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Documentaciones fabricadas, judíos que escaparon y no murieron, cámaras de gas que no tenían capacidad para matar a tantos seres humanos y conspiraciones de propaganda soviética antinazi son algunos de los argumentos promovidos por el movimiento negacionista que surgió para invalidar la historia contada sobre la Segunda Guerra Mundial.
La muerte del negacionista francés Robert Faurisson el día de hoy en la ciudad de Vichy, región de Auvernia-Ródano-Alpes en Francia, trae de nuevo el recuerdo del movimiento negacionista del holocausto Nazi en la Segunda Guerra Mundial. La polémica que ha suscitado este movimiento conspirativo ha causado la indignación de muchos, pues los argumentos a los que han apelado son fácilmente refutables con evidencias que aún hoy pueden ser útiles para invalidar sus posturas.
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Desde la muerte de Paul Rassinier, uno de los precursores del negacionismo francés, Faurisson tomó la bandera del movimiento, defendiendo la postura bajo la cual varios crímenes cometidos por el ejército Nazi fueron falsos, entre ellos, se destaca el apoyo de Faurisson a postulados de personas como Fred Leuchter, quienes afirmaron que las cámaras de gas de Auschwitz no contaban con la infraestructura que se menciona en los documentos de la Segunda Guerra o que simplemente nunca existió tal método de eliminación.
De lo anterior se deriva también otro de los puntos fundamentales de los negacionistas: la fabricación de la documentación. La supuesta falsificación de archivos al finalizar la Segunda Guerra Mundial y la posterior ubicación de los mismos en diversas colecciones es otra de las conspiraciones de este movimiento que busca desvirtuar a toda costa una historia que, difícilmente, pudo haber sido alterada.
La propaganda soviética antinazi también es uno de los elementos a los que hacen alusión. Aunque los medios de comunicación son utilizados para la manipulación de información y tergiversación de la realidad, en esta ocasión la apelación a los medios soviéticos es, incluso, estrategia que yace en el mismo gobierno de Hitler, pues en cabeza de Joseph Goebbels como ministro de Propaganda del Tercer Reich, se establecieron principios como el de la transposición, en el cual si no se pueden evadir las malas noticias, se inventan unas nuevas que distraigan el interés de la opinión pública. Agregando que estas noticias debían poseer un carácter popular y de unanimidad, pues esto facilitaba la credibilidad de la noticia así esta careciera de veracidad.
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Los enlaces del gremio negacionista se desconocen. Más allá de una posible afinidad con los ideales antisemitas y de extrema derecha, los negacionistas no atribuyen su participación a partidos políticos o instituciones interesadas en desvirtuar las versiones del holocausto Nazi. Pese a que en el pasado Rassinier, paradójicamente, hizo parte de los movimientos comunistas en Europa, y de algunos acercamientos de Faurisson con la extrema izquierda, ambos mantuvieron su postura y sus convicciones hasta su muerte.
Faurisson, quien fue el primero en su país en ser condenado por la ley Gayssot de 1990 contra los actos racistas o xenófobos, fue juzgado en varias ocasiones por sostener estos ideales que promovían el antisemitismo y otras corrientes provenientes de la intolerancia a la diferencia que podían culminar en hechos de violencia por raza, origen y clase.
El negacionista francés se convirtió en uno de los referentes del movimiento en la década de 1970, tras haber afirmado que el diario de Ana Frank no era auténtico. Este hecho causó revuelo entre la comunidad europea, tanto así que por escenarios similares los estudios alrededor del documento no han cesado. Uno de los más importantes fue realizado por el Instituto forense de lo Países Bajos en la década de 1980, luego de las afirmaciones de Faurisson. El estudio de más de 250 páginas da cuenta de un análisis exhaustivo en el que se verifica la autenticidad del diario y se reduce cualquier posibilidad de pensar que el archivo es falso o alterado por terceros.