“Ni una más, ni una menos”, un libro que alerta sobre el feminicidio

Con testimonios de familias víctimas de feminicidio y conceptos de forenses, sociólogos y perfiladores criminales, el periodista Yeiver Rivera Díaz intenta sensibilizar en su nuevo libro “Ni una más, ni una menos: la ruta al feminicidio” sobre el flagelo que más afecta a las mujeres: la violencia de género. Una de las formas que más adopta esta violencia es el feminicidio, delito castigado en Colombia desde 2015 y que consiste en asesinar a una mujer por el simple hecho de ser mujer. (Lea aquí: ¿Por qué el crimen de Gabriela Romero es un feminicidio y no un homicidio?)

En la publicación, que se lanzó en la Feria Internacional del Libro en Bogotá a finales de abril, Rivera asegura que cada año son asesinadas 66 mil mujeres en el mundo. “Vivimos en una sociedad que se ha acostumbrado a ver la violencia como algo normal y por eso el odio exacerbado que se muestra hacia nuestras mujeres por su condición, lo hemos venido normalizando y aceptado. La crueldad que cada día se ve en los feminicidios da cuenta que seguimos siendo una sociedad machista y arcaica, algo que debe cambiar de manera urgente”, afirma el comunicador tolimense Rivera. (En video: Las excusas que se inventó el machismo para violentar a las mujeres)

Para entender primero por qué el feminicidio es un fenómeno social, el autor se aproxima a varios conceptos del delito. Entre ellos se encuentra el de Diana Hamilton Russel que lo define como una “forma de terrorismo que funciona para establecer diferencias entre los géneros, para promulgar y reforzar la dominación masculina, y para que todas las mujeres sean crónica y profundamente inseguras”. Según Medicina Legal, en 2016 se presentaron 731 asesinatos de mujeres en Colombia y 940 en 2017.

Hasta el 3 de marzo de 2017 y desde la promulgación de la ley Rosa Elvira Cely, que tipifica el feminicidio, 32 personas habían sido condenadas por este delito. A la misma fecha había 122 casos con imputaciones y 122 más, con escritos de acusación. Muchos de los casos, según el autor, son cometidos por sus propias parejas o excompañeros sentimentales, lo que demuestra la patología criminal de quien las rodea y estuvo a su lado compartiendo su vida, gustos, placeres y deseos. Adicional a esto, se evidencian los imaginarios colectivos que califican el comportamiento de las mujeres: por no defenderse, por vestirse así, por así así, por ir de fiesta, por comportarse así, por salir sola a la calle.

Sobre el perfil de los agresores en contextos familiares se menciona que son personas dominantes a las que les gusta tener bajo control a la pareja. “A la hora que yo quiera, tengo sexo con mi pareja; a la hora que quiera la dejo; la puedo maltratar si se comporta malo… ella es mi propiedad”, son algunas de las falsas justificaciones con las que los feminicidas justifican sus actuaciones ilícitas contras las mujeres.

Rivera también se refiere en su libro a los victimarios que se suicidan después de cometer los crímenes. Sobre esto, el psicólogo forense Belisario Valbuena Trujillo sostiene que esto acontece debido al carácter psicopático que tienen estas personas: “Son narcisista, es decir, se creen superiores, únicos, irrepetibles y que están encima de los demás. No necesariamente tienen una autoestima alta, sino todo lo contrario y se enmascaran de superioridad, con conciben pagar una condena, por el hecho cometido y antes que los capturen o humillen terminan acabando con su propia vida”.

Desde lo sociológico, por su parte, se explica que el feminicidio ha estado ligado a las concepciones patriarcales y al sentir que las mujeres empiezan a adquirir un estatus público, dentro de sus concepciones machistas.

El autor identifica, además, los obstáculos que se atraviesan para la correcta aplicación de la justicia alrededor de los feminicidios. Algunos de estos son la falta de capacitación de los funcionarios para atender a las víctimas, la insistencia en confrontar a la víctima con su victimario, la no denuncia por vergüenza y la revictimización que sufren las mujeres al que tener que repetir una y otra vez su historia ante funcionarios que no están capacitados.

La publicación, de la editorial Lemoine Editores, constituye también un homenaje para las mujeres que han sobrevivido a intentos de feminicidios y a las familias de quienes no. Por ejemplo, la de Yury Vanessa López Quijano, a quien su expareja la asesinado en Cali (Valle) a sus 29 años.  

Con testimonios de familias víctimas de feminicidio y conceptos de forenses, sociólogos y perfiladores criminales, el periodista Yeiver Rivera Díaz intenta sensibilizar en su nuevo libro “Ni una más, ni una menos: la ruta al feminicidio” sobre el flagelo que más afecta a las mujeres: la violencia de género. Una de las formas que más adopta esta violencia es el feminicidio, delito castigado en Colombia desde 2015 y que consiste en asesinar a una mujer por el simple hecho de ser mujer. (Lea aquí: ¿Por qué el crimen de Gabriela Romero es un feminicidio y no un homicidio?)

En la publicación, que se lanzó en la Feria Internacional del Libro en Bogotá a finales de abril, Rivera asegura que cada año son asesinadas 66 mil mujeres en el mundo. “Vivimos en una sociedad que se ha acostumbrado a ver la violencia como algo normal y por eso el odio exacerbado que se muestra hacia nuestras mujeres por su condición, lo hemos venido normalizando y aceptado. La crueldad que cada día se ve en los feminicidios da cuenta que seguimos siendo una sociedad machista y arcaica, algo que debe cambiar de manera urgente”, afirma el comunicador tolimense Rivera. (En video: Las excusas que se inventó el machismo para violentar a las mujeres)

Para entender primero por qué el feminicidio es un fenómeno social, el autor se aproxima a varios conceptos del delito. Entre ellos se encuentra el de Diana Hamilton Russel que lo define como una “forma de terrorismo que funciona para establecer diferencias entre los géneros, para promulgar y reforzar la dominación masculina, y para que todas las mujeres sean crónica y profundamente inseguras”. Según Medicina Legal, en 2016 se presentaron 731 asesinatos de mujeres en Colombia y 940 en 2017.

Hasta el 3 de marzo de 2017 y desde la promulgación de la ley Rosa Elvira Cely, que tipifica el feminicidio, 32 personas habían sido condenadas por este delito. A la misma fecha había 122 casos con imputaciones y 122 más, con escritos de acusación. Muchos de los casos, según el autor, son cometidos por sus propias parejas o excompañeros sentimentales, lo que demuestra la patología criminal de quien las rodea y estuvo a su lado compartiendo su vida, gustos, placeres y deseos. Adicional a esto, se evidencian los imaginarios colectivos que califican el comportamiento de las mujeres: por no defenderse, por vestirse así, por así así, por ir de fiesta, por comportarse así, por salir sola a la calle.

Sobre el perfil de los agresores en contextos familiares se menciona que son personas dominantes a las que les gusta tener bajo control a la pareja. “A la hora que yo quiera, tengo sexo con mi pareja; a la hora que quiera la dejo; la puedo maltratar si se comporta malo… ella es mi propiedad”, son algunas de las falsas justificaciones con las que los feminicidas justifican sus actuaciones ilícitas contras las mujeres.

Rivera también se refiere en su libro a los victimarios que se suicidan después de cometer los crímenes. Sobre esto, el psicólogo forense Belisario Valbuena Trujillo sostiene que esto acontece debido al carácter psicopático que tienen estas personas: “Son narcisista, es decir, se creen superiores, únicos, irrepetibles y que están encima de los demás. No necesariamente tienen una autoestima alta, sino todo lo contrario y se enmascaran de superioridad, con conciben pagar una condena, por el hecho cometido y antes que los capturen o humillen terminan acabando con su propia vida”.

Desde lo sociológico, por su parte, se explica que el feminicidio ha estado ligado a las concepciones patriarcales y al sentir que las mujeres empiezan a adquirir un estatus público, dentro de sus concepciones machistas.

El autor identifica, además, los obstáculos que se atraviesan para la correcta aplicación de la justicia alrededor de los feminicidios. Algunos de estos son la falta de capacitación de los funcionarios para atender a las víctimas, la insistencia en confrontar a la víctima con su victimario, la no denuncia por vergüenza y la revictimización que sufren las mujeres al que tener que repetir una y otra vez su historia ante funcionarios que no están capacitados.

La publicación, de la editorial Lemoine Editores, constituye también un homenaje para las mujeres que han sobrevivido a intentos de feminicidios y a las familias de quienes no. Por ejemplo, la de Yury Vanessa López Quijano, a quien su expareja la asesinado en Cali (Valle) a sus 29 años.