La explanada ante Notre Dame ya no es el lugar de turistas que intentan hacerse hueco para tomar la foto definitiva de su viaje a París.
En su sitio hay máquinas, vehículos de transporte de piezas y carpas con kilométricas estanterías que albergan las piezas que esperan ser salvadas de la criba para volver a formar parte de la catedral.
Los exteriores de Notre Dame se abrieron este miércoles para un reducido grupo de medios, que deben, al igual que los trabajadores, ponerse casco de construcción, calzado de seguridad y guantes negros.
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El uniforme de rigor no combina demasiado bien con el sofocante calor de la canícula que sufre la capital francesa desde hace unos días.
Pese a todo, el panorama no resulta todo lo desolador que se podría esperar. Los obreros y arquitectos, que trabajan, debido al calor, de seis de la mañana a dos de la tarde, se muestran optimistas.
"La estructura de la catedral está a salvo (...) Podríamos decir que hemos tenido suerte", expresó el arquitecto jefe de la obra de Notre Dame, Philippe Villeneuve, anfitrión de esta visita por los exteriores de la catedral.
Villeneuve juega un papel crucial en la restauración de la joya gótica de París; aun así, su intención es no dejar demasiada huella: "Soy reticente a la firma de un arquitecto en una obra maestra como es Notre Dame".
El día siguiente al incendio, Villeneuve se acercó personalmente a inspeccionar el estado de la catedral: "La providencia me ayudó a detectar los elementos frágiles que amenazaban con derrumbarse". El arquitecto destacó que la veloz actuación en estos elementos (como algunas bóvedas o pilares) salvó en parte su estructura.
Sobre el terreno, además de arquitectos y obreros, trabaja un laboratorio especializado en monumentos históricos investigando el estado de las piedras para saber si el fuego las ha despojado totalmente de valor o es posible reutilizarlas.
Las estanterías muestran piedras ennegrecidas, aparentemente calcinadas. Sin embargo, el laboratorio indicó que muchas de ellas solo habían perdido el 20 % de su resistencia y que estructuralmente no tenían un daño importante.
"Cada una de las piedras tiene su sitio, no pretendemos cambiar cualquier mínimo elemento que haya resultado un poco quemado", expresó Villeneuve respaldándose en el valor histórico del monumento.
El arquitecto hizo un símil con otro de los temas candentes en Francia: "Vamos a hacer una restauración homeopática", en referencia a una cura basada en elementos ya presentes en el cuerpo del enfermo, en este caso, en la estructura de la catedral.
El incendio abrió heridas que no se van a cerrar, admitió Villeneuve, pero prefirió destacar los legendarios elementos que quedaron intactos frente al devastador fuego: los vidrios, el órgano, el mobiliario, las esculturas...
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La contemplación de una fachada que muchos daban por supuesta como un elemento perenne del paisaje parisino se vuelve una experiencia en sí misma después de la tragedia. Desde el pasado 15 de abril, día del incendio, el impresionante rosetón o la galería de los reyes han quedado fuera de la vista del mundo.
Ahora, cada piedra se vuelve espectacular y recupera todo el valor que realmente tiene: 850 años de historia arquitectónica, literaria y artística.