“… hay tanto que decir en favor de la noción de inmortalidad como en contra de ella. Lo que primero abandona a los muertos es el movimiento, luego el calor y seguidamente, con más o menos premura, según los agentes a que se vean sometidos, la forma. ¿Serán acaso el movimiento y la forma del alma también, pero no su sustancia, los que se aniquilan con la muerte?”. Opus nigrum.
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La belga Marguerite Antoinette Jeanne Marie Ghislaine Cleenewerck de Crayencour, más conocida como Marguerite Yourcenar, fue la primera mujer en ingresar a la Academia Francesa en 1980; una de las escritoras más importantes del siglo XX y un referente fundamental de la literatura francófona. Su obra —poesía, novela, relatos, ensayos y traducciones— se caracterizó por una mirada aguda y cuidadosa de la condición humana.
Nació el 8 de junio de 1903 en Bruselas (Bélgica). Su madre murió cuando tenía muy pocos días de nacida. Creció junto a su padre y abuela paterna en un ambiente intelectual y artístico, con una biblioteca amplia y una gran sensibilidad por la cultura, la historia en general y la literatura en particular, en especial por los clásicos. Desde los ocho años empezó a viajar por Francia e Inglaterra para recibir su educación. Heredó dinero y propiedades de su padre y se pudo dedicar de lleno a la escritura literaria. Se inició en las letras muy joven, con poesía: “El jardín de las quimeras” (1921), seguido por otro poemario, “Los dioses no han muerto” (1922). En ambos dejó ver su conocimiento sobre los mitos y la cultura antigua. Su primera novela fue “Alexis” (1929), aunque admitió que a los veinte años ya había concebido la idea de “Memorias de Adriano”, pero que se dio cuenta de que no estaba lista para ese reto. Le siguió una actividad muy prolífica, entre los que vale la pena mencionar “Fuegos” (1936, relatos líricos); “El denario del sueño” (1937, novela); “El tiro de gracia” (1939, novela), y “Cuentos orientales” (1938, relatos), entre otros. La Segunda Guerra Mundial fue un evento que marcó a la escritora, al igual que a muchas personas de su tiempo. Cuando el avance del nazismo era inminente, decidió emigrar a Estados Unidos acompañada de su pareja, la traductora Grace Frick. Allí se dedicó a la enseñanza de literatura y a la escritura. Se nacionalizó estadounidense, pero siempre siguió escribiendo en francés, su lengua materna. Murió el 17 de diciembre de 1987 en Mount Desert Island, Maine (Estados Unidos).
La novela más popular de Yourcenar y su consagración en el canon literario universal fue “Memorias de Adriano” (1951), una novela sobre Adriano, emperador romano del siglo II. Esta novela fue además un ejemplo de la capacidad de la autora de meterse íntegramente en sus personajes. La novela fue narrada desde un “yo” íntimo del emperador, decisión narrativa que ella explicó: “Retrato de una voz. Si decidí escribir esta Memorias de Adriano en primera persona fue para prescindir lo más posible de todo intermediario, incluso de mí misma. Adriano podía hablar de su vida más firme y sutilmente que yo” (Cuaderno de notas de ‘Memorias de Adriano’). La escritora Julia Navarro se refirió a su experiencia de lectura de esta novela memorable así: “Leer esas ‘Memorias’ te acerca a la intimidad guardada del hombre que regía el destino de Roma, que en aquella época era como decir el destino del mundo” (Una historia compartida, Plaza & Janés, 2023, p. 354).
Luego publicó la monumental Opus nigrum (1968), novela que yuxtapone la historia y la ficción a través de los hechos y personajes más importantes del siglo XVI en Europa. Titulada originalmente en francés “L’Œuvre au noir”, dividida en tres partes: La vida errante, La vida inmóvil y La prisión, narró la vida de Zenón Ligre, un brujense que a lo largo de su existencia buscó la forma de aprender y descubrir, a toda costa, la verdad. En esta búsqueda se enfrentó a los rigores propios del siglo, como el paso de la Edad Media al Renacimiento, la peste, las guerras religiosas y la Inquisición. El apetito por el saber lo llevó a viajar por muchos lugares y así fue cómo se convirtió en médico, alquimista y filósofo.
Otros legados inmortales: A beneficio de inventario (1962, ensayos); Como el agua que fluye (1982, relatos); Cuento azul (1993, relatos); Peregrina y extranjera (1989, ensayos); El laberinto del mundo (1972-1988, trilogía autobiográfica: Recordatorios, Archivos del norte y ¿Qué? La eternidad).
Es decir, Marguerite Yourcenar fue una pluma transgresora y universal. Su obra se caracterizó por el cosmopolitismo y atravesó las pasiones, los triunfos y derrotas de los seres humanos. Exploró el inevitable paso del tiempo, la memoria, la muerte, el amor y muchos otros temas universales… Cierro con una cita memorable de Memorias de Adriano en la que el emperador se refirió a los libros y al arte en la vida: “La letra escrita me ha enseñado a escuchar la voz humana, igual que las grandes actitudes inmóviles de las estatuas me han enseñado a apreciar los gestos. Por otra parte, y a raíz de ello, la vida me ha aclarado los libros”.