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“La literatura también debe ser democrática”

Virginia Petro De León, quien lanzó su primer libro “Después del amor, nosotras”, el 25 de marzo, habló para este chat sobre su relación con la poesía, su sentir en la escritura y la conexión entre sus proyectos y la política.

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Pablo Marín J.
09 de abril de 2025 - 12:00 p. m.
Virginia Petro De León tendrá el lanzamiento oficial del libro el 27 de abril en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo).
Virginia Petro De León tendrá el lanzamiento oficial del libro el 27 de abril en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo).
Foto: Leiny Ibañez
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¿De dónde surgió “Después del amor, nosotras”?

La poesía ha significado casi todo lo que soy y la manera en la que me relaciono con las cosas. Es mi forma de expresarme y sanar muchas cosas que me han pasado. En el libro hay un orden casi histórico que permite ver ciertas etapas de mi vida. Yo nunca cuento esto, porque no quiero que piensen que fue poco serio, pero una vez estaba sentada con unas amigas que acababa de conocer y una de ellas leía el tarot. Esta chica me dijo que la única forma que tengo de sanar eso que me duele, que me pesa, que me ha costado mostrar ante el mundo es convirtiéndolo en arte, en algo que disfrute hacer. El universo nos expone a muchas cosas. Creo que cuando nos damos cuenta de que después de todo siempre vamos a estar nosotras, nos queda simplemente en lo que confiamos.

Usted dice que se ha sentido como la oveja negra...

Amo mucho de donde soy, me siento muy orgullosa de mis raíces, pero las dinámicas culturales y sociales que se dan en un pueblo de la costa son muy distintas a lo que yo sentí que era. A los doce años empecé a leer poesía y una amiga del colegio me decía que en Tumblr o Blogspot mucha gente subía cosas, que sería chévere que yo también lo hiciera. Pero nunca me animé, y ahí sentí que mis gustos eran distintos. Trataba mucho tiempo de demostrar que sí podía ser como el resto, hasta que al final me di cuenta de que en esa diferencia es maravilloso habitar. Es bonito estar ahí, en ese espectro de ser diferente. Mucho tiempo pensé que yo iba a escribir solo para mí porque sería imposible que alguna vez alguien más lo leyera o que saliera a la luz. Y bueno, aquí estoy.

¿Cuál fue el proceso para sacar su libro?

Yo me vine a vivir a Bogotá, a la de Dios. Entré a un trabajo como profesora de Ciencias Sociales en un colegio. Sin embargo, más adelante se dieron cuenta de mi orientación sexual y fueron bastante homofóbicos conmigo. Me despidieron y empecé otro trabajo en una tienda-fundación que se encargaba de apoyar proyectos sociales en distintas comunidades alrededor del país. Ahí, una amiga a la que le compartía mis poemas me dio el contacto de un editor. Yo ya había mandado mi libro a una editorial, pero me habían dicho que no, que faltaba mucho trabajo, y este editor no me contestó después de decirme que después de un viaje me leía. Seis meses después, mi amiga me compartió otro contacto, de quien sí sería mi editora.

Usted estudió Ciencia Política, ¿cómo maneja su carrera y su vena artística?

No quería estudiar Ciencia Política. Entré muy chiquita a la universidad, tenía 16, y me acuerdo de que le dije a mis papás que quería estudiar Literatura o Comunicación, y me respondieron que eligiera otra carrera. La costa es un lugar en el que la mayoría de las cosas, por no decir que todo, se mueve a través de la política. Entonces mis papás creían que esa era la salida. Hice las prácticas en el Congreso de la República y se me acabó todo el amor que sentía por ese campo. Decidí renunciar abiertamente al hecho de hablar de política. Obviamente, no soy ajena a las situaciones que pasan. Si tengo que hablar del genocidio que está pasando en Palestina, pues lo hablo. Creo que hago actos políticos a través de la poesía, de la escritura, de hablar de derechos humanos en redes, sin necesidad de meterme en eso ni de pelear con nadie. Así separé ambas esferas.

¿Por qué eligió la poesía en vez de otros géneros literarios?

A mí me gusta escribir poesía y me gusta escribir cuentos. Me gusta que en tres versos, en tres palabras, se abra una amplitud enorme de significados, de lo que puede estar pasando en la cabeza de uno, y de lo que cada quien ha vivido. Siento que cuando le pongo final a las cosas, lo hago de forma rápida y directa. No voy a decir que nunca escribiré una novela, pero, la verdad, me da mucha ansiedad pensar en eso. Me duele mucho, por ejemplo, cuando se muere un personaje en un libro. Tomar ese tipo de decisiones me cuesta demasiado. En cambio, en la poesía y en los cuentos no me sacrifico tanto mentalmente. Al contrario, me libero. Encuentro formas concretas y sencillas de expresarme. También me gusta escribir con un lenguaje accesible. No me gusta usar palabras complicadas. Si alguna vez las uso, es porque de verdad no había otra. Pero creo que la literatura también debe ser democrática. La poesía y los cuentos son para todos y pueden llegar a todos.

¿Qué siente al estar escribiendo?

Escribir es una liberación enorme. Como si me quitara un peso gigante de encima. Es como cuando tú sientes algo muy fuerte, pero no puedes decirlo. Como cuando peleas con alguien y te quedas con toda la rabia, pero no encuentras cómo soltarla, cómo decir lo que realmente querías decir. Y eso se va quedando, se va cargando. Uno camina con dolores, con preguntas, con angustias que nadie más ve. Es como una desnudez, pero no del cuerpo, sino del alma. Cuando termino de escribir, lo que más se parece a ese sentimiento es ver a mi perro —que es lo que más ternura me produce en el mundo— acomodarse enroscado para dormir. Es ese momento exacto: cuando se acomoda, suspira y se deja caer. Es un acto de valentía, un acto de amor y de ternura. Con el mundo y con una misma.

Usted también tiene un pódcast, ¿cuál fue la idea detrás para realizarlo?

El pódcast lo hago con Ana López Arbeláez, mi novia, que también es mi compañera de trabajo en todo el tema de redes sociales. Fuera del clóset nace de una sensación muy clara: que toda la vida las historias de las personas de la comunidad LGTBI, de las personas negras, de los niños que crecen sintiéndose diferentes han sido relegadas, o no se cuentan o las cuenta alguien más. La comunidad LGTBI ha vivido siempre a través de historias contadas por otros. Gente que muchas veces, incluso, nos silencia, nos cambia el nombre, nos hace anónimos. Fuera del clóset nace para romper con eso. Porque no hay nada más poderoso que decirle a alguien: “Lo que tú viviste, lo puedes contar. Y no estás solo”.

¿Qué sintió al ver su libro finalizado?

Cuando tuve el libro en mis manos, sentí una tranquilidad muy grande, pero al mismo tiempo se me vino todo el estrés posible encima. No lloré, no me sentí eufórica. Me pareció hermoso, sentí que quedó precioso y ya. Hasta ahí. Pero después mi mamá subió un estado de WhatsApp y ahí sí lloré. Fue muy tierno. Probablemente, quienes vean ese estado no lo compren, no lo lean, quizá ni les interese lo que dice. La van a felicitar y ya. Pero para ella era importante. Y su orgullo fue lo que me desarmó. Hace poco murió mi último abuelito, y mi mamá me decía: “Imagínate yo leyéndole estos poemas a tu abuelo, que nunca aprendió a leer ni a escribir”. Ese fue el momento en el que sentí de verdad que el libro había salido al mundo.

Pablo Marín J.

Por Pablo Marín J.

Profesional en Creación Literaria. Escritor de cuentos y novelas de ciencia ficción. Apasionado del cine y guionista de varios cortometrajes.pmarin@elespectador.com
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