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“Intentando conocernos solo desenterramos una máscara obteniendo como único consuelo que en el árbol del prohibido conocimiento los ruiseñores canten. Las líneas del poema son las sombras de esa sombra en la cual nuestra alma ilusoria se ahoga para siempre” (del poema Solo quejas, de Alejandro Jodorowsky).
Calles mórbidas e individuos solitarios. Suburbios, escenarios marginales. Lo impuesto asociado a lo conservador y el ideal del éxito enlazado al dinero de la abogacía, la medicina o la ingeniería. En un contexto similar crece el poeta chileno Alejandro Jodorowsky. Un ambiente hostil en el que los poetas y los artistas sobreviven entre botellas de alcohol, prostitución y vandalismo. Un escenario similar se observa en la película Poesía sin fin. Jeremías Herskovits, Adán Jodorowsky y el mismo Alejandro Jodorowsky encarnan al poeta chileno en la película chileno-francesa.
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Locaciones acordes a la época y libretos que desenmarañan las situaciones más inusitadas en la vida de un poeta que se aparta de las imposiciones de su familia para seguir sus lecturas de Baudelaire y Nicanor Parra visualizan algunos momentos candentes y definitivos para el caminar sin reglas y sin tapujos que asumió Jodorowsky desde pequeño. Su convivencia entre actores, bailarinas, pintoras, poetas y demás seres humanos dedicados al arte determinaron que la vida de Alejandrito, como lo llaman en la cinta, estaría ligada a una concepción de vida condensada en sus versos, en la esencia de sus lecturas y sus escrituras, en el constante cuestionamiento y padecimiento de temores y ausencias.
Pamela Flores, actriz y cantante de ópera de origen chileno, encarna en la película a Sara, la mamá de Alejandro Jodorowsky, y a Stella Díaz, poeta de la Generación del 50 también en Chile. La artista, quien habló con El Espectador, afirma que “las mujeres poetas son admirables y aún hoy en día discriminadas, así como también las compositoras, artistas, doctoras, madres, abuelas y cualquier tipo de profesión. La historia es la misma: una lucha muy larga por lograr ser respetadas y valoradas. A todas quiero representar, todas somos una”.
Flores, en su primer personaje, como madre del poeta, refleja su don vocal, pues sus intervenciones se presentan siempre a modo de canto para agregar un elemento artístico que parte de la lírica y que entra en consonancia con la multiplicidad de herramientas sonoras y visuales que transforman la experiencia estética de los espectadores. Con Stella Díaz, Flores demuestra su compromiso con las letras desde todos sus ángulos y reafirma la fuerza de su carácter a través de un personaje que exigen temple y un comportamiento firme y consecuente con sus acciones.
¿Cómo fue el proceso de adaptación de los personajes?
En el caso de Sara, me conecté con la historia de las mujeres de mi genealogía, mujeres marcadas por las imposiciones sociales del machismo, atrapadas en desempeñar bien su papel de dueñas de casa, aceptar el engaño de sus maridos y la dependencia económica, el aceptar el maltrato psicológico y físico como algo normal. El vivir el matrimonio y la crianza de sus hijos como una eterna postergación de sí mismas, mujeres sin derechos.
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En Poesía sin fin, Sara representa ese deterioro provocado por la presión familiar, y su necesidad de ser aceptada y amada por su madre la lleva a someterse, al punto de no tener voz propia; solo repite lo que Jaime, su marido, dice. Para interpretar a Stella busqué en mis experiencias de vida. Desde muy joven he buscado ser libre de cada decisión y cada paso que he dado ha sido respetado por mi familia, especialmente mis padres. Esa búsqueda y camino han significado chocar bastante con la sociedad patriarcal y machista de mi país. Stella fue una mujer de una fuerza y coraje muy potentes, completamente adelantada a su época, e inspirarme en ella fue como encender un fuego que ya existía en mí. Siento que este personaje me hizo ser más fuerte. Admiro su valentía y gran capacidad de decir lo que su ser interno dictaba.
Que Pamela Flores simbolice la unión de artes excelsas como la poesía, la ópera y el cine da cuenta de la pertinencia de su presencia en la película. Sus experiencias personales y sus virtudes como ser humano y como artista congeniaban con el perfil de los personajes. Su compromiso con la emancipación de la mujer en un mundo patriarcal y conservador y la relevancia de apropiarse de la poesía como medio para resistir y quebrar lo establecido y normalizado hicieron más sencilla, pero no por eso menos enriquecedora y profesional, su participación en el elenco de la película.
“Mis experiencias en la música son tanto en la ópera como la música popular latinoamericana, a la cual también me dedico como cantautora. Influye en la interpretación de mis personajes de varias maneras: la ópera me permite desarrollar líneas melódicas líricas muy ligadas a la palabra, y la composición latinoamericana me da la libertad de crear e improvisar las melodías. Así fue como improvisé cada melodía en estilo de ópera sobre los textos que interpretaba Sara. En cuanto a la poesía, está muy ligada a estos dos estilos. Además de la ópera, también se puede hablar del lied alemán o la chanson francesa, bellísimas composiciones creadas sobre textos de grandes poetas como Goethe, Baudelaire, etc. Interpretar esta música es como estar declamando un poema con gran expresividad. Justamente lo que Alejandro me pedía: que actuara con la misma intensidad que en la ópera”, afirmó Pamela Flores.