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El Museo Nacional, una de las instituciones artísticas más antiguas del continente, no solo abre sus puertas para que sus visitantes disfruten del arte que allí se exhibe, sino que también es un importante centro de conservación de piezas artísticas, arqueológicas, etnográficas e históricas que se guardan lejos de la vista del público.
En cada visita, las personas tienen acceso apenas a una fracción de los objetos que allí se guardan, muchos de ellos detrás de puertas falsas y accesos restringidos. Esto tiene una razón de ser elemental y es que se trata de objetos que requieren de unas condiciones muy específicas de conservación, por lo que muchos de ellos no son aptos para exponerse al público.
Hace dos años, El Espectador hizo un recorrido por estas salas de conservación donde pudo observar de primera mano algunas de las piezas que se mantienen ocultas al público. Además, algunos funcionarios del Museo explicaron cuáles son los procesos de conservación y rotación de piezas que se implementan en esta institución para poder mantener las condiciones óptimas de cada una de ellas.
Algunas de las piezas ocultas del Museo Nacional
Este año, el Museo Nacional prepara la exposición “Bicentenario”, dedicada a celebrar los 200 años de este edificio que antes funcionaba como una prisión que se cumplieron en 2023. En ella, se espera que se exhiban algunas de las piezas que permanecen guardadas en la reserva del museo, como unas banderas que fueron “enviadas por el Mariscal Sucre desde Perú entre 1824 y 1825″, según relató María Paola Rodríguez, curadora de Historia del Museo Nacional, a Noticias Caracol. Estas tienen entre 200 y 400 años de antigüedad.
También, el Museo alberga una gran colección perteneciente al maestro Fernando Botero, quien donó parte de sus pinturas dedicadas a la representación de La Violencia en Colombia. Si bien esta tampoco está disponible al público general, la misión del Museo es conservar estas piezas y organizar exposiciones itinerantes en las que los visitantes puedan conocerlas.
Por su parte, la colección de etnografía del Museo Nacional alberga alrededor de 3.800 piezas pertenecientes a comunidades indígenas y afrocolombianas.
Exposiciones permanentes y exposiciones temporales
Este mes, El Espectador visitó la nueva sala permanente del Museo Nacional, “Fuerza, Fe y Sustancia”, que gira en torno a las diferentes prácticas de adoración que se profesan en el país. Esta colección, que requirió más de 15 años de planeación, se construyó con los objetos que alberga la institución fuera de los ojos del público.
Como le explicó Natalia Sofía Angarita, curadora de Arqueología del Museo, a este diario, planear una exposición implica coordinar a los diferentes curadores para saber qué elementos pueden aportar desde cada una de sus áreas.
“Cuando se empieza a conceptualizar una nueva exposición, el curador primero se asegura de tener claro el enfoque y luego consulta con sus colegas de otras colecciones. Por ejemplo, Historia puede aportar elementos de su colección que complementen la temática; Arte puede contribuir con sus piezas más relevantes, y Etnografía puede ofrecer objetos que enriquezcan la narrativa. Todos colaboramos para hacer que la exposición sea lo más completa posible”, afirmó Angarita.
Es por eso que las condiciones de conservación en cada una de estas salas son fundamentales, pues no están ahí únicamente para mantener los objetos, sino para que algún día estos puedan ver la luz nuevamente.