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Monet sobre Manet

En el Salón de 1865 expuse dos marinas, que tuvieron éxito. Estaba en la sala con Bazille, cuando se encontró con una familia que él conocía. Nos presentaron y charlamos. De repente, entró un señor con sombrero alto, vivaz y agitado, que se dirigió a nuestro grupo, estrechando manos y gritando: “¡Es un asco, sólo me elogian dos cuadros que no son míos! Son de un tal Monet. ¡Si este muchacho tiene éxito, será porque tiene un nombre parecido al mío!”.

Claude Monet

09 de mayo de 2019 - 03:59 p. m.
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Totalmente alterado, se marchó. Era Manet. Un rato más tarde le avisaron de que había hablado ante Monet. Se contrario. Y no lo estuve menos.

- ¿Es verdad, maestro, como se ha dicho, que la influencia de Manet fue importante en sus comienzos?

Théodore Duret ha escrito incluso que la Exposición de 1863 de Manet fue vuestro camino de Damasco.

- Sí, Manet fue una revelación para mí y para toda mi generación. Después he evolucionado, ¿no es así?

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Deseaba vivamente conocerlo, pero tras el incidente de las dos marinas no me atreví a dar un paso más. En 1866, mi Mujer con vestido verde tuvo un éxito notable y Zacharie Astruc me llevó a casa de Manet. Me recibió con un poco de frialdad. “¿Ah, es usted quien firma como Monet? No sabe la suerte que tiene, siendo tan joven, de tener tanto éxito desde sus comienzos en el Salón. ¡Yo llevo luchando diez años apra hacer ver!”. Después de un silencio, prosiguió: “Está bien su Mujer con vestido verde, pero un poco subido… Habrá que verlo más de cerca”.

Desde entonces hemos sido buenos amigos. Era un ser exquisito, sensible, que sufría al ser molestado, mal comprendido. Vendía caro, ya que tenía dinero. Era un buen pintor… A propósito de Duret, contaba que cuando regresó de un viaje al Extremo Oriente, en compañía de Henri Cernuschi, Manet dijo: Tanto mejor si vuelve; ¡con él se nos oirá mucho más!”.

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De hecho, Théodore Duret ha sido un poderoso defensor de los impresionistas. Llegó a reunir una hermosa colección, que vendió demasiado deprisa. Fue precisamente él quien, al visitar la galería de un rico parisino, lo felicitó en estos términos: “¡Vuestra colección es admirable, admirable! No conozco ninguna mejor, excepto la mía. No hay más que impresionismo.

- ¿Pero cómo es que, habiendo sido tan bien recibido en el primer Salón, luego habéis sido rechazado?

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- ¡Pues claro!, es bien simple. Al comienzo creyeron que se trataba de un accidente, de un pecadillo de juventud. Pero cuando se dieron cuenta de que reincidía, cuando constataron que se trataba de una nueva forma de pintar, que era una búsqueda tenaz, metódica, las puertas se cerraron a nuestra pequeña falange… Yo tenía mis fuentes de información, y un día me contaron las intenciones de Jules Breton, influyente miembro del jurado, opuesto a mis obras. “Por qué las rechaza –le preguntaron-, está progresando”. “Justamente por eso, porque está progresando, lo rechazo. Son demasiados los jóvenes que no piensan más que en seguir este camino execrable. ¡Aún queda tiempo para prohibirlo y salvar el Arte!”.

***

Conversaciones en Giverny con Claude Monet. Barcelona. Confluencias. 2014. Págs. 35-37.

 

Por Claude Monet

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