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Dicho esto, arranquemos por el principio: la industria del Teatro Musical en Colombia cada vez toma más fuerza. Cada vez, hay más interés por parte de los artistas escénicos colombianos por crear estos espectáculos que no son fáciles de hacer ni están inmersos en nuestra cultura.
El teatro musical es un invento norteamericano, específicamente de Estados Unidos. Si bien tiene sus raíces en las antiguas expresiones artísticas europeas como la ópera y el vaudeville, el teatro musical tiene sus cimientos en la cultura americana. Es por eso que, de pronto, en países latinoamericanos no haya “pegado” tanto este tipo de espectáculos.
Sin embargo, Colombia es famosa por hacer telenovelas musicales basadas en la vida de artistas de música popular. La oferta audiovisual de productos musicales en el país ha incrementado en los últimos 20 años y las diferencias entre esos productos y Tick, tick.. BOOM! son la duración y el género de la música.
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Pero volviendo a Tick, tick… BOOM!, un largometraje que narra un breve momento en la vida de Jonathan Larson, un compositor de teatro musical al borde de sus treinta mientras sobrevive día a día en Nueva York y escribe el musical que espera sea su debut. Esta película musical es la primera dirigida por el reconocido Lin-Manuel Miranada, el mismo que compuso canciones para Moana y escribió Encanto, In the Heights y Hamilton. No es de extrañar que fuera escogido como director cuando lleva Broadway en las venas, habiendo ya escrito, actuado, cantado y compuesto para las tablas; su momento de llevar el teatro musical al cine, había llegado.
Y que mejor que contar la historia de Jonathan Larson, pues si lo nombras en la gran manzana, es probable que algún estudiante de teatro musical fácilmente explote cantando algo de Rent, su musical más famoso. Tick, tick… BOOM! es una carta de amor a dos cosas: primero, a Nueva York y su salvaje estilo de vida; segundo, al teatro musical y a la lucha de ser artista.
Las películas siempre muestran a Nueva York como la ciudad perfecta, donde cualquiera puede encontrar al amor de su vida en un vagón del metro, donde la gente se viste con el último grito de la moda, y donde el afán que conocemos en Bogotá y las otras ciudades grandes de Colombia es en realidad una velocidad lenta y tranquila; y sí, es todo esto. Pero Nueva York también es una jungla de cemento, una de las ciudades más salvajes en el mundo. Sobrevivir como artista en Nueva York es especialmente difícil y aquellos que lo logran, son de admirar. Por eso en palabras del gran Frank Sinatra: “If I can make it there, I’ll make it anywhere” (Si puedo conseguirlo ahí, puedo conseguirlo en todas partes).
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El teatro musical está inmerso en las calles de esta ciudad, no en vano es la cuna mundial de este arte y tiene un distrito teatral compuesto por 41 teatros de gran capacidad y miles más de menor aforo. Broadway se respira en cualquier parte de Nueva York. Broadway inspira con tan solo ver las marquesinas de los espectáculos y las vallas de los musicales en Times Square. No es raro que miles de fanáticos y espectadores derramen lágrimas durante las venias de estas obras, y que de entre esa multitud de aficionados, quienes vemos en el teatro musical la forma más pura de expresión, soñamos con llegar a estos escenarios de cualquier forma.
Todos sabemos que dedicarse al arte, cualquiera que sea, no es fácil. Pero la historia de Jonathan Larson nos enseña una cosa: podrá ser dura, pero es de lo más gratificante cuando uno lo logra. Eso es algo que muchos artistas buscamos, lograr crear y vivir de nuestro arte.
Si no lo han hecho, denle una oportunidad a Tick, tick… BOOM! Y créanme que al final de la película quedarán inspirados.
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