El Magazín Cultural

Las sombras del alma negra (Cuentos de sábado en la tarde)

En un pueblo del oriente llamado Desolación, vivía un hombre del común. Su nombre era Antonio Cuestas.

Paola Andrea Osorio Rengifo*
27 de noviembre de 2021 - 09:00 p. m.
Ilustración del personaje Antonio.
Ilustración del personaje Antonio.
Foto: Cortesía de Paola Andrea Osorio Rengifo

“Los monstruos y fantasmas son reales, viven dentro de nosotros y a veces ganan”

-El alma negra

Capítulo I. El nacimiento del alma negra

Antonio tenía 25 años de edad, era un hombre alto, de cabello castaño medio, sus ojos eran color café, pero no como la tierra si no como la miel, su contextura era delgada. Él era todo un artista, le encantaba hacer dibujos en lienzo, especialmente retratos de vecinos o visitantes del pueblo en el que vivía.

Antonio no tenía muchos amigos, de hecho, ninguno, esto gracias a su madre Faustina que lo sobreprotegió toda la infancia y nunca aceptó que su hijo Antonio se había convertido en un hombre. Ya se imaginarán lo frustrante que fue la infancia y adolescencia de este joven solitario.

Así fue como Antonio encontró refugio en los dibujos que le encantaba plasmar en sus lienzos.

Cada año en el pueblo de Desolación se realizaba la feria del Capricho. En esta feria asistían todos los amigos de pueblos vecinos. Así que Antonio amaba asistir a la feria porque su mamá se entretenía en el puesto de los postres y lo dejaba dibujar tranquilo. Antonio se improvisaba un asiento de paja y se sentaba a hacerles retratos a los enamorados por un dólar.

Le sugerimos leer: La vida en un suspiro (Cuentos de sábado en la tarde)

Capítulo II. Esperanza

En una tarde de feria, Antonio estaba sentado mirando el suelo, cuando de repente sintió un olor extraño, así que respiró profundo y soltó un suspiro ‘ahhhhhhmmm’. Cuando levantó su cabeza, tenía al frente a una joven hermosa, su cabello era tan rubio y brillante que se mezclaba con los rayos del sol. Su nombre era Esperanza y venía de un pueblo vecino llamado Sinconsuelo.

De repente estaba Esperanza mirando cada uno de los retratos que Antonio tenía colgados de una cuerda. Antonio estaba impactado con tanta belleza, su mente voló tan alto que se olvidó por completo de Faustina, su mamá.

Antonio y Esperanza se conectaron tanto, parecía magia, hablan como si se conocieran de muchos años atrás y fueran viejos amigos. Esperanza le contó a Antonio que estaría algunos días en su pueblo pasando vacaciones en casa de su tía. Así que el joven ni corto ni perezoso tomó apuntes de su ubicación para visitarla.

Faustina por su parte estaba feliz comprando cambalaches en la feria y disfrutando de postres con sus amigas. Ella nunca tuvo pareja, dedicó toda su vida a Antonio. Trabajó duro para que su hijo nunca sintiera la ausencia de su padre, del cuál nunca se supo nada. Al ser una mujer solitaria se refugiaba en la comida, el licor y le encantaba leer las cartas del tarot.

Le puede interesar: “¿Ustedes por qué se han vuelto tan violentos, insensibles y destructivos?”

Pasaron los días y Faustina empezó a notar cambios en su hijo. Antonio se veía feliz, cosa que no pasaba muy a menudo. Así que Faustina tomó la decisión de empezar a perseguirlo para saber qué andaba mal. Una tarde, la madre de Antonio lo siguió y se dio cuenta que estaba visitando a la bella joven Esperanza.

Capítulo III. El frasco de chocolates

Como en todo pueblo, Antonio y Esperanza ya estaban en la boca de todos. Por donde la vieja Faustina pasaba se escuchaban los cuchicheos, ‘bisubisubisu’, los vecinos decían: “Ahora sí Faustina quedará sola ja, ja, ja”.

Faustina llega a la casa y entra en un ataque de ansiedad, así que decide lanzar las cartas del tarot, ‘shua’, en las cartas efectivamente se veía revelado el amor puro que estaba a punto de florecer entre Antonio y la joven Esperanza. Así que Faustina decide adelantarse y prepara un plan para sacar a esa joven rubia de la vida de su hijo.

-Antonio es mío y nadie me lo va quitar, es lo único que tengo- dijo la mamá.

Faustina llena de celos e ira decide envenenar a Esperanza, así que prepara unos ricos chocolates para camuflar el veneno.

Le invitamos a leer: Gotas de Rap, la historia olvidada

Al día siguiente Faustina se arma de valor y le dice a su hijo Antonio: “Hijo te preparé unos deliciosos chocolates para que le lleves a tu nueva amiga”.

Antonio se desvanece lentamente y le dice:

-Mamá no es lo que tu piensas, ella es solo una vecina.

-Tranquilo, hijo mío, me hace tan feliz que salgas de estas cuatro paredes y empieces a tener amigos nuevos. Es más, acabo de preparar unos deliciosos chocolates, te separaré unos en este frasco para que le lleves a tu nueva amiga.

Antonio sorprendido, le recibe el frasco de chocolates a su mamá. La mente de aquel joven tímido empieza a divagar. ¿Será que mi mamá cambió? O tal vez ya se dio cuenta que crecí y soy un hombre. Solo espero que mi mamá no lo arruine de nuevo.

Antonio llega a la casa de la tía de Esperanza. Emocionado por contarle la reacción que su madre ha tenido al saber que estaba frecuentándola. Esperanza llena de inocencia decide recibir los chocolates que había hecho la malvada Faustina.

Esperanza lentamente se mete un chocolate a la boca y lo saborea, ‘humn’, de repente la joven de cabello color sol se desmaya en los brazos de Antonio. Esperanza muere, sí, en los brazos de Antonio.

Al pasar algunos días de la muerte de Esperanza, Faustina decide acercarse a su hijo y le cuenta la verdad, le explica que ella lo hizo porque lo amaba mucho y no quería que nada ni nadie los separara.

Lo que nadie sabía era que Esperanza solo se comió un chocolate y Antonio tenia los demás.

-Antonio lloraba y decía: “Bella mía tú eras la luz que había llegado a mi vida, eras mi única esperanza”. Antonio decide comerse el resto de chocolates y muere. Pero con lo que no contaba Antonio, era que su mamá había hecho un hechizo para que aún cuando Antonio muriera estuviera con ella.

Esa noche en la que Antonio se comió los chocolates cayó un fuerte aguacero, tan fuerte que se inundó el pueblo de Desolación.

Ahora el alma de Antonio divaga por las calles del pueblo de Desolación, buscando almas enamoradas para romperlas y pintarlas de negro. La gente dice que Antonio colecciona las sombras de las almas rotas en el frasco de chocolates de la vieja Faustina.

Cada año cuando llega la feria del capricho, el alma negra de Antonio se alborota y llena su frasco de chocolates de sombras de almas enamoradas robadas.

En el pueblo de Desolación ningún joven se puede enamorar porque Antonio se encarga de atormentar a los jóvenes enamorados. Su forma de aparecerse es en los cuartos de las chicas tocando las paredes: ‘shasss shas shas’, susurrando ‘Esperanzaaaaa, Esperanzaaaaa, Esperanzaaaaa’, con la sombra de las manos de todas las almas que se ha robado. Quien ve al alma negra está destinado a quedarse solo para toda la vida. La mayoría de veces los jóvenes que ven el alma negra enloquecen y es así como terminan en el frasco de chocolates las sombras que le pertenecen a Antonio, el alma negra.

La leyenda cuenta que el alma negra se arrastra por las noches oscuras del pueblo de Desolación, en especial cuando llueve. Inesperadamente cuando llueve es cuando más desconsolada está el alma negra.

“No te preocupes por la oscuridad en mi alma, pronto encontrarás la tuya”

-El alma negra.

*Estudiante de Comunicación Social de CUDES

Por Paola Andrea Osorio Rengifo*

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar