Día dos:
Gracias al corto encierro que llevo aprendí esta nueva palabra, se refiere a la extraña condición humana de no sentir ningún tipo de emoción. Estoy lejos, muy lejos de sufrirla, yo siento todo hasta la médula. De hecho, las emociones que le quitaron a una persona con alexitimia me las dieron a mí - pensando en que existe un ser superior que nos quita o nos da antes de nacer, no creo que así funcione, pero la cuarentena genera extensas divagaciones -.
La primera etapa fue la incredulidad. Si nos hubiesen dicho hace dos meses que esto sucedería, ¿quién lo hubiera creído? Coronavirus me sonaba a un ente etéreo por allá en las antípodas. Con tanta marejada de información a muchos nos volvieron incrédulos. De hecho, a estas alturas de la pandemia hay miles que lo siguen siendo. Nos encanta responsabilizar de todo a los de arriba - ¿quiénes son los de arriba?- y bajo esa idea aseverar que todo lo que nos dicen es mentira. Y estoy de acuerdo con que no hay que comerse todo lo que dicen, pues no hay una verdad absoluta, ni la de ustedes, ni la de los de arriba, ni la mía, todo depende de la perspectiva. Pero, para mí ya es bastante obvio que esto no es un chiste.
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La segunda etapa fue el análisis de las teorías conspirativas. Sentía intriga. Hasta ahora no he leído ni una sola, seguro hay muchísimas, pero si me las inventé todas y las dije en conversaciones jocosas.
Me encantan las teorías de la conspiración pero no me las trago todas y las que me trago no son enteras. Por ejemplo, eso de la supuesta Tierra plana me parece una teoría inocua. Le pregunté a un amigo que empieza a creer en ella: "¿en qué nos cambiaría la vida, o en que se beneficiarían los de arriba diciéndonos que la tierra es redonda siendo plana?", me contestó que en nada pero que les gustaba la teoría. Bueno, a mí también me gustan las mías, pero no los quiero convencer de ellas.
Primero pensé en general: farmacéuticas que crean la vacuna antes de esparcir el virus para luego hacerse más multimillonarias de lo que ya son, pero esa está muy trillada. Luego, al ver la economía en caída libre se me ocurrió que China, siendo un país “comunista” - ¿puede ser algún país realmente comunista en esta época? -, liberó el virus con la conciencia plena de las consecuencias nefastas para el capitalismo, pero como no entiendo nada de economía, salvo que estamos jodidos, me quedé muy rápido sin argumentos.
Una de las últimas en las que pensé, fue la que me dijo mi jefe haitiano, un afro gigante y bonachón: "eso es limpieza social, hasta luego ancianos y enfermos". Esa ya no me gustó, la sentí real, me dolió. Después me aseguró que él no se enfermaría por su color de piel: "yo soy negro, y los negros no nos enfermamos porque somos muy fuertes". Me burlé solo por burlarme, por confianza, por pasar el rato: "pero tú no eres de raza pura, eres haitiano, te creería si fueras africano", me respondió desesperadamente riendo: "yo soy negro, negro, negro africano, acaso no te sabe' la historia de Haiti?, que yo no me enfermo te digo" luego me mostró datos de África subsahariana e investigaciones médicas que demuestran que aparentemente son inmunes al Covid 19. Ahí se me iluminó la última teoría que podría ser parte de una etapa llamada pendejez: "entonces, ¿cómo sé que el virus no fue creado por haitianos para exterminar a los mestizos y a los blancos?" explotó de risa y bien hizo al dejarme hablando sola.