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Reacciones futbolísticas I (Fútbol paradójico)

Regularmente, no sabemos cómo va a reaccionar un ser humano frente a situaciones de la vida cotidiana. Un saludo, un gesto, una palabra y hasta un movimiento involuntario son motivos para reaccionar uno mismo y los demás.

Juan Carlos Rodas Montoya
04 de enero de 2025 - 02:00 p. m.
Desde el lenguaje y la emocionalidad, a cada reacción puede asignársele distintas interpretaciones.
Desde el lenguaje y la emocionalidad, a cada reacción puede asignársele distintas interpretaciones.
Foto: EFE - YAHYA ARHAB
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Cuando la desgracia de los otros es inimaginable, la comparamos con nuestras pequeñas miserias. Esta reacción que protege al entorno aísla al infortunado. Boris Cyrulnik

Cada reacción depende de unas intencionalidades, pero, paradójicamente, dichas intencionalidades se prestan para malas interpretaciones. De allí que se haga referencia a que la palabra es arbitraria, pero también lo son el saludo, el gesto y hasta el movimiento involuntario. ¿Por qué sucede esto? Porque somos lenguaje y el lenguaje es un constructo y con ese constructo hemos creado, además, el sarcasmo, el doble sentido, el eufemismo y el encriptamiento de mensajes y de imágenes.

En el fútbol se han presentado acciones que inmediatamente reciben una reacción: de alegría, de tristeza, de frustración, de fracaso, de euforia y hasta de quietud y silencio. Toda acción tiene su correspondiente reacción, dice un adagio popular y, como todo adagio tiene dos formas de la interpretación, es preciso ubicarse en un horizonte de comprensión para saber de qué lado estamos.

Lo mismo sucede con esta columna de opinión, es decir, tengo la fortuna de que varias personas reaccionan con cada una de dichas posturas que giran alrededor del fútbol y la literatura, que ha sido la temática central e intencionada desde el comienzo.

A través del tiempo he guardado estas reacciones y quisiera compartir con los lectores algunos de los apartados que me han escrito como devolución-reacción y que comparto para que adviertan que se escribe para alguien y ese alguien no necesariamente tiene rostro porque se trata, más bien, de una voz que alienta, que anima, que sugiere y que critica con argumentos.

Voy a empezar con los comentarios de seres humanos que conozco, entre los más asiduos. También hay quienes escriben y no conozco, que son lectores anónimos y que se toman el trabajo y el tiempo de escribir con una reacción por alguna línea que les llamó la atención.

La primera columna que escribí para el periódico El Espectador recibió una reacción inmediata de un amigo. (Omito los nombres para no caer en injusticias innecesarias). La transcribo textualmente por ser un buen ejercicio de escritura desde la distancia. Seguiré con los demás en próximas entregas. “Quiubo Profesor. Leí la columnita con placer y admiración. Me gusta el sentido de lo que se plantea y el pluralismo de las posibilidades críticas. Estaría muy, muy interesante, hacer un artículo sobre la ética del fútbol, la ética de la recocha y el potrero. ¿No es eso precisamente lo que hemos forjado los martes? No creo que seamos un grupo de futbolistas buenos, pero con la mano sobre el fuego juraría que somos futbolistas éticos. Un abrazo desde acá.

No he podido enviarte la poesía de Édgar, mi amigo peruano, porque ‘su religión le prohíbe’ usar computadores y no tiene versiones digitales de los textos. Voy a tratar de transcribir alguna de sus poesías para que mirés, pero creo que te gustarían también. Uno de los poemas que me pasó habla de una persona que come mango esperando a que la gente llegue a jugar una recocha: eso resuena muy fuerte con mi sensibilidad”.

Jugar una recocha desde hace 45 años se convirtió en ritual, en misa, en templo sagrado. Los recocheros de los martes son hermanos de vida

Por Juan Carlos Rodas Montoya

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