Publicidad

Patricia Mourraille: “La promoción de lectura empieza en casa”

La cofundadora de la revista infantil Cucú habló de lo poderoso que puede ser acercar a los niños a la lectura.

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Sofía García Neira 
18 de noviembre de 2025 - 12:00 p. m.
Según Mourraille, las ilustraciones juegan un papel importante y están a cargo de varios ilustradores como Paola Escobar, Camilo José Rivera, Miguel Otálora, Roger Ycaza, Elena Ospina, Natalia Rojas, Carlos Díaz Consuegra y Héctor Borlasca.
Según Mourraille, las ilustraciones juegan un papel importante y están a cargo de varios ilustradores como Paola Escobar, Camilo José Rivera, Miguel Otálora, Roger Ycaza, Elena Ospina, Natalia Rojas, Carlos Díaz Consuegra y Héctor Borlasca.
Foto: Revista Cucú
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

¿Cómo surgió la idea de hacer una revista para niños?

En realidad, Cucú no nació de la nada. Durante muchos años, en nuestra boutique creativa Barquito de Papel, trabajamos haciendo materiales infantiles. Quizá algunos recuerdan el Alpiclub de Alpina, una revista que llegaba a colegios de Bogotá, Cali, Barranquilla o Medellín.

Era una publicación pensada para niños: tenía unas pocas páginas publicitarias, pero el resto eran juegos, historias y actividades que estimulaban el pensamiento y la imaginación. Alpina quería dar a conocer sus productos, sí, pero también apostaba por contenidos de calidad. Esa experiencia nos marcó muchísimo. Con el tiempo llegaron internet, las páginas web, los cambios en la pauta para niños… y el Alpiclub desapareció. También hicimos El Informadorcito para los hijos de los empleados de Davivienda, siempre con la misma intención: transmitir valores, hablar de naturaleza, amistad, compañerismo. Cuando decidimos cerrar la oficina y pensar en una especie de “jubilación”, yo sabía que quería dejar un granito de arena: algo que aportara a la lectura infantil en Colombia. De ahí nace Cucú.

¿Cómo es el proceso de creación de cada revista?

Cucú la hacemos muy pocas personas: mi esposo, mi hija Gabriela y yo, con el apoyo de una red de ilustradores, escritores y una bibliotecaria que nos asesora en temas de literatura infantil. Desde afuera la gente a veces se imagina una gran oficina con equipos de última tecnología, pero la realidad es mucho más pequeña y artesanal.

El tema puede ser casi cualquiera: la cocina, el viento, el agua, una región del país como el Quindío o algo tan sencillo como la risa. Lo importante es encontrar el enfoque adecuado para los niños. A partir de ese tema, buscamos historias, poemas, juegos, trabalenguas, pregones y, muy especialmente, ilustraciones.

Trabajamos la revista casi como si fuera un libro álbum: la imagen tiene un peso enorme para atrapar a los niños, sin restarle importancia al texto. Cuidamos la curaduría gráfica y literaria para que cada número sea rico y variado: relatos cortos con principio, nudo y desenlace, historias más largas, actividades para hacer en familia y, además, música. En cada edición invitamos a músicos que admiramos —como Marta Gómez o Edson Velandia— para que los niños también descubran buenas canciones pensadas para ellos.

¿Qué cree que hace falta en la promoción de lectura en Colombia?

Lo primero es entender que la lectura no puede delegarse solo en el colegio. La promoción de lectura empieza en casa. Un niño al que le leen desde pequeño escucha millones de palabras más que aquel que no tiene ese contacto: aprende vocabulario, comprende mejor el mundo y, cuando entra al colegio, tiene una enorme ventaja en comprensión lectora.

En Colombia existen bibliotecas maravillosas y libros infantiles preciosos, pero no tenemos la cultura de visitar esos espacios. Un fin de semana se pueden contar con los dedos de la mano las familias que van a la sala infantil de una gran biblioteca. Y no todas las familias pueden comprar libros: hay prioridades urgentes en el hogar antes que la lectura.

También hay un tema de conciencia: así como una mamá hace lo imposible por conseguir el medicamento que su hijo necesita, estoy segura de que si conociera a fondo los beneficios de la lectura haría un esfuerzo similar por leerle o por conseguirle libros. Falta que ese mensaje llegue con claridad a padres, cuidadores y también a las políticas públicas.

¿Qué es lo que busca provocar Cucú en los niños?

Queremos que la revista sea una puerta de entrada amable y diversa a la lectura. Que en un solo número un niño pueda encontrar un cuento, un juego, una canción, un poema, una actividad de observación… y que siempre haya algo que le llame la atención.

Sabemos que no podemos obligar a nadie a leer. Los promotores de lectura lo tenemos clarísimo: hay que hacer un poco de magia con las imágenes y las palabras para que el niño quiera acercarse al libro. Si una noche no quiere leer un cuento, tal vez sí quiera resolver un juego en familia, escuchar una canción o seguir una historia ilustrada.

Algo muy bonito que hemos visto es el proceso de muchos niños que recibieron Cucú cuando aún no sabían leer. Primero escuchaban las historias en voz de sus papás y, con el tiempo, fueron apropiándose de la revista hasta poder leerla solos. Algunos se saben de memoria ciertos relatos. Ver ese tránsito es emocionante.

¿Por qué apostarle a la revista en un momento de crisis para los medios impresos?

Porque creemos que los niños, precisamente los niños, necesitan tener papel entre las manos. No estamos en contra de la tecnología; sería ingenuo estarlo. Pero un dispositivo móvil no puede reemplazar lo que pasa cuando un niño hojea un libro, siente la textura del papel, sigue una ilustración con el dedo, se sienta al lado de alguien que le lee.

Las revistas en el mundo se están acabando: muchas publicaciones históricas han cerrado. Y, sin embargo, seguimos convencidos de que un objeto impreso puede ser una forma de resistencia frente a la lógica de la pantalla permanente.

Cada vez vemos más niños de dos o tres años que pasan horas con un celular, quietos, scrolleando. Los juegos y las aplicaciones están diseñados para atraparlos. Pero ellos aún necesitan desarrollar otras habilidades: la atención compartida, la escucha, la imaginación que se activa a partir de una lectura en voz alta. Hacer una revista infantil impresa hoy es un acto de fe… y de resistencia.

En siete años y más de veinte ediciones, ¿qué edición o tema ha sido el más especial para usted?

Siempre pasa que la última que estamos preparando se siente como la favorita, porque le ponemos todo el corazón. Pero sí hay algunas que guardo con especial cariño.

Una de ellas es la edición de Perros y gatos, que se agotó. Tenía historias y actividades muy potentes, entre ellas un relato sobre un perro que se llama Gato y al que los demás perros molestan por “tener un nombre equivocado”. Nos permitió hablar de bullying desde el humor y la ternura.

También recuerdo una historia brevísima, ganadora de un concurso, que se llama Prioridades: una adaptación de la tortuga y la liebre, ilustrada por Amalia Satizábal. En muy pocas palabras logra contar cómo la liebre entiende que ganar una carrera no es lo más importante. Es un ejemplo perfecto de cómo una historia corta, bien escrita e ilustrada, puede tener inicio, conflicto y desenlace.

Y, por supuesto, están las ediciones temáticas como la del espacio, la cocina o la del Quindío, que nos han permitido mezclar juego, poesía, ciencia y territorio en un solo objeto.

Cucú ha viajado por distintos territorios de Colombia. ¿Qué han aprendido sobre las infancias del país a través de esas experiencias?

Lo primero es una certeza: a todos los niños les gusta que les lean. No he conocido uno solo al que no le interese escuchar una historia cuando alguien se la cuenta con cariño, con voces, con pausas, con emoción. Lo que hace la diferencia no es el niño, sino la persona que lee y la calidad de ese momento compartido.

Al llevar Cucú a fundaciones, escuelas oficiales y distintas comunidades, hemos visto también las brechas de acceso. En muchos hogares no hay libros, y a veces la revista que llega por suscripción, donación o proyecto institucional es el único material de lectura que entra a esa casa. Por eso, desde el principio quisimos que por cada ejemplar vendido pudiéramos donar otro.

Recorrer el país con Cucú nos ha enseñado que las infancias colombianas son diversas, pero que comparten una misma necesidad: alguien que les lea, tiempo para imaginar y objetos culturales que tomen en serio su sensibilidad. Cuando un niño descubre que en una revista hay cuentos, juegos, música y personajes que lo miran de frente, no como un consumidor, sino como un lector, pasa algo importante. Y si ese descubrimiento es en papel, con alguien al lado leyéndole, la semilla de la lectura queda sembrada para siempre.

Sofía García Neira 

Por Sofía García Neira 

Literata y comunicadora social de la Pontificia Universidad Javeriana. Apasionada por los libros, la cultura y el arte.@Masacote.librossgarcia@elespectador.com
Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.