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Las historias del conflicto colombiano que llegaron a Japón a través de la danza

Diego Velasco, director de “Historias de verdad”, habló de la necesidad de pensar el arte más allá de una función de teatro y del proceso que llevó a esta obra a presentarse en el Yokohama Performance Arts Meeting.

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Paula Andrea Baracaldo Barón
24 de diciembre de 2025 - 02:00 p. m.
Velasco ha dedicado más de una década a la gestión de proyectos culturales y de entretenimiento en Cali, a escala nacional e internacional.
Velasco ha dedicado más de una década a la gestión de proyectos culturales y de entretenimiento en Cali, a escala nacional e internacional.
Foto: Diego Velasco
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¿Cómo se presenta usted hoy desde su oficio y su trayectoria?

Una persona apasionada por todo lo que tiene que ver con la posibilidad de crear comunidad. Estudié Licenciatura en Arte Dramático y luego complementé mi formación con una maestría en Administración de Entidades Culturales y Creativas en la Universidad de Buenos Aires.

¿Y desde qué lugar personal se piensa y se construye su trabajo creativo?

Con el tiempo me he dado cuenta de que, más allá de buscar cierta perfección a través de las artes, lo que realmente me mueve es ver cómo es posible crear comunidad desde la experiencia y el conocimiento, pero también desde lo que me habita como ser humano. He estado siempre en la búsqueda de espacios que permitan ese encuentro, y eso resume en gran parte mi quehacer actual.

Si no se hubiera dedicado a las artes, ¿qué otro camino profesional habría elegido?

Antes de entrar a teatro intenté estudiar Comunicación Social y también me interesaba la publicidad. Me atraen mucho las herramientas de ese campo y cómo se pueden usar para desarrollar proyectos e ideas.

¿Y por qué terminó pesando más el teatro?

Al inicio fue por la presión social relacionada con una timidez que me caracteriza mucho. Pero con el tiempo entendí que el teatro hace que me sienta parte de un grupo, incluso en la diferencia. Ahí me sentí a gusto, satisfecho, y por eso me quedé.

¿Qué significa para usted generar comunidad desde el arte?

En los proyectos sociales, culturales o artísticos, se hace la función y termina. Pero hay una idea que he venido trabajando y cuestionando: más allá de que la gente vaya a verla —que es importante por la taquilla y la sostenibilidad—, ¿cómo conectamos realmente con esas personas? En muchos proyectos he visto que quienes participan como espectadores, por ejemplo, vuelven a encontrarse con uno en otros espacios. Para mí, crear comunidad es eso: empezar a rodearse y a tejer un círculo de personas con las que se habitan procesos conjuntos.

¿Cómo nació “Historias de verdad” y de qué manera el Informe de la Comisión de la Verdad se convirtió en el punto de partida del proyecto?

Historias de verdad es un proyecto que venimos desarrollando entre la organización con la que trabajo, Dteatro, y una escuela de salsa de Cali llamada Combinación Rumbera. Cuando se entregó el Informe final de la Comisión de la Verdad, en junio de 2022, me llamó mucho la atención, en particular, el volumen testimonial “Cuando los pájaros no cantaban”. A partir de ahí empezamos a trabajar a través de videodanzas: narrábamos y los bailarines de salsa lo interpretaban corporalmente.

¿Y cómo se tradujo esa inquietud inicial en un lenguaje escénico?

Realizamos tres videos que enviamos a una convocatoria de concertación cultural del Ministerio de Cultura, lo que nos permitió desarrollar una puesta en escena más elaborada y llevarla a colegios rurales en 2024. Después de esa primera etapa, surgieron nuevas convocatorias relacionadas con la paz. En octubre de 2024 apareció la oportunidad de viajar a Seúl para participar en el mercado de artes escénicas PAN, donde conectamos con productores, programadores y directores; un ejercicio fundamental para la circulación y las relaciones internacionales.

¿En qué momento el proyecto amplió su alcance?

Este año volvimos a ganar la convocatoria de concertación cultural, lo que nos permitió presentar Historias de verdad en repertorio en Cali. De manera paralela, el Ministerio de Cultura abrió la convocatoria Colombia en el Mundo. Gracias a contactos previos, recibimos una invitación del Yokohama Performance Arts Meeting, en Japón, y obtuvimos la financiación para realizar el viaje.

¿Podría darnos un ejemplo concreto de cómo un paso de salsa representa una situación del conflicto en la obra?

Hay un testimonio llamado “Más de 20 años”, que relata la experiencia de un excombatiente tras la firma del acuerdo de paz. En una escena, nadie quiere bailar con él, y eso se traduce literalmente, porque intenta acercarse, pero nadie lo acompaña. La salsa nos sirve para contar ese rechazo social. En otra escena, se utiliza el “repique”, un paso rápido de pies, para representar el momento de tensión entre el ejército y los excombatientes tras la firma del acuerdo. La velocidad y la intensidad del movimiento corporal cuentan ese instante de falsa alarma y confrontación, por ejemplo.

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Paula Andrea Baracaldo Barón

Por Paula Andrea Baracaldo Barón

Comunicadora social y periodista de último semestre de la Universidad Externado de Colombia.@conbdebaracaldopbaracaldo@elespectador.com
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