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¿Cómo llegó a ser dueña de Gramelia?
Todo empezó en 2023. Después de haber sido empleada por muchos años llegó la pandemia, y todo empezó a ser más difícil, así que comencé a buscar opciones para independizarme. Inicialmente, quería montar un emprendimiento de postres. Me gustaba la repostería, hice un curso en el tema, pero invertí mal. Alcancé a comprar insumos y aparatos para emprender, pero con ese paso en falso me quedé sin capital para invertir en otras cosas que necesitaba. Mis papás me dijeron: “Ya no puede emprender, la vamos a apoyar, pero tiene que buscar un negocio que ya esté andando”. Así fue. Empecé a buscar un viernes en la mañana negocios. Me salían muchos en Bogotá, pero no. Comencé a filtrarlo por Sabana Centro, porque me gustaba. Vivía en Zipaquirá y quería algo más hacia esta zona. Ahí encontré el lugar. Hablé con la dueña, le pregunté sobre el negocio, la rentabilidad y qué ofrecía, ya que era algo nuevo para mí. Me pareció interesante que fuera una tienda de productos saludables a granel. Me dio toda la información y le pedí ir a conocerlo ese mismo día. Fui con mis papás y mi tía, y al entrar supe que era el lugar para mí. Además, no conocía Tenjo, pero me encantó el sitio.
¿En qué consistió esa sensación de pertenencia con ese espacio?
Estudié psicología para ayudar a los demás y por mi interés en lo social. Al llegar sentí que era una manera más tangible de hacerlo, algo que podía ver en las personas que vienen al lugar. Ellos se interesan, preguntan sobre los productos y hasta me cuentan cómo les sirven. Cuando llegué supe que aquí podría ayudar a la gente a comer y alimentarse mejor. He descubierto productos que también me hicieron cambiar mis hábitos alimenticios, como optar por un mix de frutos secos en lugar de snacks procesados. Volver a lo natural y orgánico me parece necesario. Nuestra mejor medicina es la alimentación.
¿Dónde consigue sus productos?
Tengo proveedores de Bogotá, pero también he buscado opciones locales. De hecho, algunos de mis clientes han llegado y me han dicho: “Mira, yo hago esto”. Por ejemplo, los productores de mantequillas o cremas de marañón y almendras son mis clientes. Eso ha sucedido con varios insumos y les he abierto las puertas para que sus productos estén aquí, siempre teniendo en cuenta que deben contar con el registro del Invima y cumplir con los requisitos de la Secretaría de Salud. Les transmito esa información, ellos hacen el esfuerzo, y así he podido apoyar a emprendedores de la región.
Para usted, ¿qué significa lo orgánico?
Creo que todo lo que mencionaba sobre los alimentos que siempre han existido. Las semillas como quinua y la chía son maravillosas. Son fuentes de vitaminas, minerales y muchos nutrientes en una simple semilla que ha estado presente por siglos. Sin embargo, por desconocimiento, muchas personas no las aprovechan. De hecho, varios de mis clientes me dicen: “No sabía que esto existía”. Aquí han descubierto esos productos, al igual que yo cuando llegué. Existen muchas maneras de alimentarnos de forma saludable, y ellos me comparten opciones. Por ejemplo, para hacer tortas usan harina de amaranto, quinua, arroz, entre otras. Incluso me comparten sus recetas, lo cual es muy enriquecedor.
¿Cómo fue mudarse de Zipaquirá?
Estuve viajando unos tres o cuatro meses desde Zipaquirá, pero para mí era como un paseo. No es lo mismo vivir en Zipaquirá que en Bogotá; el paisaje y el ambiente son diferentes. Sin embargo, ir de Zipaquirá a Bogotá siempre me parecía un paseo, porque los paisajes son espectaculares. La gente es muy amable, incluso en el bus te encuentras con personas que te saludan sin conocerte. La mudanza fue rápida. A los cuatro meses ya estábamos viviendo en Tabio. Estoy muy feliz y siento que esto fue un regalo de Dios. Después de haber pasado por un momento difícil en mi vida, esto me llevó a un lugar maravilloso en el que realmente me siento bien.
¿Cómo se relaciona con la fe?
Sí, creo en Dios, en el universo y en las energías. Siempre he sentido que Dios ha estado presente en mi vida y, como es natural, cuando uno no está bien, también se encomienda a Él, que nos pone en el lugar donde debemos estar, y por eso todos los días digo: “Gracias, Dios, por haberme puesto en este lugar tan maravilloso, rodeada de gente increíble”. Era lo que siempre había querido en mi vida. Nunca quise quedarme frente a un computador como empleada, siempre quise independizarme.
¿Cómo era su trabajo antes de estar en Gramelia?
Soy psicóloga con un posgrado en gerencia de talento humano, y trabajé en el área de recursos humanos, principalmente en el sector de la construcción, un ámbito exigente y mayormente masculino. A pesar de que este trabajo puede ser desgastante y a veces no suficientemente valorado ni bien remunerado, estuve casi ocho años en ese sector, y me fue bien. Siempre he respetado y enaltecido esta labor, aunque trabajar en la construcción como mujer es un reto, ya que la mayoría son ingenieros civiles. Sin embargo, mi meta siempre fue independizarme. Al principio pensaba que me dedicaría a la repostería, pero la vida me llevó por otro camino. Hoy estoy convencida de que Dios me ha puesto aquí y sé que este es mi lugar.
¿Cómo ha notado la recepción de su negocio en Tenjo?
Ya llevo un año y medio acá, y siento que he crecido. Antes, la mayoría de la población que nos visitaba era gente adulta mayor, pero ahora han empezado a llegar personas más jóvenes. Creo que la gente está tomando conciencia de la importancia de una alimentación más saludable. Por ejemplo, tengo clientes pequeños que vienen a buscar kombucha. Nadie pensaría que a los niños les gustaría, pero la kombucha es una bebida fermentada a base de panela y té, con probióticos. Es increíble ver cómo los padres transmiten estos hábitos saludables a sus hijos.
¿Hay algún producto que sea el que más se vende?
Sí, hay varios productos que se mueven bastante. Los frutos secos en general tienen mucha demanda, pero en especial la nuez de Brasil, los albaricoques y los dátiles. Un producto que también destaca mucho es la avena que vendemos, porque realmente es sin gluten. La avena, por naturaleza, no contiene gluten, pero en las grandes industrias suele procesarse junto con otros cereales que sí lo tienen, lo que puede contaminarla. Otro producto que ha aumentado muchísimo en ventas es la flor de Jamaica. Se ha puesto de moda, probablemente por redes sociales, donde hay más información, recetas y recomendaciones sobre sus beneficios. Hay que decir que las redes han facilitado el acceso a esta información, lo que hace que más personas vengan a buscar productos naturales y saludables.
¿Cómo decidió integrar productos de cuidado personal?
Eso me parece importante, porque el cuidado personal también está ligado a la salud y al bienestar. De hecho, algo que aprendí aquí es el uso de desodorantes sin aluminio ni alcohol, y me ha parecido un cambio muy positivo. Al final, todo lo que aplicamos en nuestra piel entra en nuestro cuerpo, así que es fundamental ser conscientes de los productos que usamos. Por eso, ahora también uso crema dental sin flúor, cepillos de bambú y otros productos más naturales. Aquí tengo jabones, acondicionadores y champús en barra, lo cual es genial, porque reducimos el uso de envases plásticos. Me encantaría incluir más productos de cuidado personal en la tienda, incluso he estado explorando opciones de cosmética natural. Creo que es una manera de aportar un granito de arena al bienestar de las personas y al cuidado del planeta.
¿Hay alguna historia detrás de elegir Gramelia como nombre para su negocio?
Cuando llegué el negocio tenía otro nombre que no iba conmigo y con lo que era. Entonces empecé a buscar nombres que estuvieran acordes con el negocio, y en algún momento vi el nombre de Gramelia y dije: “Me encanta”, además porque suena como si fuera alguien, una persona, algo que te va a cuidar. Y esa es la idea del negocio.
