El Magazín Cultural

Los trabajos de Penélope (Extractos literarios)

Publicamos la introducción de "Los trabajos de Penélope", de Raúl Botero, publicado 15 años atrás, una obra que perdura y que parece decirnos que el tiempo no transcurre.

Raúl Botero
20 de noviembre de 2019 - 04:27 p. m.
Cortesía
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¿Cómo es posible que los seres humanos, cuyos contactos con el mundo resultan breves, personales y limitados, sean no obstante capaces de alcanzar a saber tanto como en realidad saben?

Bertrand Russell

 

Los ensayos que en conjunto componen este texto tienen, más allá de sus diferencias, algo que los unifica: intentan ser una aproximación a la práctica de la literatura desde la lingüística y otras ciencias del lenguaje. En esa medida, esos saberes resultan convertidos en elementos nucleadores, más en la perspectiva de lo metodológico que en la de lo teórico propiamente dicho. Esto se explica por dos razones básicas: la primera tiene que ver con el papel central del lenguaje en la práctica de lo literario. La segunda, alude a la incidencia capital que las teorías del lenguaje han ganado en relación con las estrategias de trabajo que buscan dilucidar los resultados de los múltiples procesos generadores de sentido.

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Son diez textos en los que abarco aspectos que considero fundamentales en la teoría literaria. En todos ellos subyace una hipótesis básica: es necesario entender la práctica de lo literario como un entramado de acciones de producción, circulación y recepción, implicadas las unas en las otras para constituir una totalidad compleja y dinámica que se identifica por el predominio de un componente estético.

Por esa razón, lo que quiero demostrar a lo largo de estas páginas es que en este caso ocurre un específico y concreto proceso de producción de sentido. La especificidad del proceso está dada por el dominio de ese componente estético. Como inferencia básica pretendo demostrar de un modo convincente que ese predominio supone la presencia de la ambigüedad y la de la subjetividad como características dominantes. Más allá de esa ambigüedad y esa subjetividad, la esteticidad implica o supone resaltar el papel protagónico cumplido por la expresividad, que la lleva a imponerse sobre la comunicabilidad.

El plan de esta obra marca un itinerario que cubre los aspectos que a mi juicio resultan relevantes en toda discusión sobre la práctica de lo literario. En primer término me interesa mostrar la importancia que tienen el preguntar y el hipotetizar en el conocimiento dela práctica literaria. Me parece que es necesario comenzar por allí, en la medida en que resulta estratégico definir desde el principio la dirección que tendrá el análisis. Si en vez de afirmar, preguntamos y elaboramos hipótesis, ello puede eximirnos de caer en las tentaciones del dogmatismo, por categórico que éste aparezca.

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Busco abordar el texto literario como espacio simbólico en donde se genera una cierta y determinada forma de significación, más que como un elemento identificado por la fisicidad. El texto es, aquí y ahora, aquello que puede ser sabido de una manera irregular y contradictoria. A mi juicio toda teoría de la literatura debe dilucidar la producción, la circulación y la recepción del texto identificado como literario.

En ese espacio textual, la categoría función resulta esencial. Considero que Roman Jakobson es uno de los teóricos que más ha trabajado esta noción. Según él podemos entenderla como el comportamiento de un elemento en un contexto de significación muy determinado. Ese comportamiento será siempre idéntico a sí mismo en la medida en que las condiciones se conserven. Aquí se examinan de manera puntual las funciones que pueden ser asignadas a los lenguajes y a los sujetos en los procesos relativos a ese texto literario.

Tal vez no haya noción que se encuentre más enrarecida por las creencias de todo tipo, que la de estilo. Un halo mistificante parece separarla de la lingüística y desde la poética que el estilo puede y debe ser entendido como la confluencia entre una serie de factores y componentes que van desde lo más subjetivo y particular hasta lo más objetivo. Me parece importante subrayar el carácter básicamente subjetivo comportado por este rasgo textual. Pero más allá de ello, es mi interés mostrar como esa subjetividad convoca la objetividad en vez de excluirla.

La relación entre la práctica de la literatura y otras prácticas materiales en el contexto de lo social resulta bastante problemática en la actualidad, en tanto convoca, de muchas y variadas maneras, intereses sociales que parecen ser irreconciliables. Mi afán en este punto es mostrar en este punto la práctica de la literatura como una práctica material y social que busca solucionar imaginariamente los conflictos sociales, en la medida en que surte una especie de desplazamiento metafórico desde la zona de lo real que podemos considerar como prosaica hasta aquella que denominamos como poética.

Los géneros literarios han sido estudiados de dos maneras básicas. En ocasiones importa rastrear a lo largo de la historia. A veces, lo que resulta interesante es el análisis de su estructura formal. Pues bien, quiero proponer en este texto una visión que conjugue las dos perspectivas, en la medida en que me parece más enriquecedora porque da cuenta de los múltiples rasgos que atraviesan los géneros literarios. Por ejemplo, pienso que un tratamiento de esta clase puede poner de presente el carácter modalizante de los géneros. Al hacerlo estaríamos enfatizando en un rasgo intermedio entre el conjunto de soluciones subjetivas a las que llamamos estilo y las generales a las que hemos de reconocer como semióticas.

La producción de un texto es responsabilidad de ese sujeto al que solemos llamar escritor. Ese proceso es siempre el resultado de un proceso de interpretación del mundo real que aparece en el texto no como es objetivamente sino como el autor lo interpreta. El texto generado por esa escritura puede ser a su vez objeto de otra interpretación cuando alguien lo lee. Se trata de una segunda interpretación o de una metainterpretación de lo real. Por esa razón pienso que la lectura se debe abordar como un trabajo hermenéutico que cierra el ciclo abierto por la escritura. A mi juicio la lectura debe entenderse como una acción que aparece en frente de la escritura para complementarla en la perspectiva de un intercambio constante.

De otro lado se trata de dilucidar la base filosófica que subyace en el proceso de producción del texto literario. Quiero trabajar este aspecto, partiendo de entender la práctica de la literatura como expresión del conocimiento. Quien escribe y quien lee, saben. Lo hacen de una manera que sin duda resulta bastante particular, pero lo hacen efectivamente. En tanto que saben se inscriben en la resolución de un problema que los enfrenta a unos procesos de delimitación delo indentitario. Saber algo es saberse. En un movimiento parabólico, quien se proyecta hacia el mundo real termina encontrándose más allá de las opacidades del mundo real.

La vida cotidiana hasta hace poco tiempo carecía de interés para los teóricos de las ciencias sociales en general y para los de la literatura en particular. Unos y otros estaban convencidos de su trivialidad. Les parecía que nade de lo que allí sucedía podía trascender a los escenarios de la historia social. En la actualidad el panorama es completamente distinto: esos mismos teóricos entienden que bajo la apariencia anodina de la cotidianidad están produciéndose de manera continua múltiples y ricas significaciones.

Por último, se trata de abordar el trabajo del crítico. El último de los ensayos intenta asumir la crítica literaria como una compleja y sofisticada red de interlocución. En la base de ese texto está la frase de Barthes: el crítico es un escritor. Lo cito porque considero que es el hecho de escribir lo que libera al crítico de la condición parasitaria que con frecuencia se le quiere endilgar. Que el crítico sólo pueda llevar a cabo su trabajo de búsqueda y de confrontación a través de la escritura significa que su tarea es la deconstrucción, pero también lo es la construcción paciente y compleja de un espacio textual.

Considero que el propósito de mostrar la práctica de lo literario como un proceso que genera un particular y concreto tipo de significación, está cumplido. A través de los ensayos que componen este texto he examinado diferentes y variados aspectos que se conjugan en el objetivo de toda teoría: establecer las condiciones de una explicación del objeto de análisis que resulte siendo plenamente satisfactoria.

Subsisten muchos interrogantes. Eso no me parece negativo. Todo lo contrario: me resulta saludable en tanto nos prevenga de la tentación dogmática de considerar una determinada postura como una especie de verdad absoluta y definitiva. Si estamos en condiciones de preguntar, cada vez de una manera más fina y aguda, entonces podremos suponer que vamos en la dirección adecuada.

Los trabajos de Penélope. Una aproximación a la literatura. Medellín. Fondo Editorial Universidad EAFIT. 2004. Págs. 13-16.

Por Raúl Botero

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