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¿Cómo nació el pódcast “La voz de Pardo”?
Nació por una llamada que me hizo Diana Calderón, quien me dijo que Roberto Pombo le había hablado de mí y que creía que era el indicado para inventarme algo sobre Rafael Pardo. Ella me contó toda la historia de él y, como he estado metido en temas de periodismo y marketing político, conocía la dimensión del personaje, pero en la práctica no tenía todos los detalles de su historia. Me llamó la atención que son muchos los que no conocen esa dimensión. Me pareció interesante trabajar en un proyecto en donde pudiera revelar de alguna forma o reeditar a un personaje que ha sido de una gran importancia en lo público en las últimas tres o cuatro décadas.
¿Cómo llegaron a la idea de un pódcast sobre sus historias y memorias de vida?
Vino Rafael, e inicialmente tenía la intención de hacer un pódcast sobre el libro de él. Pero en la lluvia de ideas que estábamos haciendo recordé un corto documental que hicieron de la vida de Val Kilmer, el actor de “Batman”, que perdió su voz. En los primeros minutos, si mal no recuerdo, se oye la que parece ser su voz, pero luego se revela que es en realidad la de su hijo, y ahí empiezan a hablar de la pérdida de la voz de Kilmer. Cuenta una historia que es al mismo tiempo dramática y muy hermosa, porque es la vida de una persona y cómo termina enfrentando con una valentía única su vida después de un suceso de estos. Ahí a mí se me ocurrió no hacer exactamente lo mismo, sino explorar si podía recuperar con inteligencia artificial su voz. Hice las averiguaciones, hablé con Azul Manzano, que es una persona que ha trabajado para nuestra oficina, y me comentó que se podía lograr y, con el archivo tan grande que hay de Pardo, se hizo una primera prueba.
¿Qué consideraciones tuvieron en cuenta al trabajar con inteligencia artificial?
Las herramientas que copian la voz suelen sonar muy robotizadas, nuestra diferencia con ellas es que el modelo se entrena en el estilo, la forma, la cadencia y queda mucho más parecida y es mucho más modificable posteriormente, después de escribir guiones. Lo interesante también son las modificaciones que se pueden hacer después de producir la voz. Al comienzo nos preguntamos: ¿será que sí? ¿Hasta dónde llegamos con esto? El tema de la inteligencia artificial siempre ha causado como una especie de temor en el ser humano sobre su utilización, y siempre he tenido la lógica de que todo lo que sirve para mal, sirve para bien y viceversa. Otra cosa en la que pensamos fue en que Pardo ya ha sido un escritor de libros sobre guerras y procesos de paz, por eso quisimos contar su historia a manera de anécdota y reflexión.
El uso de la IA genera diferentes emociones en la audiencia, ¿qué han notado en este aspecto?
Estoy acostumbrado a hacer creatividad, y cuando uno hace creatividad, muchas veces ni siquiera piensa en el efecto. Inicialmente, cuando se me ocurrió la idea, fue mucho de desarrollarla en un primer momento. Después fue que pensé en el efecto, pero decidimos seguir adelante y ver qué pasaba. Cuando entregaron la primera prueba de voz, que escuchamos con Pardo y Diana, fue muy emotivo. Tenía la sensación de que este producto —que finalmente es para redes sociales, pero que salió muy digno— iba a ser bien recibido, porque hay mucha gente que quería saber con exactitud cómo era su voz, y esto lo iba a sorprender de alguna forma. Pero se desprendieron otras reacciones distintas. Muchas personas me han escrito comentando que este pódcast les cambió la percepción sobre la inteligencia artificial, porque antes le tenían mucho miedo. He estado hablando con abogados que me han dicho que quieren encontrar un uso para esta herramienta en su campo. Me llamó también una persona que tiene una mamá que tiene ELA y me dijo que iban a hacer el esfuerzo de comprar una máquina como la de Stephen Hawking, pero que no querían una voz de robot, sino la voz de su mamá. Mi reto mental siempre es cómo usar los conceptos dañinos y que dan miedo, y encontrarles un nuevo uso.
¿Cómo entrena su creatividad a diario?
En mi caso, tiene muchas fórmulas. Una de ellas es ese parámetro de esto que es negativo, puede ser positivo y empiezo a pensar sobre un parámetro, pero todo el tiempo me la paso pensando, por ejemplo, en cambios de roles. Otra fórmula es hacer lo que nadie se espera que alguien haga. Ese es un tema de sorprender, poniendo a las personas a hacer cosas que usualmente no hacen. Por ejemplo, en la campaña del 2018 de Galán, lo volví youtuber, que era el de Vamos a calmarnos challenge, y un político que se vuelve creador de contenidos. Jugar mucho con las palabras también es una fórmula. Afortunadamente, tengo un partner en la Escuela Digital, Daniel, que es una persona con la que yo tengo unas conversaciones altamente creativas, entonces todo es buscarle un sentido distinto.
¿Cómo nació La Escuela Digital?
Tengo varios oficios o empresas. Unas son de comunicaciones, como El Conserje, que es de mercadeo de opinión, la Escuela Digital y El Conserje de marketing político, donde hago campañas políticas. La Escuela Digital era una necesidad que en su momento tuve porque sentía que la gente le tiene mucho miedo al mundo de las redes sociales. Cuando tuve hija, a uno le meten muchos miedos frente al uso de las redes sociales de los niños. Y lo mismo, la red social no es el mal en sí mismo, es el criterio que se usa para utilizarlas. Entonces mi demostración en ese momento, cuando quise montar eso, esa escuela digital o escuela youtubers estaba enfocada en niños, para ayudarles a desarrollar el criterio de qué es un buen contenido, qué es un mal contenido, qué es basura, qué es formativo. Montamos una escuela, llegaron unos alumnos, en su momento yo quería tener a Daniel Samper de rector, pero como un personaje. Somos muy amigos desde hace muchos años y le pedí que fuera la imagen de la escuela, él me dijo que realmente quería ser el rector, que quería dar clases y aprender. Nos asociamos y así empezó la escuela.
