Marius Petipá: de las letras a las pinceladas del Ballet Clásico
Marius Petipá nació en Marsella, en 1818. Fue un coreógrafo, maestro y bailarín formado en la Rusia Imperial. Su obra dejó las bases del ballet clásico moderno. Aunque haya nacido en Francia llegó a ser reconocido como “el padre del ballet ruso”.
Laura Valeria López Guzmán / @Lauravalerialo
Su padre fue Jean-Antoine Petipá, también bailarín, coreógrafo y maestro de ballet de Bruselas y de quien, tanto Marius como su hermano mayor, Lucien -que llegó a ser el primer bailarín del Ballet de la Ópera de París durante el auge del Romanticismo-, recibieron su formación inicial. Su hermano mayor interpretó a Albrecht en la obra de Gisselle en París. Aunque los hermanos Petipá tuvieron la misma escuela, cada uno poseía una técnica diferente. Por esta razón, Marius Petipá decidió irse a Rusia a seguir con su formación.
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Su padre fue Jean-Antoine Petipá, también bailarín, coreógrafo y maestro de ballet de Bruselas y de quien, tanto Marius como su hermano mayor, Lucien -que llegó a ser el primer bailarín del Ballet de la Ópera de París durante el auge del Romanticismo-, recibieron su formación inicial. Su hermano mayor interpretó a Albrecht en la obra de Gisselle en París. Aunque los hermanos Petipá tuvieron la misma escuela, cada uno poseía una técnica diferente. Por esta razón, Marius Petipá decidió irse a Rusia a seguir con su formación.
Principalmente como bailarín fue contratado por los Teatros Imperiales donde tuvo la oportunidad de actuar con las primeras bailarinas -las protagonistas-. En 1848 llegó Jules Perrot, bailarín y coreógrafo francés, quien influyó en la formación de coreógrafo de Petipá. Según la historiadora rusa, Natalia Roslavleva, la gran lección adquirida fue cómo contar una historia por medio del arte coreográfico.
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Luego de este camino de enseñanzas el bailarín francés decidió crear su primera coreografía: La fille du Pharaon -La hija del faraón en español-. Una presentación de cinco actos. En esta época el ballet ruso ya se encontraba en una metamorfosis, pues se estaban saliendo de la tradición de crear obras de solo dos actos como lo hacían los ballet de la Ópera de París y de Copenhague. Esto generó que el ballet de San Petersburgo creara un género independiente a los ballets románticos.
Marius Petipá impuso este nuevo género y se le llegó a decir "dictador de la estética" - de su estética-. Teniendo de base su aprendizaje de la Ópera de París, decidió trasplantar la esencia parisina a los teatros imperiales. Esta mezcla entre el esplendor francés y la técnica rusa fue un éxito. Gracias a este triunfo, el ego de Marius Petipá aumentó a tal punto de creer que llegaría a manejar la Compañía del Ballet. Pero esto no sucedió así, pues llegó el coreógrafo francés Saint-León, quien se quedó con ese puesto.
Petipá se sintió humillado y buscó trabajo en otro lugar: el Ballet Bolshoi de Moscú. Allí tuvo el puesto de coreógrafo hasta el momento en que lo nombraron director de la anterior compañía. Se prometió durar en ese puesto lo más que pudiera y esto aumentó su fama de dictador.
Unos años atrás Petipá había estado en España, pues siempre fue un gran admirador y amante del folclor español. Estando en este país aprendió flamenco. Tuvo que volver a Rusia de inmediato ya que se había fugado con una aristócrata española que lo llevó a aceptar un reto con un personaje importante. Al volver a los teatros imperiales evidenció su admiración por las danzas españolas.
En 1869 se lanzó la obra de “Don Quijote”. Una obra en la que Petipá se inspiró en el libro de Cervantes. Esta obra es basada en uno de los episodios del segundo libro, en el que el autor narra las aventuras de los enamorados, Quiteria - en el ballet conocida como Kitri- y Basilio, para poder obtener ella la bendición de su padre y así lograr el casamiento. El papá de Kitri no está de acuerdo porque la quiere casar con un noble de la ciudad. Los protagonistas de Don Quijote de la Mancha solo aparecen en el ballet como mediadores de la pareja.
El tono humorístico de la obra hicieron de Don Quijote un éxito que Petipá repetiría tras ser nombrado maestro del Ballet de San Petersburgo y montara la obra en la compañía del Mariinsky en 1871. En ese mismo año, Sain-León se retiró de su puesto y volvió a su país natal donde creó su última obra: Coppelia.
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Marius Petipá siguió luchando a toda costa su puesto en el Ballet. En 1877 lanzó su siguiente obra: La Bayadère -La bayadera en español-. esta fue inspirada en la técnica romántica de Jules Perrot. Este fue un claro ejemplo de la nueva estética que estaba atravesando el Ballet Imperial. El director de la compañía siguió creando obras de las que apenas se conocen pequeños fragmentos. En 1889, con el cambio de director donde nombraron a Igor Vzevoloshky, Petipá recibió la oferta de realizar una obra basada en el cuento de Perraul: La bella durmiente, con música del compositor Tchaikovsky.
No hay ninguna compañía de ballet en el mundo que no tenga en su repertorio alguna composición de Marius Petipá, ya que estas obras constituyen hoy el mayor legado coreográfico en cuanto a la técnica. Hubo coreógrafos posteriores como George Balanchine o William Forsythe que supieron, con sabiduría, crear un lenguaje propio para las nuevas generaciones a partir del legado de Petipá.
Durante sus 63 años en Rusia, Petipá creó 46 ballets completos y numerosas piezas breves, y a partir de 1934 la pedagoga rusa Agripina Vaganova desarrolló en la escuela que hoy lleva su nombre un método de enseñanza destinado a preservar la forma de bailar que había promovido Petipá.