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El pintor francés Pierre Soulages, que logró extraer una luminosidad insospechada del color negro, falleció a los 102 años de edad, informó el miércoles el presidente del museo que lleva el nombre del artista en Rodez (sur de Francia). El anuncio fue confirmado por Christian Teyssedre, alcalde de Rodez, la localidad natal del pintor, quien manifestó su “inmensa tristeza”. “Pierre Soulages falleció este miércoles a los 102 años”, anunció su propia página web en un escueto mensaje.
Poco después, el presidente francés, Emmanuel Macron, también dedicó unas palabras al pintor que “supo reinventar el negro” y hacer “surgir” la luz en él. ”Más allá del negro, sus obras son metáforas vivas de que de todos nosotros brota la esperanza”, publicó Macron en Twitter, junto a una imagen en la que aparece con el pintor. “Es una triste noticia, acabo de hablar con su viuda, Colette Soulages”, dijo el directivo, Alfred Pacquement, amigo de larga data del pintor.
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Sus obras se han expuesto por todo el mundo y, en 2014, su Rodez natal abrió un museo con su nombre. Con motivo de su centenario, en 2019, el Louvre le dedicó una retrospectiva y Soulages se convirtió en el tercer artista vivo en la historia tener un homenaje de ese tipo en el museo parisino (tras Marc Chagall y Pablo Picasso). “Me gusta la autoridad del negro, su gravedad, su evidencia, su radicalidad (...). El negro tiene posibilidades insospechadas”, explicó Soulages en diciembre de 2019, con motivo de la exposición en el Louvre, que le abrió sus puerta en vida, en un reconocimiento poco frecuente. El negro “es un color muy activo. Si utilizas el negro junto a un color oscuro lo ilumina”, afirmó el pintor en una entrevista con AFP.
Soulages profundizó esa vía durante 75 años, ganándose el reconocimiento de las instituciones culturales y del mercado del arte, donde era uno de los artistas vivos más cotizados. Vivió además muy apegado a su tierra natal, la región del Aveyron, donde pintó una y otra vez los paisajes de su infancia. Poco antes de su exposición en el Louvre, Soulages batía su propio récord de subastas con la venta de un cuadro pintado en 1960 por 9,6 millones de euros (monto similar en dólares al cambio actual) en París. “Eso simplemente quiere decir que hay gente adinerada que puede comprar mis obras”, se limitó a comentar.
Ignorar “los colores de las acuarelas”
Soulages nació el 24 de diciembre de 1919. Su padre, constructor de carrozas, murió cuando solo tenía cinco años. Su madre lo crió sola y regenta además una tienda de artículos de pesca y caza. Soulages quiere pintar, pero no le gustan “los colores de acuarelas” y opta por recrear los árboles en invierno, las ramas desnudas, los efectos visuales de la nieve.
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Durante una excursión escolar a la abadía de Sainte-Foy de Conques, en plena adolescencia, tiene la revelación: será pintor. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial entra en la Academia de Bellas Artes de París. Pero se salta los cursos, prefiere volver al sur y aprender por su cuenta en Montpellier.
Ahí conoció a Colette Llaurens, con quien se casa un año más tarde, con documentos falsificados gracias los cuales evitará ir a trabajar a Alemania, como les ocurre a muchos jóvenes franceses. Pierre y Colette se instalan en 1947 en París, donde los artistas Francis Picabia y Fernand Léger lo animan a perserverar.
La pintura abstracta dominó durante esos años, pero en lugar de esa paleta de colores vivos (amarillos, azules, rojos), Soulages prefiere trabajar con la humilde tintura de avellana, utilizada como barniz, y las brochas gordas de pintor. Se interesó sobre todo por el uso del color negro y de los reflejos de la luz sobre este tono. Así extraía lo que denominó “outrenoir” (más allá del negro), desvelando una suerte de luminosidad de lo oscuro.
Sus telas pronto causron sensación y en los años 1950 entran en las colecciones de museos como el Guggenheim de New York o la Tate Gallery de Londres. Usó técnicas como el raspado para jugar con el negro y yuxtaponerlo a otros colores como el rojo o el azul.
En 1979, trabajando sobre una tela totalmente negra, Soulages experimentó con una estría y se dio cuenta de que acaba de franquear un umbral. “Era más allá del negro, estaba en otro espacio mental”, explicó. “En el bote con el que trabajo está escrito ‘negro’. Pero es la luz difusa de los reflejos la que me interesa”, añadió.
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En 1986 pintó más de 100 vitrales para la abadía de Conques, obra inaugurada en 1994. A finales de 2009 una gran retrospectiva de su obra logra medio millón de visitantes en el Centro Pompidou de París.
Además de pintor, Soulages era grabador y escultor. La crítica lo relacionaba con movimientos como el tachismo, el informalismo, el expresionismo abstracto o la abstracción lírica, pero él afirmaba no sentirse integrado en etiqueta alguna, salvo en la creada por él, el “outrenoir”.