Camila Loboguerrero, pionera del cine en Colombia y emblema de la cultura audiovisual del país, falleció en la madrugada de este sábado, 21 de junio, a sus 83 años. Su muerte conmocionó al entorno artístico colombiano, que perdió a una figura emblemática de la cinematografía nacional y una activista que luchó durante años por la garantía de los derechos laborales de su sector. Su figura fue clave en la creación de la ley de cine y hasta los últimos días de su vida, la realizadora audiovisual mantuvo el deseo de seguir creando películas.
Loboguerrero fue una de las primeras mujeres en Colombia en tomar las riendas del cine desde la dirección. Fue la primera directora de largometrajes de ficción en estrenar una película en salas comerciales del país. Con ese acto abrió las puertas a varias generaciones de cineastas mujeres, muchas de las cuales reconocen ese legado. Su trayectoria marcó un antes y un después en la historia del cine nacional, no solo por su filmografía, sino por su capacidad de abrir caminos.
La filmografía de Camila Loboguerrero
La obra más reconocida de su filmografía es, sin duda, María Cano (1990), una biografía cinematográfica sobre la primera mujer que lideró una lucha nacional por los derechos civiles de los trabajadores en Colombia.
Con esta película, Camila Loboguerrero consolidó su nombre en la historia del cine nacional como una realizadora preocupada por las relaciones entre estética, historia y reivindicación social. El filme marcó un antes y un después, por la relevancia del personaje: una mujer que luchó por los derechos de los obreros en las primeras décadas del siglo XX y que, como la misma Camila, se enfrentó a un entorno dominado por hombres.
Esa historia de María Cano, contada por Loboguerrero, fue una declaración política y poética. Tres mujeres hicieron posible esa hazaña: María Cano en la historia, María Eugenia Dávila en la actuación, y Camila Loboguerrero en la dirección. La cinta logró unir el pasado y el presente para narrar la lucha obrera, el papel de la mujer en la transformación social y el costo de la voz en un país hostil con quienes se atreven a levantarla.
No obstante, antes de María Cano, Loboguerrero ya había hecho otra obra fundacional: Con su música a otra parte (1984). Esta fue la primera película de ficción dirigida por una mujer colombiana en llegar a las salas de cine del país, un hito sin precedentes. Esa cinta le permitió abrir el camino que otras mujeres transitarían después. Se trató de una producción nacida desde la independencia creativa, en una época en que hacer cine en Colombia era poco menos que una hazaña.
Aunque María Cano y Con su música a otra parte son sus películas más conocidas, Camila traía consigo un largo recorrido. Ya desde los años setenta había dirigido cortometrajes como Soledad de paseo (1978), cortos documentales como El oro del Chocó y Educación de adultos en Colombia, y mediometrajes como Vida de perros y Juegos prohibidos. Su compromiso con la imagen, la memoria y la crítica social fue constante desde sus primeros pasos como realizadora.
La última película quedó pendiente
La historia de Camila Loboguerrero en el cine empezó cuando estudió Bellas Artes en la Universidad de los Andes y viajó a París para especializarse en Historia del Arte en La Sorbona. Allí conoció la carrera de cine casi por casualidad, y pronto ingresó a la Universidad de Vincennes, donde se graduó como cineasta. Su regreso a Colombia en 1971 marcó el inicio de una carrera compleja, pero sostenida por su carácter fuerte y su rigor intelectual.
Según datos de Proimágenes, su filmografía como directora incluye: Nochebuena (2008), María Cano (1990), Con su música a otra parte (1984) y Soledad de paseo (1978). También escribió los guiones de esas tres primeras películas, editó Padre por accidente (1982) y fue asistente de dirección en La virgen y el fotógrafo (1983). A este legado hay que sumar sus cortometrajes documentales y pedagógicos, claves para entender el desarrollo del cine colombiano en los años setenta.
En los últimos años, Camila trabajó incansablemente para volver a dirigir. Tenía entre manos un par de proyectos, entre ellos un largometraje de ficción titulado Saucio, escrito junto a su hijo Matías Maldonado. Sin embargo, las dificultades de financiación le impidieron cerrar este último capítulo como quería. En paralelo, lideró luchas gremiales por los derechos de autor y la dignificación del trabajo audiovisual.
Con su partida, el cine colombiano pierde a una de sus pioneras más valientes, y el gremio, a una de sus defensoras más lúcidas.
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