Un bosque de 33 árboles se levanta sobre restos humanos en las instalaciones del Teatro Faenza, como parte de la exposición 'Regresando a la Semilla', del artista Rafael Gomezbarros. Se trata de la obra 'Somos #' en la que se explora la relación entre lo inerte y lo vivo: cómo un hueso humano, la tibia, le da vida a una planta. Es un homenaje a las víctimas que han sido encontradas en las fosas comunes en todo el territorio nacional.
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Esta obra es uno de los tres proyectos que componen la nueva exposición del artista plástico que estará en este teatro de la Universidad Central hasta el próximo 30 de noviembre. De acuerdo con Gómezbarros, Somos # plantea dos niveles: al recorrerla por debajo, el público encontrará 33 tibias de 5 metros de alto elaboradas en fibra de vidrio, que representan los restos humanos hallados en las fosas comunes.
Desde el segundo piso del teatro, lo que verán los asistentes son 33 árboles que nacen a partir de las tibias. Para el artista, estos huesos soportan en realidad el peso de la historia. Mantener vivas las plantas es mantener viva la memoria.
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Junto a esta instalación, Gómezbarros incluyó también su obra 'Pujanza', en la que hace un homenaje a los líderes sociales, motivada por la situación de violencia que han sufrido antes y después de la firma del Acuerdo de Paz. 50 toneladas de puños hechos en cemento y yeso se juntan en lo que denomina una marcha silenciosa.
Por ahora la obra cuenta con 7.500 puños pero la propuesta es hacerla crecer con la intervención del público. En tanto la construcción de la memoria es colectiva, se pretende que los asistentes dejen la impronta de su puño en yeso para que se sume a la instalación.
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En 'Regresando a la semilla' también está expuesta una maqueta de la instalación que se realizará en la Plaza de Bolívar en 2019. Se trata de un laberinto conformado por 15.000 cilindros de gas que partirá desde el Palacio de Justicia y desembocará en el Congreso de la República. El cilindro como el símbolo de la devastación de pueblos enteros que ha derivado en el desplazamiento forzado de cientos de miles de personas.
"La idea es que el público pueda sumergirse en la exposición sin la necesidad de un guía que lo conduzca, sino que sean las imágenes y las sensaciones que genera la obra las que lo lleven, y que las fije en su memoria", puntualiza el artista.