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“Las redes pueden ser tan hermosas o tan oscuras como uno quiera”: Alejandra Sandoval

Cada vez son más los que buscan vivir de las redes sociales, pero o no saben por dónde empezar o no dimensionan el trabajo que requiere. Ahí es donde entra Sandoval, quien busca mostrarle a la gente cómo aprendió a moverse en el mundo digital.

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Santiago Gómez Cubillos
31 de diciembre de 2025 - 02:00 p. m.
Alejandra Sandoval se enfoca en contenido de tecnología, estilo de vida y desarrollo de marca personal. En redes se encuentra como @yoalejasandoval.
Alejandra Sandoval se enfoca en contenido de tecnología, estilo de vida y desarrollo de marca personal. En redes se encuentra como @yoalejasandoval.
Foto: Daniel Jiménez
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¿Cuándo y por qué empezó a crear contenido para redes sociales?

Empecé en 2020. Me había ido a estudiar una maestría a Barcelona porque cuando terminé las prácticas (que fueron pésimas) quedé muy desilusionada y tenía ganas de algo más. Me fui, y a menos de un mes de estar allá arrancó la pandemia. Hicieron unos vuelos de repatriación y regresé en uno de ellos. Fue muy duro, porque había dejado todo en Colombia: amigos, familia, mi pareja, mi trabajo, mis ahorros los había apostado por estar en ese lugar, y llegué, toqué el piso y me devolvieron. Tenía el ánimo y la autoestima por el piso, pero en medio de mi terapia surgió algo muy propio: cuando me siento agobiada necesito crear, y mi terapeuta me dijo que lo hiciera. El problema era que no podía salir ni interactuar con nadie, entonces la solución fue meterme a redes.

¿Recuerda la experiencia de su primer video?

Yo siempre había querido enseñarles a personas mayores a usar el teléfono. Quería mostrar cosas básicas como tomar una foto, usar la cuadrícula o editar colores, que para mí es muy fácil, pero mucha gente no sabe hacerlo. Un día cogí el celular, me encerré en mi cuarto —todo era muy incómodo, se escuchaba todo—, grabé ese primer video, lo publiqué en historias y apagué el teléfono. No quería saber nada. Al día siguiente, desperté con muchos mensajes y recuerdo uno que decía: “por fin”. Yo pensaba: “¿por fin qué?”. Creo que muchas personas ya tenían una expectativa conmigo, y fue muy chistoso ver que otros veían algo en mí que yo no había visto.

¿Cómo describiría el proceso de encontrar su voz a través de las redes?

Creo que esa es una de las cosas más bellas y, al mismo tiempo, más oscuras de las redes sociales. Después de la pandemia volví a Barcelona, viví allá tres años, y estas plataformas se convirtieron en mi espacio de conexión con las personas que había dejado atrás. Entonces, para mí, encontrarme en redes sociales fue encontrarme en la vida real. Fue un proceso de entender lo que era, cómo hablaba, de reconocer las inseguridades, los defectos y las virtudes que tenía. Entendí que cuando uno realmente se conoce ahí sí puede salir a contar eso con más tranquilidad. Y ahí es donde entra el principal error de quien se lanza a redes: adoptar una postura armada, pararse frente a la cámara y salir a decir que su vida es perfecta.

¿Cómo ha logrado evitar ese estereotipo de la vida perfecta en su contenido?

Hace poco saqué una sección que se llama “Las puertas que nunca quise abrir”. Surgió porque necesitaba desahogarme. Me agobiaba que las redes se estaban convirtiendo en una ventana de comparación. Entraba y pensaba: “Ay, a fulanita le está yendo mejor” o “Es que Perenjito tiene más campañas”. Cuando me di cuenta de eso, paré y me pregunté por qué estaba haciendo eso. Y pensé que seguramente era una sensación que alguien podía sentir conmigo, y no quería eso. Entonces abrí este espacio que es mucho más vulnerable (claramente, sin llegar a contar todo de mi vida privada porque uno igual tiene que ponerles límites a las redes), y fue muy bonito, porque de verdad mucha gente lo aceptó y lo acogió. Eso también me dio herramientas para entender que las redes sociales pueden ser tan hermosas o tan oscuras como uno quiera.

¿Cómo manejó el hecho de abrirse a ser vulnerable?

Hay una frase que me gusta muchísimo y que incluso dije en uno de mis videos hace poco: no hay nada que me puedan decir en redes sociales que me lastime más que lo que yo misma ya me he dicho. Uno siempre es su peor crítico. Cuando interiorizas eso, llegas también a entender que todo lo que hay afuera son opiniones que no te definen. Ahora, ha habido veces en las que mi vida personal se ha filtrado y ha afectado mi trabajo, pero eso me ha enseñado que hay que asumir los actos y sus consecuencias. Siempre que decido poner algo sobre la mesa, asumo la responsabilidad de que los demás lo supieran.

¿Cómo maneja los comentarios negativos?

Hay mil cosas que duelen, claro, pero afortunadamente mi comunidad es muy bonita y realmente nunca he recibido mensajes muy agresivos. Eso sí, yo soy muy cortante con mis redes: si veo un comentario que no sea constructivo, lo borro y bloqueo a la persona, porque simplemente no me interesa. Si me dicen que mejore la calidad del video porque se está pixelando o que no se escucha bien y que cambie el micrófono, aunque sea algo que incomode, entiendo que me está ayudando a crecer. Eso me parece valioso. Pero los comentarios destructivos los elimino y bloqueo sin remordimiento.

¿Qué cree que los medios pueden aprender de ustedes los creadores de contenido, y viceversa?

En el mundo hay espacio para todos. Las habilidades de un periodista —la profundidad, la investigación y el rigor— pueden convivir con la creatividad profunda de un creador de contenido, porque este es un ejercicio de reinvención permanente. Todos los días cambian las herramientas, cambian los algoritmos, cambian los intereses de la gente. Pero eso se pierde entre periodistas que dicen: “Nosotros tenemos la razón porque investigamos”, y creadores que dicen: “Nosotros conocemos las herramientas y sabemos hablarle a la gente”. En esa pelea, al final, no gana ni uno ni el otro: pierde la persona que consume el contenido, que termina confundida y saltando entre miles de opiniones sin contexto. La desinformación hace estragos y deja consecuencias muy grandes.

Entonces, desde el lado de los creadores, sí creo que hace falta más trabajo investigativo y menos opinión, sin que eso signifique sacrificar la autenticidad y la cercanía al comunicar. Y del lado de los periodistas, creo que hace falta soltar un poco el ego y ver el panorama completo. Los medios necesitan digitalizarse más y ser más auténticos. Por ejemplo, Netflix funciona muy bien en redes porque ellos lo entendieron: la gente no quiere que le hable una marca distante, quiere conectar con la persona detrás, quiere sentir cercanía. Se trata de complementar las herramientas que cada uno tiene, aunque sea de manera individual. Los periodistas no van a dejar de existir, y los creadores tampoco, pero cada uno debe encontrar su lugar en el mundo.

Auguste Gusteau decía: “Cualquiera puede cocinar”. ¿Usted cree que cualquiera puede ser creador de contenido?

Es una pregunta muy brava: cualquiera puede ser influenciador, pero no cualquiera puede ser creador de contenido. Y lo explico así: el primero tiene, literalmente, la capacidad de influenciar a otros, y eso lo puede hacer cualquier persona. Tú mañana te compras una chaqueta que les gusta a tus amigos y la otra semana ya dos de ellos la compraron. Eso es influenciar. Ahora, desarrolla un “storytelling” a partir de eso, mantén una marca sostenible en el tiempo, crea campañas que conecten con las personas. Ese es el trabajo del creador de contenido. Creo que no todo el mundo tiene esa tenacidad, esa constancia y esa capacidad creativa. Claro que todos pueden influenciar, pero sostener marcas sólidas que realmente generen cambios en el entorno no es para todo el mundo, porque eso requiere una tolerancia a la frustración muy grande, y no todos la tienen desarrollada.

Además, puede llegar a ser un camino muy inestable...

Claro, uno tiene que aprender a vivir con la incertidumbre que implica ser creador de contenido. Muchos de nosotros duramos años trabajando gratis, publicando todos los días por puro amor al arte, esperando que esto algún día explotara y eso no es algo que todo el mundo esté dispuesto a hacer. Por ejemplo, yo tengo varios cursos y talleres de marca personal y casi todos entran con mucha actitud. Nosotros los ayudamos a consolidar sus marcas, salen de aquí súper empoderados y a los dos meses me dicen: “Aleja, crecí 150 seguidores, ya no quiero seguir con esto”. Y es muy frustrante porque es difícil hacerle entender a la gente que muchos de nosotros duramos años pedaleándole a esto antes de ver resultados.

¿Qué le diría a esa Aleja de hace cinco años que decidió comenzar con esto?

Le diría que me siento muy orgullosa de ella. Que siempre supe que había algo muy especial ahí y que algún día lo verá materializado, no en el número de seguidores ni en el dinero que gane ni en las marcas con las que trabaje, sino en las vidas que va a impactar, empezando por la de ella.

¿Cómo definiría su vida como creadora no solo de contenido, sino en todo el sentido de la palabra?

Emocionante.

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Santiago Gómez Cubillos

Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98sgomez@elespectador.com
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