?
Empecé muy chico, a los tres años, por un problema de motricidad fina en los dedos. La recomendación fue trabajar esa dificultad. A partir de ahí comencé con la flauta dulce, luego seguí con la flauta traversa, y así fue como nació mi pasión por la música. Es decir, al principio se trataba de resolver un problema de salud relacionado con la motricidad. Con el tiempo descubrí lo que la música generaba en mí y en los demás, y entendí que estaba entrando en un universo tan único como universal. Es lo único que sé hacer, te diría, porque lo vengo haciendo desde hace casi 60 años.
¿Qué sentía al hacer música cuando era un niño? ¿Soñaba con ser artista?
Había cierto placer en lo que generaba bienestar, que también sentía cuando lo hacía frente a los demás. Eso me daba alegría, porque era algo íntimo que luego llegaba a los demás. Un lenguaje que me era más fácil abordar que muchos otros.
Si bien la flauta llegó por un asunto médico, ¿qué lo hizo quedarse con ella?
Quería vivir adentro de la música. No quería salirme de este mundo, porque uno siente una protección y una posibilidad de aprendizaje eterno. Nunca se termina de estudiar, nunca se termina de aprender, siempre se puede mejorar, siempre se puede compartir. Esa idea de que la música es un lenguaje universal es realmente tan cierta, como si no hubiera ninguna duda al respecto. Te da la sensación de estar conquistando un universo, en mi caso de manera fortuita, pero rápidamente lo atesoré como propio. No tuve dudas sobre mi vocación ni sobre mi actividad. Desde muy chico no solo empecé a tocar, sino a trabajar con la música, porque me empezó a resolver problemas.
Es el director de una agrupación que construyó Astor Piazzolla, un importante referente del tango en el mundo...
Jamás lo imaginé. Menos como flautista. De pequeño su música me cautivó. Tuve la suerte de conocerlo en mi adolescencia y luego, al formar parte de grupos que seguían su legado, mi admiración por su música creció. Lo que nunca imaginé es que, como director musical de otros proyectos, asumiría la responsabilidad de liderar este grupo, que comparto con los cinco solistas, todos encargados de valorar su música genial.
Dado que el tiempo ha traído cambios inevitables, especialmente en la industria musical, con la influencia de las redes sociales, ¿cómo ha logrado adaptarse a estas transformaciones sin perder de vista el legado que usted y su grupo representa?
Me baso en un precepto piazzoliano: él escribía no solo para los instrumentos, sino también para los intérpretes. El artista que vive en 2025 está influenciado por el mundo y la etapa que le corresponde. Las influencias terminan creando un “clásico” que permite ciertas libertades: cuando se improvisa, se hace dentro del lenguaje piazzoliano. Se expresa lo que no está escrito, que es parte de nuestro género. Siempre se debe seguir dentro de ese lenguaje, evitando elementos ajenos. Cuando esto ocurre, es como si se encendiera una luz roja, diciendo “no, no, volvamos”. Lejos de limitarlo, esto le da frescura, porque el lenguaje es muy vivo y necesita que el intérprete ponga en manifiesto su emoción y su situación actual para darle vida a la música.
Hablemos de esos retos que trae ser artista en esta época y, en su caso, dirigir una agrupación.
Por una cuestión generacional, formo parte de las redes, pero las uso con cierta distancia, lo que me permite mantener una línea artística que vengo construyendo desde joven. Aunque desde hace 25 años me dedico principalmente a este rol, también he trabajado como compositor e intérprete en muchos proyectos. Me gusta ser dirigido, siempre se aprende, y las búsquedas siguen siendo personales. Sigo explorando el concepto acústico de la música, pero también he trabajado con nuevas tecnologías y estéticas. La música es un lenguaje inagotable, y el aprendizaje nunca termina. En lo tecnológico, siempre hay algo nuevo que exige actualización. Uso lo necesario para producir y mezclar, pero con las redes mantengo una mirada equilibrada: ni idealizo lo bueno ni dramatizo lo malo.
¿Hay algo que lo haya desilusionado del oficio artístico?
Honestamente, me siento un privilegiado. Soy un músico que ha vivido toda su vida de la música. Eso me hace parte de un grupo afortunado, y así me siento. Por supuesto, pude desarrollarme más en algunas áreas que en otras, y en todo caso las desilusiones tienen que ver con el énfasis que puse en ciertos aspectos del aprendizaje y no tanto en otros. Pero eso es algo que me corresponde asumir.
El género predilecto del quinteto es el tango, que representa tradición, folclor e historia. Quisiera saber si en Argentina sigue siendo respetado y valorado como parte fundamental de la identidad cultural, o el auge de nuevos géneros y la apertura a otros sonidos han hecho que lo tradicional vaya perdiendo terreno.
Sí, lo tradicional claramente está perdiendo terreno en todo el mundo. Y esa desvalorización de lo propio, de lo que pertenece a cada etnia, me parece un problema, no una virtud. La llamada “universalización hacia abajo”, lejos de ser algo casual, es en realidad una decisión mucho más poderosa y profunda de lo que parece, porque nos aleja de quiénes somos, de dónde venimos y de cómo se ha constituido nuestra civilidad, nuestra civilización y nuestra identidad étnica. En ningún caso estoy a favor de rechazar lo nuevo, pero me preocupa profundamente esta tendencia globalizante que tiende a igualar hacia abajo y que, en cierto punto, vacía incluso el sentido de la existencia. Hoy el tango ya no es una música popular, y tampoco se trata de que el tango vaya a “salvar” a nadie. Estoy hablando de algo más profundo: el tango, como el folclor o como la cumbia allá, son músicas propias que te dan identidad. Y cuando esas músicas se pierden, también se pierde una parte fundamental de lo que uno es.
¿Qué significa traer su trabajo a Colombia?
La verdad es que es un espacio que nos genera muchísima alegría y también una gran responsabilidad. Alegría, porque siempre nos acoge con calidez, y porque posee una sabiduría y una historia propias en relación con el tango, un conocimiento profundo del género. Además, siempre hemos sido muy bien recibidos allí. Y, en particular, presentarnos en el teatro Colón nos produce una enorme satisfacción: es un espacio acústicamente excepcional y de una belleza única, lo que duplica tanto el disfrute como la responsabilidad.

Por Samuel Sosa Velandia
